ugoh19 ugoh Chávez

Este compendio de relatos, crónicas y microficciones, buscan retratar un territorio conocido como Lomas de Casa Blanca, una colonia emblemática en la capital de la Ciudad de Querétaro. El primer texto es una crónica nostálgica sobre los espacios deportivos, culturales, peligrosos, ignorados y desaparecidos en Querétaro. El resto es puro azar y fortuna, si usted siente que hoy jugaría a la ruleta rusa, entonces adelante con los capítulos, pero sino duda un poco, lo mejor es bajar la mirada y seguir su camino evitando volver a pasar por nuestro código postal.


Lebensgeschichten Nicht für Kinder unter 13 Jahren.

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En el hoyo


El hoyo, la perdición de todo hombre, sea hoyo de mujer, sea el de otro hombre. “Hoyo, aunque sea de pollo”. El hoyo es como se le conoce a la Alameda sur Venustiano Carranza, la cual antaño tuvo una enorme estatua de quizá unos 20 metros, dorada, con la figura del político, militar y empresario mexicano característico por sus enormes bigotes rubios y esos lentes pequeñitos de intelectual entre los sabiondos.


El monumento estuvo más tiempo recostado que de pie, realmente nunca lució y todos alguna vez pusieron sus nalgas en el rostro del célebre paisano coahuilense. No sé dónde se encuentre actualmente, pero no se quedó a vivir en Lomas de Casa Blanca ni en la Reforma Agraria, el “venu” es fino y acá estamos hablando de un par de barrios.


Así que el nombre de Alameda sur Venustiano Carranza no duró lo suficiente, siguió siendo el hoyo; sitio a desnivel, un oasis con su propio mini lago resultado de las aguas residuales que arrastra el dren Cimatario 1, el cual llega a la ciudad paralelo a la autopista número 57, famosa por ser la más transitada de México. Este desembocadero a la fecha puede presumir uno que otro cadáver que el agua se llevó. "Todos flotan" y si eres un cadáver en la laguna de este parque, flotarás también. Podrías llegar a tener un largo recorrido en época de lluvias arrastrado por la corriente. Cuesta trabajo imaginar que en dicho sitio acudieran por las mañanas a practicar ejercicios para mantener su condición física futbolistas como “El Bofo” Bautista, José Damasceno Fhilo “Tiba” y más recientemente Ronaldinho.


Hacia 1998 el hoyo contaba con dos canchas “multiusos”, sí, de esas que son utilizadas para practicar voleibol con su par de llantas rellenas de cemento, un largo tubo de acero con argollas donde se coloca la reglamentaria red. Tableros de basquetbol y porterías para retas de cinco contra cinco. Jugar con cuatro es muy poco, jugar con seis se siente amontonado. La medida indicada es una manita. Manita contra manita, cinco contra cinco. Cuando comenzaron las retas en este lugar apenas y nos acompletabamos. Había unos dos o tres adultos, uno de ellos en específico solo dejaba el embace de caguama por la hora que duraba la reta. A las 5 era la cita y se comenzaba apenas estuvieran los suficiente. Los demás rondábamos los 16-17 años.


La diferencia entre una cancha y la otra eran los diez centímetros de elevación natural que presenta el terreno junto con un poco más de malla ciclónica que le da mayor velocidad al juego. En aquel entonces apenas se implementaban las canchas de fútbol rápido en una ciudad que buscaba ocupar un lugar en los reflectores nacionales con un equipo de soccer en la liga nacional de nombre Gallos Blancos el cual sin importar cuántas veces tuviera que comprar su ascenso, se quedaba porque se quedaba.


Rayo y Tony fueron dos de las principales leyendas del hoyo, admirados por un par de generaciones brillaron en el fútbol modalidad retas y provocaron frecuentes decepciones cuando de soccer se trataba. Héroes de la Secundaria General Número 4 y petardos en las deportivas José María Truchuelo y Reforma Lomas. Unos genios con el balón; el típico dueto del gordo y el flaco. Esos cabrones habían nacido jugando a la pelota y nunca se les vio fallar el pase de uno al otro, destilaban amor del bueno. Yo puedo jurarles que nunca vi homosexualidad alguna en mis amigos, pero en el fondo siguen siendo lo más cercano a un matrimonio feliz. Sinceramente sé menos de su vida de lo que sé sobre los horóscopos y me siento culpable de no haber estado el día de sus bodas, si es que se casaron o en algún cumpleaños que rebasara esa convivencia posterior al agotamiento físico de jugar fútbol durante unas horas.


