No sé que te pasa. No sé que tenes! Si cada palabra hace que te molestes. Y tal vez la tontería abunde en mi ser pero al desgaste del tiempo, no lo quiero creer. Te busco la mirada al besarte y no te puedo encontrar, estás anestesiada con el mundo artificial y te gusta beber de la savia de lo superficial, alterando las costumbres que solíamos disfrutar. Yo sé que alboroté el bosque alguna vez con mi pesadilla y que he tenido que dormirme en el sabor de una pastilla, pero hoy tu trato altera el orden natural de las cosas como eran en nuestro amor sentimental. Las mentiras ya dichas, los momentos de soledad y tus nuevos amigos no los puedo tolerar. Y me da asco e impaciencia tu horario laboral y las cosas que me pasan que no puedo relatar. Los chicos me reclaman donde está mamá y vos venís muy tarde con muy poco que contar. Y cuando ellos se duermen, cuando la noche es verdadera, siempre intentas escaparte de alguna manera. Nerviosa ante el susurro, oscura ante el cariño, te ocultas entre el humo de nuevos cigarrillos y tus manos están muy frías para el amor...
Adiós! Hermoso deseo de mis años hermosos, adiós a la impaciencia y a la desolación. Adiós a mis pasos flojos detrás de los tuyos firmes. Adiós a la certidumbre de sentirme un perdedor. Adiós al vano misterio en que me han enredado tus ojos. Adiós al traicionero portazo del rencor.
Muchas cosas hemos dicho caminando por la sombras. Y es mi boca la que te nombra exigiéndole pasión, a la tuya, que se encierra en una estúpida obsesión de combatir ante el infierno que pasó. Así, todo se hunde en el pozo y no hay ningún relajo en mi. Debo entender mi camino y disponerme a seguir, porque mi lugar ha sido vencido y ya no puedo vivir, rogando que vengas conmigo a sentir. Adiós mi dulce deseo! Adiós mi vieja voluntad! Cuando crucé los caminos, no sabía donde iba a llegar. Yo pensé que venías conmigo y que podíamos atravesar, cualquier cruel destino que tuviésemos que enfrentar. Pero me has soltado la mano y te dejaste llevar, y ahora te pareces a todos ya no eres tan singular. Te han cambiado los ojos, aprendiste a recular. Y vas regulando el cariño para no darme demás. Pero me has perdido en el verso. Me has perdido en el beso y me has perdido en el gesto queme quieres regalar. Tú! que habías calado en mis huesos y tenias el control de mi cuerpo y decidías hasta que me podía gustar! Hoy estas desconectada y ya odias hasta mis suspiros , incapaz de poderme tolerar. Adiós debo decir porque ya se ha dicho todo y si vuelvo a preguntarte si me dejas quedarme a tu lado. Solo, no abras la puerta y cierra bien con candado, así no corres el riesgo de tenerme aquí encerrado, esperando que regreses del trabajo, sospechando que allá afuera te están dando lo que en casa no puedes encontrarlo. Se nota tu cansancio dulce mía y supongo que la culpa es mi obsesión. Debo irme ahora que estoy cuerdo y por mi cuerpo desborda la razón y estoy hueco por el fastidio de tu cínica reacción y por tu trato farsante , lleno de maldad y mentira, que me hace sentir tan inmigrante en mi propio territorio. Pero todo está distinto en la fría habitación , me estoy acostumbrando a la angustia de la soledad y la desolación, sirve que me dejes practicando la reacción para cuando decidamos pero esta vez los dos, que es el momento sensato para decir adiós, aunque hayas salido hace rato, y yo ahora estoy saliendo , después de vos.
Vielen Dank für das Lesen!
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