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Presley Jensen es una Detective de la policía de Xinners City, con una vida laboral y social aburridas, un pasado que se guarda para sí misma y un macabro futuro aguardando. Pronto se verá envuelta en un caso que cambiará algo más que su simple rutina... transformará su vida para siempre. Un grupo de personas forman parte de una organización autombrada como "Los Purificadores", personas con los fervientes ideales de hacer del mundo una utopía, están 'eliminando' de raíz el mal que en él habita. Son sus métodos y argumentos los que pondrán a prueba la moral de la Detective Jensen y, aun más, las tuyas.


#61 in Thriller Nicht für Kinder unter 13 Jahren. © M. E. Cáceres

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1. Una vida ordinaria

Otro día. Nada más que otro aburrido, insípido y patético día para la Detective Presley Jensen. Su rutina es bastante sencilla: levantarse a las 6 a.m., luego de que la pantalla holográfica de su alarma destelle a un lado su cama de plaza y media que carece de acompañamiento; ir al baño, orinar, enjuagarse los dientes, lavar su rostro y dedicarle una sonrisa sarcástica a su cara de adolescente malhumorada frente al espejo; tomar un café en la cocina, en su opinión lo mejor de sus mañanas; seleccionar una vestimenta de colores deprimentes que le queda media talla más amplia, lo que le hace notar que ha adelgazado nuevamente; para finalmente, dirigirse al Departamento de Policía de Xinnerz City en el anticuado coupé que su padre le ayudó a conseguir. Algo de burocracia, no le suelen ofrecer casos importantes, o excitantes como los que archivaba, sólo casos menores, prácticamente sin importancia; casi nunca estaba en el campo, junto a "la acción". Sentía que valía mucho más y a la vez se disgustaba consigo misma por no reclamar por ello. Trabajar para un jefe que no vería el crimen ni debajo sus propias uñas. 《No es tan difícil, maldito bufón. Vives literalmente en una de las ciudades con más caos del país》, era el pensamiento recurrente al observar la incompetencia de su superior. No era muy sociable, más que alguna que otra charla breve y muy ocasional con sus colegas por fuera de lo laboral, pero no tanto como lo era con su padre, Hal, con quién hace casi seis años no se veía. Sus relaciones siempre fueron cortas y flojas, su última relación amorosa había terminado hace apenas un mes y duró un tercio de esa cantidad. Liberaba tensión practicando un poco de box, sentía que al menos para eso era buena. Pasaba más tiempo en la oficina que disfrutando su propia vida y eso le resultaba molestamente gracioso de alguna manera, ya que le hacía recordar a su madre: «Vive, querida mía. Y aprovecha bien tu tiempo, no quiero verte desperdiciar tu vida tras un escritorio o arriesgando tu vida, el mundo es un lugar perverso, tú vive». Y más adelante descubriría por las malas, que esa señora tenía mucha razón.

De regreso en su apartamento, en el sexto F; ingresó y las luces encendieron automáticamente. Una pequeña pantalla con identificador en la entrada anunciaba en letras pequeñas la llegada de la Detective al hogar. Llegó hasta el sofá en la sala, puso su arma en la mesa ratona, tiró su abrigo sobre otro sillón y se echó sobre el sofá. Comenzó a pensar en lo frustrante que se había convertido su vida: siempre fue destacada en sus notas en el colegio, la Escuela de Leyes, en el entrenamiento del cuerpo Policial e incluso pasó los exámenes para Detective a la primera; pero nadie querría compartir mucho con la sabelotodo, pareciera que en lugar de asignarle mejores tareas, ser rata de escritorio era la mrjor apuesta debido a su desempeño académico. Se sintió vacía, sin vida, nada emocionante ocurría en su aburrida y tediosa existencia, a no ser por alguna película de esas que se quedaba viendo hasta pasada la medianoche o algún libro de romance, aventuras o thrillers policiales que su tía Clarissa, con la cual compartía la misma edad de veintisiete años, le había regalado para que le sirvan de compañía en las noches solitarias. Ella ya estaba viviendo su propia historia casada con Tom, un sagaz hijo de perra en la rama de la abogacía.

