lordjoker Byron Cobos

el recuerdo de una mente extraviada en el tiempo, hace creer que la realidad es distinta a lo que fue


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#locura #recuerdo #ansiedad #332 #343 #347 #microrelato
Kurzgeschichte
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Sueños

El día era cálido, las nubes habían desaparecido hace un par de días, el sol quemaba con fuerza las tardes, la arena brillaba, las aves cruzaban el cielo con peces en sus picos, a veces se clavaban de alturas que hubiesen sido suficientes para desbaratarlas pero eran expertas en eso; siempre llegaba en la tarde , a esa hora cuando el sol empieza a ocultarse, cuanto el cielo se tiñe de rojo y lentamente ese color se va oscureciendo, tenía la costumbre de llegar a esa hora porque algún momento llegarían, con ansias esperaba por su niña, ella era el motivo principal por lo que valía la pena esperar, este ritual lo llevaba a cabo desde hace 5 años, colocaba un recipiente con agua en la estufa, preparaba el té, luego salía de la cabaña y se sentaba mirando al mar, tratando de distinguir a lo lejos alguna silueta conocida, a pesar de la espera siempre permanecía sentada, cantando una canción que apenas era un susurro, también reía entre dientes recordándola; hasta que el sol se ocultaba y la oscuridad de la noche lo envolvía todo, entonces se ponía de pie y regresaba a su habitación, bebía el té, caminaba por la casa, registrando cada rincón, intentando mantener el mismo orden de las cosas desde hace cinco años atrás, las habitaciones se veían como si el tiempo se hubiera detenido en ellas, solo había cambiado un poco el color de las cosas, eran más pálidas que antes, el resto seguía intacto.

Entonces ya el cansancio la ganaba, se sentaba en el filo de la cama, con ese oso que le había regalado hace ya bastante tiempo, tenía solo un ojo, además un brazo estaba a punto de caerse, lo miraba por unos minutos, luego le decía al oído, pronto volverá, apagaba las luces y dormía intranquila, a veces despertaba entre la madrugada inquieta y con angustia, miraba el reloj y luego intentaba conciliar el sueño, miles de vueltas en la cama después caía rendida, hasta que el sol brillara otra vez.

Siempre la misma rutina desde hace cinco años, lo único que cambiaba eran los días, el clima, y su rostro; pasaron muchas semanas donde las tormentas agitaban el mar, también semanas donde la lluvia no amainaba, otras donde la sequía no daba tregua, noches frescas, otras demasiado frías, algunas claras por el brillo de la luna, otras demasiado oscuras que hacían sentir más profunda aun su soledad, cuando eso sucedía siempre se preguntaba, ¿sonde estará?, ¿acaso no siente le frio?, ¿acaso no tiene sed?; se estremecía al pensar que le faltaba alimento o bebida, aun así no podía hacer más que esperar, esa fue la promesa que le hizo cuando partió.

Según el pronóstico del tiempo esta semana seria calurosa, las temperaturas se elevarían un par de grados más que antes, así que era un privilegio tener el mar en frente, el lienzo azul del cielo tenía un tono amarillento particular, como si a lo lejos miles de señales de humo se encendieran y luego se disiparan en el aire, al igual que otros días llegaba a la tarde y el sol de a poco se iba ocultando, otra vez el mismo acto, las mismas acciones, el mismo corazón en espera, a pesar del tiempo no perdía las esperanzas de verla volver.

Ya la noche cubrió todo el firmamento, regreso a su recamara, se recostó y el sueño le venció; algo sonó con fuerza, se despertó asustada por el estruendo, se sentó entre la oscuridad intentando encontrar el reloj mientras encendía la lámpara, miro el reloj , tres y treinta am pero algo la inquieto, se levantó de la cama y camino hacia la ventana, abrió la cortina y fuera se veía como una tormenta arrasaba con las palmeras y una que otra embarcación pequeña que desafortunadamente no había sido sujeta con fuerza en algún muelle distante, pero algo extraño sucedía, a pesar de la fuerza del viento, no podía escuchar como este azotaba ese lugar, podía escuchar las manijas del reloj pero no la tormenta, creyó que solo era una visión, entonces decidió salir de la casa, abrió la puerta y una ráfaga de viento aventó la manta con la que se cubría, incluso ella casi sale despedida hacia la sala, entonces cerro con dificultad la puerta, no entendía que es lo que sucedía, fue a la cocina por un vaso de agua, asustada por lo ocurrido volvió a su habitación, se sentó y abrazo el oso desgastado, entonces de a poco el sonido de la tormenta empezó a crecer, además la casa empezó a mecerse de un lado a otro como si fuera a desarmarse, se aferró a la manta que le cubría y cerró los ojos mientras rezaba, cada vez el viento golpea con furia las paredes de la casa, sentía como si el piso se elevara y caía repetidamente, no tenía a donde huir, no tenía otra opción más que esperar, ¿qué haría si no la encontraba esa noche? , decidió quedarse a pesar de la tormenta, a pesar de que sabía que si las cosas seguían así quizás ella ya no vería una vez más la luz del sol.

