wendy-magdaly1578525449 Wendy Magdaly

Como director del hospital general de Moscú, el solitario Viktor Nikiforov nunca imagino que esa noche en aquella sala de urgencias, encontraría a una persona con la condición física por la que su tesis había sido todo un éxito (Un hermoso doncell en apuros) Ni mucho menos que sería él quien le enseñaría el valor del amor y le recordaría lo que se siente la felicidad.


Fan-Fiction Anime/Manga Nur für über 18-Jährige.

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CAPITULO 1


A sus escasos 27 años Viktor Nikiforov se había hecho de gran renombre en el campo de la medicina, no solo por haber obtenido la máxima calificación en cada año estudiado y haberse graduado con honores tanto en la carrera de medicina como en la especialización en pediatría, ni tampoco por ser el director del hospital general de Moscú a tan corta edad.


Sino porque gracias a su tesis que fue expuesta ante los gobernantes de su país, logro que aprobaran aquellas leyes que daban los mismos derechos a los seres humanos conocidos como doncelles.


Nikiforov dedico varios años a su tesis, se enfocó en la investigación de los hombres que nacían con la capacidad de concebir y le demostró al mundo entero que eran seres humanos comunes y corrientes que merecían el mismo trato que cualquier otro. Gracias a él y su persistencia en el tema, ahora muchos hombres que poseían aquella capacidad tenían una mejor calidad de vida.


*****


Deambulaba por los largos pasillos del hospital, dando sus rondas “nocturnas” como solía llamarlas aun cuando ya casi era de madrugada. Verificando que todo estuviese bien, mientras recordaba aquellos días en los que aún tenía que luchar para erradicar los perjuicios de la sociedad de todos los trabajadores del sector salud, cuando de pronto escucho algunos gritos lastimeros provenientes de la sala de urgencias.


Se encamino para cerciorarse de que todo estuviese bien pero cuando llego a la recepción, pudo ver a un joven no mayor de 24 años de procedencia asiática, arrodillado en el suelo cargando a un pequeño bulto envuelto en una manta con estampado de tigres mientras suplicaba una y otra vez por atención.


–Qué está sucediendo?– la seriedad en su pregunta acallo los sollozos del joven.


–Disculpe el escándalo director, pero es que este señor pretende que le brindemos atención medica aun cuando la mensualidad de su seguro no ha sido cancelada– contesto la chica atrás del mostrador.


–¿Usted es el director del hospital?– el azabache se puso de pie en unos cuantos segundo para dirigirse hacia Viktor –¡Por favor ayúdeme! ¡Le juro que mañana temprano pagare la mensualidad del seguro pero necesito que ayuden a mi bebé!


Tan pronto vio al joven de cerca y noto el dolor reflejado en su rostro, junto con el llanto desbordándose desde aquellos ojos color chocolate, sintió la necesidad de ayudarle cuanto pudiese, pero al escuchar la palabra “bebé” enfoco por completo su visión en aquel bulto que él llevaba en brazos, de inmediato identifico una cabellera rubia junto con una pequeña manita inerte colgando por la espalda de quien lo cargaba.


Sin pensarlo dos veces arrebato de los brazos del asiático aquel bulto, depositándolo sobre la camilla que había solicitado segundos antes, para cuando comenzó a revisarlo, noto que el pequeño de al menos 6 años tenía una enorme dificultad para respirar, llegando al punto que la palidez en su rostro asustaba y sus amoratados labios daban indicios de que algo estaba realmente mal.


Ordenaba a sus colegas que lo ingresaran para que pudieran atenderlo inmediatamente cuando una vocecilla algo molesta lo detuvo.


–Pero que haremos con la cuenta le hospital Director– la recepcionista seguía insistiendo.


–¡Ya basta Anya! yo me responsabilizare de la cuenta, por ahora encárgate de que el familiar haga el registro cuanto antes, necesito información para atender al niño adecuadamente.


