ocampovargas Ocampo Vargas *

Elmer se convirtió en el tema de conversación después de la historia de los excursionistas perdidos ¿qué fue lo que llamó la atención?


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El caso de Elmer

—Su nombre era Elmer Garcia Figueroa —contaba Isaías a su amigo Eder —. Cuando lo arrestaron dijeron que tenía demencia.

—¿Qué fue lo que hizo?

—Asesinó a sus compañeros. Le rompió las costillas a su novia, antes de sacarle los ojos y cortar sus extremidades. Todavía estaba viva, se dice que el dolor fue lo que la mató —Eder hizo un gesto de horror—. Su amigo, Fidel, escuchó los gritos cuando volvía de recoger leña. Le incrustó un cuchillo en el cuello y lo golpeó en repetidas ocasiones. Gina y Dan, que también eran sus amigos, se dieron cuenta de que algo raro estaba pasando en la tienda de campaña, intentaron huir, pero Elmer los alcanzo.

—¿Ninguno sobrevivió?

—Nadie pudo salvarse. La policía arrestó a Elmer unas horas después. En el periódico de hoy dice que ya le dieron cadena perpetua.

—Mató a su novia y a sus amigos ¿qué pudo haber pasado por su cabeza para cometer un crimen tan horrible?

...

—¡Elmer! — gritó Daila.

—Amor, no te quedes atrás —dijo Elmer volviendo hacia su novia para tomar su mano—podrías perderte en el camino.

—Dai, nos interrumpiste, se me olvido lo que le iba a decir a Elmer —espeto Fidel.

—Huy, lo siento.

—Te quedaste en la parte en donde los excursionistas se perdieron y escucharon ruidos extraños —dijo Elmer, sosteniendo con firmeza la mano de su novia. Continuaron caminando.

—¡Así es! una de las historias que circuló en las redes después, fue la de que ellos estuvieron apunto de descubrir una guarida alienígena, una que se encontraba cerca de donde ellos iban caminando. Para que los aliens no fueran descubiertos, ellos los mataron.

—Que ridículo, no puedo creer eso.

—Me parece la historia más acertada.

—No es posible, la historia que yo escuche fue que uno de ellos se volvió loco y asesinó a los otros nueve.

—¿Están hablando del caso de los excursionistas que fallecieron por estos lugares? —preguntó Daila.

—Sí, amor —afirmó Elmer—¿tú que has escuchado sobre el caso?

—Bueno, que hubo un testigo que vio a los aliens, por eso corrió el rumor de la guarida.

—Ya ves Elmer —Fidel le dio un zape a su amigo con la mano abierta—te digo que los aliens lo causaron.

—No sé —Elmer se quedó pensativo—¿no les parece que es raro que vayamos a acampar cerca de ahí?

—No hay nada que temer Elmer, lo que pasó fue hace mucho tiempo, además, una parte de mi quiere demostrar que en realidad no hay nada extraño ahí, que solo son historias. Seguramente un animal salvaje los atacó, antes había muchos de ellos por aquí, ahora ya no los hay.


Los cinco chicos llegaron. Dan y Gina iban caminando detrás de ellos. Habían tenido una discusión el día anterior, por lo que estaban tratando de reconciliarse de la mejor manera. Hablaron sobre el asunto y ahora solo querían pasar un día agradable con sus amigos.

—No te preocupes preciosa, más tarde, nada de lo que pasó va a importarnos —prometió Dan.


—Vamos, ayúdame a armar la casa de campaña —dijo Fidel, entregando a Elmer unas varillas.


Gina y Daila se pusieron a platicar mientras sacaban los alimentos de las mochilas. En tanto, Dan observaba de pie, en brazos cruzados y con un Fidel recargado en su hombro comiendo una tortilla enrollada, como Elmer se tropezaba y hacia todo el trabajo.

—¿Lograron solucionar su problema? —preguntó Daila.

—Dan es un idiota, me engaño con una hija de puta, a quien ni siquiera conozco ¿cómo podemos solucionar algo así?

Daila miró a su amiga fijamente y recordó ese día, en que fue a la oficina de Dan y sintió que algo la había poseído como para no resistir acostarse con él.

—Bueno, vele el lado bueno, es mejor no conocerla—le sonrió a su amiga—. No te afliges ¿de acuerdo?


—¡Imbécil, yo hice todo el trabajo mientras tú solo comías, claro, como aquí tienes a tu pendejo! —gritó Elmer a Fidel.

—Relájate, ya, iré por la leña, no falta mucho para que oscurezca.