Mientras rezaba sentía como la arena se filtraba por las ventanas, por las diminutas rendijas, a veces sentía como también se filtraban entre sus pulmones, pero algo la perturbo sobremanera, un golpe muy fuerte y seco en la puerta, como si alguien hubiese lanzado una piedra, pero el sonido fue tan fuerte que se levantó a ver que sucedía, envuelta en la manta, camino por el pasilla hasta la puerta, abrió lentamente tratando de que el viento no la empujara con fuerza, entonces en el portón vio como una pequeña gaviota intentaba sacudir sus alas, la recogió con delicadeza, el ave quizás asustada por la tormenta se dejó levantar del piso, cerro otra vez la puerta con el animal en sus manos.

¿Qué te ha pasado pequeñita? ¿Qué hacías a esa hora entre la tormenta?, la reviso con cuidado, extrañamente el ave no tenía miedo, entre su plumaje blanco había manchas rojas en sus alas, al parecer se había lastimado entre el rebullicio de la tormenta, entonces recogió un par de vendas que tenía en su velador, antes la limpio con agua y un poco de alcohol, su ala derecha estaba rota, busco en la cocina algo rígido y se lo coloco en el ala, la abrazo por un tiempo, hasta que el ave parecía cansada, la coloco en una caja de cartón, junto al sillón de la sala, cubrió la caja con una manta para que el ave no intente escapar, afuera la tormenta aun azotaba la costa, a pesar del miedo decidió regresar a la recamara e intento dormir, pasaron unos minutos y se durmió; entre sueños escucho una voz a lo lejos, le llamaba, con mucha insistencia, cada vez era más fuerte, un impulso la despertó, era solo un sueño, dijo para sí, pero lo sentía muy real, con el sudor en la frente se sentó otra vez, apenas había pasado unos minutos, apenas eran las tres y treinta y ocho pero creyó haber dormido más tiempo, entre el ruido de la tormenta escucho que en la habitación de al lado había alguien, en esa habitación que hace cinco años estaba vacía, creyó que era el ruido de la casa al ser sacudida por el fuerte viento, pero otra vez el ruido de pasos le perturbo, se escuchaba como alguien caminaba, como si alguien saltara sobre la cama vacía, como si alguien buscara en el closet, como si alguien cantara una la misma canción que ella cantaba mientras esperaba; la voz le era conocida y desconocida a la vez, otro golpe sobre la pared la asusto, luego en la puerta, entonces lo inesperado sucedió, escucho como en la cocina caían los cristales al piso, como las ventanas se quebraban, escuchaba como las columnas de madera se quebraban, levanto de la habitación y fue a investigar de donde venía el ruido, abrió la puerta y se dirigió a la habitación de donde escucho el ruido, pero ahí no había nada, las cosas seguían en su lugar, se dirigió a la cocina, mirando el piso para no pisar los cristales rotos, pero no había señales de que algo se había quebrado, camino hasta que la mitad de su cuerpo estaba ya dentro de la cocina, miro alrededor pero las cosas seguían donde las había dejado; reviso cada percha pero todo estaba en orden, quizás es la casa que está a punto de salir volando con el viento, pensó, pero al girar algo emergió de la esquina de la cocina, se lanzó hacia ella con brusquedad que la hizo caer de espaldas, se golpeó la cabeza, aturdida en el piso observo como la gaviota que rescato intentaba salir, varias veces se lanzaba contra la puerta hasta que en un momento determinado esta se quebró, y el ave logro salir, pero el agujero en la puerta hizo que el viento fuerte de la tormenta la derribara, entonces allá, entre el viento de la tormenta y la negrura distinguió una figura blanquecina, un bulto pequeño, esta figura caminaba hacia el mar, agitada y adolorida se sentó un momento, intentando recomponerse, levanto la vista otra vez y allí la encontró, parada afuera entre la tormenta, tenía el mismo vestido que llevaba aquella vez que partió, los pies descalzos, y su mirada brillaba entre la oscuridad, contenta por verla otra vez se incorporó de inmediato, corrió hacia la puerta, intento alcanzarla; pero ella la llamaba, entre el ruido de la tormenta camino hacia el mar, un brillo rodeaba su cuerpo, espera, grito, regresa, te estuve esperando, pero su voz casi no se distinguía, entonces corrió con prisa para alcanzar pero no lo consiguió, estaba lejos, pero en su cabeza escuchaba su voz, síguela, ella te guiara, no tardes, ella te guiara, te estoy esperando, aun te espero; entonces la gaviota que había rescatado ahora intentaba levantar el vuelo entre la tormenta, su blancura se distinguía entre la oscuridad, el ave regresaba la vista a ella, y otra vez intentaba volar, en repetidas ocasiones lo hizo hasta que logro levantar el vuelo, ella la siguió , como cuando los marineros se guían por las estrellas, el ave siempre mantenía una distancia que permitía no perderla de vista, llego a la orilla y se embarcó en una canoa vieja, busco los remos y se lanzó al mar, tratando de no perder el rastro, tratando de seguir a la gaviota.