Aquel joven estaba dispuesto a correr tras la camilla pero fue detenido por una enfermera que le pedía ir a hacer el registro mencionado momentos antes por el doctor de cabello platinado, aunque sabía que debía llenar aquellos documentos por protocolo, no podía dejar de ver a su retoño, quien estaba siendo llevado tras esa puerta mientras le ponían una mascarilla de oxígeno y le inyectaban algunos medicamentos por indicaciones del director del hospital.


Sin ánimos, camino hacia el mostrador para recibir dicho registro que le fue lanzado de mala gana por aquella chica, en algún otro momento se hubiese molestado y le habría reclamado por tan grosero comportamiento, pero justo ahora solo deseaba que su amado hijo estuviese bien.


Termino de escribir la información pedida en los documentos y fue a sentarse a las sillas que se encontraban a un costado de la puerta de urgencias, sin tomar en cuenta la mirada despectiva que la chica le dedico al leer en la información dada que él era un doncell. Veía cada tanto hacia dicha puerta con la esperanza de que le trajeran buenas noticias de su bebé, pero los minutos transcurrían y nada sucedía.


Recordó el estado de su pequeño al momento de ser alejado de sus brazos y más lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos surcando sus mejillas, él sabía perfectamente lo que tenía su gatito puesto que había perdido a su pareja de la misma manera tan solo tres años atrás, pero tenía la esperanza de que al ser detectada la enfermedad a temprana edad, pudiese ser tratada y su bebé se salvaría.


Transcurrieron cerca de cuarenta minutos, cuando la puerta de urgencias fue abierta de nuevo, dejando ver una vez más a aquel doctor de cabello plateado y ojos azules.


–¿Cómo esta Yurio Doctor? ¿Se pondrá bien?– Tan pronto lo vio, corrió hacia él para interrogarlo.


–No tiene nada de qué preocuparse, el niño está estable pero necesitaremos realizarle algunos exámenes.


–Gracias a Dios– una maravillosa sonrisa se plasmó en sus labios y aunque su rostro era todo un desastre se veía como toda una obra de arte a los ojos de Viktor.


Discretamente pidió el registro a la recepcionista para revisarlo mientras le indicaba al azabache a que tomara asiento, pues debían conversar un poco sobre el estado del infante.


–Por cierto, disculpe mi descortesía Doctor, me llamo Yuuri Katsuki– menciono acercando su mano al contrario quien la estrecho como contestación –y le agradezco mucho por su ayuda, no sé qué haría si algo le pasa a mi bebé.


–Es un placer, yo soy Viktor Nikiforov y no tiene de que preocuparse, estamos para salvar vidas.


–U-usted e-es ¿¡Viktor Nikiforov!? ¿¡Quien hizo que establecieran nuevas leyes favoreciendo a los doncelles!? No puedo creerlo, es usted una gran persona, muchas gracias de verdad– hizo una reverencia a manera de respeto.


Usualmente no prestaba atención a aquella etiqueta que le habían impuesto gracias a lo que había logrado y tampoco tomaba muy en cuenta los halagos por dichos logros, pero por primera vez en mucho tiempo Viktor se había sonrojado al recibir algunas palabras de reconocimiento, y sin mucho que decir sonrió levemente agradeciendo.


Se dedicó a leer los documentos en sus manos, fue justo en ese momento que entendió mejor la reacción de Yuuri al enterarse de quien se trataba, puesto que él mismo era un doncell.


Por el momento no creyó prudente hablar al respecto puesto que la prioridad justo ahora, era el pequeño que descansaba en el interior de la sala de urgencias.


–Muy bien señor Katsuki, me gustaría hacerle unas preguntas– el mencionado asintió –¿A notado algunos cambios en la actividad física realizada por su hijo? Cosas como, que se canse demasiado al correr o dolores a la altura del pecho seguidos por perdida excesiva del aire– por cada frase dicha, el rostro del azabache se ensombrecía aún más.