—No tardes.

Camino en dirección al lago, se topó con Dan.

—¿Qué pasa, Dan? ¿qué estabas haciendo por aquí?

—Gina, está resentida conmigo, estábamos hablando, pero me cortó la conversación y dijo que quería estar sola. Está cerca del lago.

—Voy hacia esa dirección por leña, tratare de no acercarme a ella —observó a su amigo—Dan, quita esa cara, tu tuviste la culpa por engañarla. Ya paso, dejen de hacer tanto drama.

Fidel se alejó.


Daila entró a la casa de campaña, que era más grande de lo que imaginaba. Su novio se encontraba sentado, revisando una lámpara.

—Te quedo bien, amor —se sentó junto a él—. No estás molesto con Fidel ¿o si?

—No, ya no ¡Ay! malditos mosquitos —Elmer miro el mosquito muerto en su mano y frunciendo el ceño pensó que tenía un color extraño.

—¿Te pico uno? ¿estaba muy grande?

—A...algo.


Al escuchar un zumbido, Dan levantó la vista hacia el cielo y logró vislumbrar unas luces de colores. Podía ver la tienda de campaña a lo lejos, pero le había parecido ver la figura de un ser que estaba cerca. Pensó que era similar a la de un alienígena. Asustado por la criatura fue en busca de su novia.


—Gina —la llamó Fidel. Ella estaba de espaldas, se volvió hacia él solo un momento, luego regresó la vista hacia el lago.

—Me asustaste, creí que eras Dan.

—Dan está preocupado por ti —camino hacia ella y se sentó a su lado.

—¿Así? pues no me importa.

—Deberías reconciliarte con tu novio.

—No eres el indicado para decir eso.

—Tampoco tu estas en lugar para enojarte con él por que te engaño —Gina levantó la mirada hacia a él, tomándola por sorpresa—¿o me equivoco? —la tomo del rostro y la acerco hacia él. Fidel enganchó sus labios con los de ella, por un momento Gina quiso apartarse, pero de un momento a otro, se dejó llevar por el agarre de su amante —Aun recuerdas lo que hicimos el último fin de semana ¿verdad? —dijo en un susurro al separarse por unos segundos—. Solo hemos estado juntos para pasar el rato, ya deja de hacerte la sufrida y reconcíliate con tu novio —Ella lo observó con los ojos muy abiertos. Fidel soltó una risita, le dio un pequeño beso en sus labios cerrados y se levantó para irse.


—¿Qué te ocurre, Elmer? —Daila tomo su brazo, estaba preocupada.

—No lo sé, me siento raro —Elmer se estremeció, sintió un dolor muy fuerte que iba de la cabeza a sus pies. Sus brazos y piernas se doblaron, las venas resaltaron en su frente, ni siquiera podía gritar, sentía que se moría de dolor. Entonces sus ojos se tornaron de un color amarillo mostaza con venas rojas al rededor y la pupila en una mezcla de color azul y púrpura, con líneas anaranjadas en la iris. Se quedó quieto, sentado, con una mirada fija y concentrada al frente.

—¿Elmer? —pronunció Daila, asustada. Elmer de inmediato giró la mirada hacia ella.


—¡Hijo de...—Fidel esquivó el golpe de Dan—Vine por Gina ¡y los encuentro besándose!

—Lo que quieras resolver, no lo hagas conmigo, sino con Gina—Fidel lo aparto de un empujón.

—¡¿Qué les pasa?! —Gina apareció tras ellos.

Se escuchó el grito de Daila, Fidel, al instante, corrió hacia la casa de campaña, la cual se movía de un lado a otro con brusquedad. Gina quería ir a ver lo que pasaba, pero Dan la detuvo.

—¡Maldita perra! ¡Estuviste chingándome la madre y mira quien era quien se iba a revolcar como... —Dan señalo hacia donde se había ido Fidel, pero se percato de que Elmer lo estaba golpeando en medio de un charco de sangre. Atemorizado, al igual que Gina, la tomó del brazo y echaron a correr.


...


—Elmer —lo llamó su compañero de celda—Enserio ¿no recuerdas nada?


Elmer negó con la cabeza, en una lentitud extraña.






































22. Oktober 2019 04:58 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Das Ende

Über den Autor

Ocampo Vargas * Escritora novata, compulsiva, apasionada. Lectora entusiasta. Suelo incursionar en diferentes géneros. Disfruto mucho escribir cuentos locos y alucinantes; muchos de ellos puedes encontrarlos en esta cuenta. Gracias de antemano por pasarte por aquí.

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