El mar enfurecido no daba tregua, el viento agitaba la embarcación con fuerza, a veces las olas eran tan altas que empapaban por completa a la solitaria tripulación, ella trataba con todas sus fuerzas de avanzar mar a dentro, intentaba no perder el rastro de la gaviota, pero la tormenta cada vez se hacía más fuerte hasta que en determinado momento volteo la embarcación, perdida entre la negrura del mar intento aferrarse a los remos o a la barca pero no lo consiguió, sentía como el agua inundaba sus pulmones, el aire le faltaba, pataleaba para intentar salir a flote pero se hundía cada vez más, desorientada por la oscuridad sentía como su vida se le escapaba, su mirada se tornó borrosa, pero el mar embravecido la devolvió a flote, una ola enorme le ayudo a retornar a la superficie, un golpe en su cabeza por los maderos de la embarcación destruida le ayudo a volver en sí, sola, a la deriva flotaba entre la negrura de la noche, pero eso no le hizo desistir, recompuesta, al menos un poco, busco entre la oscuridad del firmamento la señal, y allí estaba, un pequeño punto blanco entre tanta oscuridad, se alejaba y se acercaba, a pesar de la tormenta nado hacia la señal, varios minutos después llego a una playa, la gaviota se había posado en una palmera en la cima de un acantilado, débil y con golpes por todo el cuerpo, sintió una bendición encontrar tierra firme, pero el cansancio pudo más que ella que solo se dejó caer.

