-Deberíamos hablar de algo.
-Tal vez.
-O tal vez no. ¿De qué hablaríamos? Después de siete años hablando todos los días ya hemos gastado todos los temas de conversación.
-Sí, tienes razón. Justo en la primera semana que conversamos nos quedamos sin que hablar.
-Sin embargo seguimos aquí, sin decidirnos a irnos a pesar de que ya son casi siete años sin que hablar.
-¿Siete años dices? Pensé que eran más.
-El tiempo pasa lento cuando no hay nada de qué hablar.
-Sí, tienes razón.
-Deberíamos irnos.
-Sí, deberíamos…
-Pero no lo haremos.
-No debemos.
-¿Qué hora es?
-No tengo reloj, nunca he tenido y nunca me ha importado tener.
-Tienes razón, yo debería botar mi reloj.
-Sí, deberías…
-Pero no lo haré. Sí lo hago: ¿cómo sabría si es de día o de noche?
-Puedes mirar al cielo.
-Al cielo, sí claro.
-Al sol...
-¿Al sol? El sol... El sol últimamente no ilumina. Parece que está triste.
-¿Por qué estaría triste? Él no tiene que preocuparse por buscar de que hablar.
-¿Cómo podría distinguir el día de la noche si no hay luz?
-Pues con un reloj.
-¡Ah, claro!
-Necesito ayuda para hablar. ¿Cómo debería actuar?
-Deberías ser tú mismo.
-Y, ¿quién soy yo?
-Eres quien quieres ser.
-Y, ¿quién quiero ser?
-Si no lo sabes es mejor que no seas.
-Intento no ser pero igual estoy.
-No puedes estar si no eres. Si no eres no tiene sentido estar. Eso dicen los que estudian quienes son y donde están. Yo solo lo he simplificado, aunque simplificar es mutilar. ¿Qué pasa? Luces algo pálido. ¿Es por lo que estamos hablando?
-No, es que hace poco fui desenterrado. Tú también estás pálido. ¿Te pasó lo mismo?
-No. Yo evito tomar el sol, para parecer muerto.
-¿Quién quería parecer un muerto?
-No digas cosas absurdas. ¡Claro que un vivo! No sería un muerto.
-Tienes razón.
-A ti, ¿por qué te han enterrado?
-No estoy seguro. Parece ser que me confundieron con un muerto.
Vielen Dank für das Lesen!
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