La fama de las canchitas del hoyo fue creciendo, las retas tenían un nivel que empezó atraer a jugadores de los alrededores. En un perímetro de cuando menos dos kilómetros no hubo lugar más competitivo en la zona sur de un Querétaro que había sobrevivido hasta el año 2004 con valentía a la ya evidente llegada de foráneos. Y es que en esta ciudad es más sencillo que lleguen 32 habitantes tocando la puerta de tu casa (uno por estado del país) a que veas a un queretano que se marcha para vivir en cualquier otra parte del mundo. Porque Querétaro tal vez sea como el parque del hoyo; te atrapa, te chupa, pero no te traga. Es como esa caca flotante que no se va por más que descargas el depósito del inodoro. Soy de la idea de que Querétaro es como Tijuana; una frontera territorial y cultural, la diferencia es que nadie ha descubierto qué chingados separa.


Para el verano del 2004 – si la memoria no me falla – las retas empezaban en punto a las 5 pm casi de manera ceremonial. Apenas llegando tomabas un lugar con los cuatro integrantes que miraban hacia la entrada al parque esperando a que asomara el integrante que les permitiera gritar “¡hay reta!”, anunciando su turno en la lista de espera. Una tras otra, se formaban antes de las seis la nada despreciable cantidad de cinco retas (contando a las dos que ya jugaban) en un buen día. Una jornada que anunciaba ejercicio y diversión, risas, albures, celebraciones y en alguna que otra oportunidad una reta de chesco a diez goles entre quienes tuvieran el recurso para pagar y la fortaleza para jugarla.


En el barrio la vida siempre es como el gol de último minuto, es una vida de “gol de oro”, por eso se jugaba a una única anotación. Había retas que duraban dos o tres minutos, retas de veinte eternos minutos para quien espera, en este modo de juego se depende de tantos factores que ni Rubén (piloto de Aeroméxico) entendió alguna vez.


De entre todas las tardes llenas de dramatismo y emoción hay una que quiero compartir por el puro gozo de haberla presenciado desde dentro de la cancha. Ese día, martes de clima idóneo para el juego y con balones Molten #4 de sobra, el Gallo estaba en la portería; arquero de reflejos intimidantes, un gordito que trabajaba de taquero con ligero estrabismo y alopecia prematura, de esos amigos a los cuales les llaman “don” cuando aún no han terminado ni la prepa. En la formación seguíamos el Bofo y yo, ambos corredores de lado a lado, incansables, capaces de jugar tres partidos de soccer seguidos en domingo en la posición de lateral de cualquier equipo. Aferrados hasta el último minuto. La violencia de mis barridas – siempre al balón –, sumada a la fortaleza en la carga del Bofo hizo que prácticamente el Gallo solo tuviera que lucirse en tres o cuatro ocasiones esa tarde, eso sí, cuando menos una de ellas fue tan asombrosa que parecía irreal provocando un estado de desconcierto pues los rivales ya celebraban un gol con apariencia de obvio pero que nunca se concretó. Adelante estaba la dupla más letal que han conocido esas canchas. Me atrevo a decir que si alguien hubiera tomado nota de la cantidad de goles que anotaron juntos, solo a los envidiosos e ignorantes les sorprendería que fueran más de mil. En mi caso llevaba los pies vendados por seguridad, jeans (siempre me son más cómodos) y una chamarra blanca de imitación con el escudo de la selección italiana. Cuando toqué el balón sentí un escalofrío y un cambio en la presión atmosférica, algo en mí presentía la hazaña, siempre he sido bueno para esas cosas e incluso en ocasiones fantaseo con que soy un viajero del tiempo. En las jardineras había público y competidores, en total se llegaron a juntar diez retas, casi cincuenta jugadores peleando un espacio limitado que por el resto de la tarde no nos permitimos soltar.


En total duramos 4 horas sin parar, sudé como nunca, por primera vez en la vida me faltaba el aire a mitad de la tarde, la exigencia era al límite en todo momento, pues perder la reta implicaba no jugar hasta una hora después, pero no todo mundo se quejaba del evidente monopolio, de hecho pudieran haber ido a jugar a la otra cancha que estaba a dos metros, pero admirar aquella muestra real de calidad y entrega deportiva no se desperdiciaba. Y conforme fue pasando la tarde se prendieron las alarmas, se formaron los mejores quintetos posibles entre la oferta para hacernos frente. “¡Nadie los ha sacado!”, gritaban con rabia. “¡Ahora sí se les acabó la fiesta!” Mentiras, puras mentiras, ya que la cancha estaba tomada por la versión pambolera de Goro, Pyron, Rugal, M. Bisop y Orochi.