El sonido de las olas ahora era más calmo, sintió como el calor le quemaba el rostro, entonces despertó, al abrir los ojos vio como brillaban los granos de arena, sintió como sus manos se apoyaban sobre la arena de esa playa desconocida, se puso de pie, miro alrededor, era un lugar desconocido, no había señales de habitantes, ni casas, ni muelles, solo vegetación y un acantilado que se levantaba al menos veinte metros y sobre este crecía mucha vegetación, recordó lo que había pasado en la madrugada, aunque no estaba segura si había pasado mucho tiempo desde que azoto la tormenta hasta ese momento, busco rastros del ave que le había llevado hacia ese lugar, pero no encontró señal alguna, camino por la playa intentando reconocer al sitio pero no consiguió nada, entonces se dirigió hacia el acantilado, el terreno hacia ese lugar era bastante complejo por las rocas y también por la vegetación, entonces algo le llamo la atención, mientras se abría paso entre la vegetación encontró un pedazo de tela descolorida amarrado a un madero, parecía una pequeña bandera clavada en el suelo, al recogerlo ella reconoció de inmediato a quien pertenecía esa señal, esa tela era del vestido con el que había partido aquella tarde, era un vestido floreado de color gris, entonces ella sonrió y se dio cuenta que estaba cerca, que al fin, después de tanto tiempo la volvería a ver, entonces grito su nombre con fuerza, esperaba que en ese sitio solitario ella la escucharía, avanzo entre rocas y plantas, sin tener la certeza de que ese era el camino correcto, aun así la emoción de saber que ella estaba allí le llenaba de esperanzas, mientras avanzaba dejaba señales para recordar el camino que estaba recorriendo, quebraba algunas ramas de los árboles y formaba una especie de flecha para recordar la dirección que había tomado; sus ojos investigaban hasta donde la vista alcanzaba, distinguió entre una hojas secas otra señal, la recogió y se la apretó contra el pecho, sabía que ellas la llevarían hasta donde ella esperaba, avanzo con prisa, sabía que el camino era el correcto así que ya no se preocupó por dejar señales de donde avanzaba, cuando encontró la última señal se encontró en la base del desfiladero, este se unía mas allá con el mar, muchas aves sobrevolaban ese lugar, pensó que la gaviota del día anterior provenía de ese sitio, y que de alguna manera ella la había enviado para que la encontrara, investigo el lugar, y distinguió que en la base del acantilado había una especie de abertura, corrió hacia aquel lugar, y en efecto, había una cueva, se internó en ella, camino un par de metros, el sitio tenía apenas una luz tenue, que alumbraba el lugar, camino un par de metros más pero una roca la hizo resbalar, cayó al suelo y sintió como el agua salada salpicaba por todo su rostro, en el sitio estaba empapado por el agua del mar, imagino como las olas llegaban hasta ese lugar cuando la marea crecía, levanto la vista para incorporarse pero al hacerlo vio como unos pequeños y delicados pies se recogían, allí estaba ella, la había estado esperando desde hace mucho tiempo, estaba sentada en una roca, encogida de brazos, temblando de frio, con la mirada perdida; se puso de pie y la estrecho entre sus brazos, lloro de alegría al sentirla otra vez junto a ella, ¿Qué ha pasado? Le pregunto mientras retiraba los mechones de cabello que le cubrían el rostro, sintió su aliento frio, ella la miro a los ojos, pero no contesto, estoy aquí, ya nada nos separara, le dijo; en cambio ella tosía, pero son dificultar le hablo, ¿Por qué has tardado?, te estuve esperando desde hace mucho, quizás es tarde; no lo es contesto, ya estoy aquí, volveremos a casa pronto; no lo haremos respondió, no podemos hacerlo, ya es muy tarde; entonces en agua salada empezó a entrar en la cueva, con temor miro como el lugar se inundaba; te sacare de aquí le dijo, pero cuando trato de levantarla ella ya no respondía, despierta por favor, le grito, intento reanimarla, la sacudió, la abrazo con fuerza, intento abrigarla con su aliento pero nada de eso funciono, había muerto, su frágil cuerpo no había resistido, la cueva seguía inundándose con más rapidez, entonces consiente de la situación la abrazo con fuerza y lloro sobre su rostro, acaricio su cabello, sus manos, sus brazos delgados; intento sujetarla con fuerza para salir de ese lugar pero un líquido viscoso, quizás proveniente del mar, se había mezclado con el agua, y al tratar de mover el cuero este resbalo de sus manos y cayó al agua, intento otra vez levantarlo pero no lo consiguió, las lágrimas en sus ojos aun caían, la cueva se llenaba de agua tan rápido que con desesperación trato de levantar a su niña para despedirse de ella por última vez, pero lentamente esta se iba desvaneciendo en el agua de mar, con rabia trato de sujetarla pero ya su cuerpo formaba parte de esa sustancia viscosa que estaba presente en el agua. La cueva se había inundado casi por completo, la tristeza y el dolor de haberla perdido en ese lugar le tentaron a quedarse allí, lo pensó mucho, el aire iba escaseando, entonces decidió bucear por la cueva inundada hasta encontrar la salida, una luz tenue brillaba en la superficie así que nado hacia allí, ya fuera de la cueva solo aferraba entre sus ,anos los pedazos de vestido que ella había dejado como señales, lloraba al saber que se había ido, que jamás volvería a verla, lloraba porque el mar se la había llevado y ya no podía recuperarla, camino hacia el acantilado, la vista nublada por las lágrimas, de rodillas sobre la arena intento calmarse pero no lo consiguió, un nudo en el estómago le impedía tranquilizarse, entonces agacho la vista, un sentimiento de terror le invadió al mirar que sus piernas estaban muy delgadas y que a estas la cubría un vestido gris, con flores, y en uno de sus costados tenía unos agujeros de tela, que antes habían sido rasgados.

3. Juni 2019 04:45 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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