–A tenido esos síntomas desde hace más o menos dos semanas, pero… Yo creo saber lo que tiene mi hijo Doctor– agacho la mirada y comenzó a retorcer sus dedos –mi pareja… falleció hace unos años por una deficiencia cardíaca, tal vez mi Yurio heredo la enfermedad de su padre.


Aquello último fue mencionado en un susurro, seguido por unas cuantas lagrimas que se aglomeraban en sus ojos, amenazando con escapar de ellos.


–Lo entiendo– suspiro y poso su mano sobre el hombro de Yuuri –pero no tiene de que preocuparse, haremos todo lo posible para que su hijo regrese a casa en perfectas condiciones, por ahora lo trasladaremos a una habitación, tan pronto este instalado, le avisaremos para que pueda pasar a verlo.


–De nuevo agradezco su ayuda y le prometo que le pagare hasta el último centavo, hoy en la mañana olvide pasar al seguro para dar la mensualidad, pero nunca imagine que eso me causaría tantos problemas– una vez más, hizo una reverencia para agradecerle.


–Lo importante es que el niño se recupere, así que por el momento enfóquese únicamente en él– sonrió y se encamino de regreso, dando nuevas instrucciones para el tratamiento de su pequeño paciente mientras enviaba un mensaje de carácter urgente a su mejor amigo y vicedirector del hospital.


Yuuri esperó pacientemente y unos cuantos minutos después, fue avisado por una de las enfermeras para que pasase a la habitación de su hijo.


Tan pronto atravesó el umbral de la puerta sintió su corazón estrujarse, porque ahí estaba su gatito. Siempre era tan arisco e hiperactivo pero justo ahora se veía tan frágil cual muñequita de porcelana, sus mejillas pálidas y frías estaban siendo remarcadas por la mascarilla de oxígeno que no podía ser retirada de su rostro.


Arrastro una silla para poder sentarse a su lado mientras lo admiraba una y otra vez, era un niño maravilloso y no solo por su físico, su manera de ser, tratando de verse más maduro de lo que es, la forma en la que siempre lo apoyaba aquellas noches en las que regresaba el recuerdo del hombre que hasta ahora seguía amando.


Definitivamente se sentía orgulloso de haber llevado en su vientre a tan hermoso ser sin importar las dificultades que tuvo que atravesar debido a su naturaleza, simplemente lo amaba y no se arrepentía de nada, solo le rogaba a Dios para que no lo arrebatara de su lado tan pronto.


Mientras tanto, en la oficina del Director del hospital, este trataba de convencer a su mejor amigo de que regresara unos días antes de sus vacaciones puesto que realmente lo requería para este caso.


–¡Vamos Chris! Si realmente no te necesitara no estaría llamándote ¿No lo crees?– rodaba los ojos mientras seguía escuchando el drama de su amigo a través de la bocina del teléfono.


Tu prometiste que me darías mis vacaciones completas Viktor, estas siendo injusto, voy a demandarte por explotación laboral.


–No exageres, solo regresaras dos días antes de lo acordado, además, esto es en verdad urgente y solo tú puedes ayudarme a solucionarlo.


Hmmm está bien, si en verdad no puedes vivir sin mí, regresare de inmediato.


–Sí, sí aquí te espero no tardes– colgó y rió bajo asegurando que ese hombre no tenía remedio, salió de su oficina con destino al cuarto de aquel paciente, suponía que el padre del pequeño ya se encontraría allí y así podría explicarle los tratamientos que convendrían para mejorar la salud de su hijo. Estaba a punto de ingresar a la habitación cuando escucho unos leves susurros.


–Quédate conmigo cariño, no me dejes igual que tu papá, solo nos tenemos el uno al otro y si te pierdo no habrá quien reciba mis besos y abrazos, o quien coma los piroshkys que preparo, si tú no estás… no habrá razón para que siga esforzándome.


Gracias a que la puerta se encontraba medio abierta, Viktor pudo ver como las lágrimas recorrían el rostro de Yuuri, como besaba aquellas pequeñas manitos con devoción y acariciaba con delicadeza las hebras doradas del niño, no podía interrumpir sin más aquel momento, por eso opto por tocar la puerta, dándole así un momento al joven para que recuperara la compostura.