Fueron 52 goles (dato confirmado con testigos de esa tarde), nos retiramos invencibles, “¡invictos!” gritábamos cuando ya nadie quiso enfrentarnos y fingíamos energía, pero en realidad las botellas de agua habían sido exprimidas y en la cooperativa (ahora le conocen como Oxxos) no habían surtido ni las lechuguillas verdes que siempre se quedan al final de los congeladores. Nos temblaban las piernas por el esfuerzo sobrehumano, el Bofo cojeaba, Tony no podía pisar de manera firme, yo sangraba de la rodilla izquierda y el codo derecho, Rayo todavía tenía ganas de seguir jugando y el Rey (hermano menor del Gallo) no paraba de referir las jugadas como si no hubiéramos estado presentes y con una emoción que nunca más volví a verle. El Rey jugó tres de las retas para que alguno de nosotros pudiera descansar. Todos saben que los cambios no están permitidos, pero aquella tarde nadie increpó. Lo que sí hubo fueron unos pocos aplausos al concluir, muestras de respeto y admiración. Habíamos batido todo récord existente, nadie más había logrado una proeza como aquella de la que se tuviera memoria; fue la cantidad de goles sumado a empezar a las cinco de la tarde y salir invitos. Entre toda es euforia me ensordecían las palabras de felicitaciones y los niños me pedían tomarse una foto conmigo.


Llegué a casa casi arrastrándome, me bañé, cené mole verde que sobró de la tarde con arroz y más de diez tortillas. Leí dos capítulos de La Torres Oscura, di gracias a Dios y a la mañana siguiente todo fue un día normal. Las victorias y las derrotas duran solo un día. Eso nunca se me ha olvidado.



Este texto va a la memoria de mis tenis Joma color vino tinto y a los amigos, rivales y extraños que jugaron alguna vez en el hoyo. Parece cuento pero es crónica.


Somos vecinos que cuando nos encontramos siendo mayores y al lado de las respectivas familias, no sabemos de qué manera reaccionar, pues el cariño perdura pero seguimos desconociendo el nombre “real” y no siempre es cómodo llamarle Cheetos o Calabacín frente a sus hijos. O Jessi, Paolo, Rubén, Basura, el Chilango, el Gallo, el Rey, Juanga, el Pelón, el Quesos, el Güero cara de hacha, Leo, el Huevas, Isra y su primo americanista, Ángel (Pechán en honor a Ranma 1/2), el Búho, Sapo (Pablo) y el otro Sapo, Promesa, Poseído, el Chino, la Ranita, Chubaca, Omar el Kikin, el Cabezón, Krosty, Burrín, Iván, Mele, Pezón (QEPD), Tolukin, Nery Castillo, Brandon, Zamora, Nacho, el Champi, el Poli, Patolín, Roy, el Moreno, el cantante y todo su crew, Bofo, Pikus, el Blas, Charls, Tedy, Homero (también conocido como doña Margara), Velosi, Poncho molinos, Tosco, Kalimba, el Gori y sus dos hijos, Melvin, Jhon Cena (Andrés), el Calzón (QEPD), el Pu, el Toro, el Pepe, los coreanos, el Julk, Benito y sus primos, Wata, el Whiskas, el Spidi, el Keny, el Grillo, Minero, el Taison, Tacho y su jefe, el Don, el Lobo, Canano, el Gato, Luis, Alejandro, Costal, el Hugo… perdón si omití alguno, nunca fui bueno coleccionando el álbum Panini o las Bimbocards.


Yo soy Torrado. Pero para Rayo y Tony siempre fui Scoponi, en honor a la leyenda bajo los tres palos que fue campeón nacional e internacional con el Newell´s, Cruz Azul e Independiente. Pero en especial porque jugaba con una sudadera de la albiceleste y el pelo largo, esponjado e irregular como Pablo Aimar.


Como dato extra la ropa color naranja no me va ni me gusta.

27. Dezember 2019 15:12 4 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Galo A. Vargas Galo A. Vargas
Hola Ugoh, ¿cómo estás?. Somos del equipo de verificación de historias de Inkspired, y queremos dar por verificada la tuya. Pero antes de eso, necesitamos que por favor corrijas ciertos errores gramaticales, de ortografía, falta de tildes y de puntuación. Por favor, revisa tu obra y has estas correcciones necesarias. Cuando las hayas corregido, por favor responde este comentario para volver a revisar tu historia. ¡Saludos y mucha suerte!
January 15, 2020, 02:09

Al Dinozor Al Dinozor
Woow, que épocas tan locas y divertidas. Felicidades :)
January 09, 2020, 01:42

  • ugoh Chávez ugoh Chávez
    Me encantaría poder volver a vivir esa cosas buenas del pasado, pero también entiendo que ahora lo emocionante está en otros lados, en otros intereses y principalmente con otro equipo, uno de tres chicas que son hermosas January 10, 2020, 02:19
~

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