–Lamento interrumpir– se acercó con cautela a la camilla –hable con un colega y administraremos un nuevo tratamiento para que tu hijo pueda recuperarse con mayor rapidez.


–¿Es algo seguro? ¿Mí bebé no correrá ningún peligro?– el nerviosismo se reflejaba en su voz.


–Es bastante seguro, además de que si obtenemos buenos resultados, no habrá necesidad de intervenirlo quirúrgica mente.


Y ahí estaba, de nuevo esa bella y cálida sonrisa que iluminaria cualquier día de invierno, no lo entendía a decir verdad, era imposible comprender porque sentía la necesidad de proteger a aquel chico ni mucho menos porque le conmovía hasta los huesos la dedicación y amor que este tenía con su hijo, después de todo ¿No eran así todos los padres con sus hijos?


Pues hasta donde recuerda, sus padres nunca fueron así con él, es más, la única y última vez que sintió aquella calidez y amor, fue cuando decidió por su propia cuenta adoptar a un pequeño cachorro de la calle y aunque se llevó una gran reprimenda logro quedarse con él, justo ahora su única compañía en casa era su fiel amigo canino Makkachin.


–¿Se encuentra bien Doctor Nikiforov?


No noto el momento en el que se quedó absorto viendo a la nada y fue aquella voz llena de curiosidad con un leve tono de preocupación la que lo alejo de sus pensamientos.


–¡Sí! Todo está bien, por el momento es mejor que descansen, con el medicamento que le aplicamos estará bien por lo que resta de la noche, mañana en la mañana nos pondremos de acuerdo para el tratamiento junto con mi compañero.


Sin más que decir, se despidieron con un leve asentimiento de cabeza. Mientras Yuuri descansaba al lado de su hijo, Viktor, en la habitación del personal, no podía dejar de pensar en lo sucedido, seguía preguntándose las razones por las que se sentía de aquella manera, tal vez solo era el hecho de que aquel japonés (como leyó en el registro) era un doncell o quizás por el amor que le profesaba a su hijo, realmente no sabía que rayos le sucedía pero de lo que si estaba seguro, era que debía darlo todo de sí mismo para hacer que el pequeño rubio recuperara su salud.


*****


–Viktor… oye Vitya despierta… ¡VIKTOR!


–¿¡Que!?– no noto el momento en el que se había quedado dormido hasta que su queridísimo amigo decidió levantarlo con los gritos más armoniosos del mundo.


–Oye no te enojes, fuiste tú quien me pidió que viniera temprano y ahora que lo hago ¿Me gritas?– posaba su mano sobre su frente de manera dramática.


–Lo siento Chris– suspiro tratando de recomponer su estado –no dormí mucho anoche y estoy algo agotado– se dirigió al baño para lavarse el rostro.


–Vaya vaya, el fantástico Viktor Nikiforov no se encuentra de buenas y no creo que sea por trabajo– una sonrisa ladina le indico a Viktor que si no hablaba, su amigo le sacaría la verdad de la peor manera.


–Bien, te contare en el camino, por ahora vámonos– contesto rodando sus ojos.


Por supuesto que tuvo que contarle absolutamente todo, con pelos y señales incluyendo sus extraños sentimientos desde la noche anterior, pero ahora debían anteponer sus prioridades, lo primordial era comenzar el tratamiento del pequeño.


Dieron unos leves toques a la puerta para luego ingresar al no escuchar contestación, pero ninguno de los dos imagino encontrar tan bella escena.


El azabache aún se encontraba sentado sobre aquella incomoda silla pero reposaba su cabeza en el vientre del niño y este a su vez posaba sus manitas sobre la cabeza de su progenitor, como si lo hubiese estado acariciando.


–¿¡Yuuri!?


–¿¡Lo conoces Chris!?

9. Januar 2020 01:24 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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