Elevó su vista al techo, recostada en el sofá que ya no estaba tan mullido como antes. Se incorporó y revisó su pulsera Vonix. Navegó entre las opciones holográficas que aparecieron frente a ella, buscó entre el menú deslizando los íconos que iban mostrándose con su mano derecha. En una esquina figuraba la hora, 9.16 p.m. Un mohín apareció en su rostro, era algo tarde. Se dijo para sí que no estaría mal ver alguna película para completar la rutinaria jornada y se estremeció al oír repetidos y violentos golpes en su puerta.

La Detective se levantó del sofá, tomó su arma y se acercó a la entrada en sigilo mientras que el sonido continuaba repetiéndose. Unas veces en su puerta, otras enfrente, en la puerta de otro vecino y de otro. Cuando hubo llegado a la entrada intentó ver por la pantalla, halló la opción de la micro-cámara. Era uno de los vecinos del edificio, precisamente del 4B, Jack Sullivan. No eran muy afines, solía cruzarselo y responderle el saludo de vez en cuando en el elevador o rn la entrada. En este punto se planteó que no sólo debió averiguar cómo era la zona de lo que se convertiría en su hogar desde hace ya cinco años, sino también a cada inquilino. 《¡Vaya detective!》, se dijo en los milisegundos que ese pensamiento pasó por su mente. Los golpeteos con desesperación continuaban. Lo veía ir y venir, desesperado, iba de puerta en puerta, pidiendo por auxilio. Jensen abrió la puerta y apuntó en ambas direcciones del pasillo. Sullivan la vio.

—¡Por favor, por favor! Viene detrás de mí. ¡Está loco! ¡Mató a mi colega! —decía, agitado.— ¡Tú! E-eres policía, ¿cierto? ¡Por favor! Estaré seguro contigo. ¡Haz algo! ¡Te estoy hablando!

Jensen lo vio de reojo mientras revisaba el perímetro, sin bajar el arma fue hasta las escaleras. Regresó hasta la puerta e hizo un gesto para que se mantuviera en silencio.

—Vamos. Pasa. —ordenó en voz baja.

Sullivan ingresó corriendo cual atleta olímpico, pero trastabillando por el susto que llevaba encima.

Ella retrocedió lentamente de espaldas al interior sin dejar de mirar a ambos lados, cerró la puerta y la aseguró. Revisó la pantalla de la entrada.

—Gracias... ¡Gracias! Me salvaste la vida. ¡Oh, maldita sea! —alegaba el hombre asustado, intentando recuperar el aliento.

Presley oprimió el Vonix.

—10-0, aquí la Detective Jensen, reporto un posible 10-14, tengo un testigo en mi apartamento que dice haber presenciado un homicidio y que está siendo perseguido. Envíe refuerzos y paramédicos a mi ubicación, enviando detalles.

—10-4, Detective. En unos minutos estarán allí. —Le respondió una voz masculina desde el Vonix.

—Copiado. —informó la Detective Jensen y cortó la comunicación—. Y tú. —dijo volviéndose hacia Sullivan. —Me dirás que carajos está sucediendo.

—S-sí, por... por supuesto.

—¡Ahora, pollito mojado!

Sullivan dio un pequeño sobresalto, asustado por el pedido tosco de la Detective.

—¡Claro! Claro...

Jack Sullivan se levantó del suelo, estaba ubicado casi al final del apartamento, junto a la ventana. Abrió la boca para comenzar a hablar pero fue interrumpido por un pequeño sonido en el cristal. Si hubiese podido describir la escena, él hubiera dicho que ese golpeteo le robó la respiración, pero no hizo falta ya que su expresión lo decía todo. Sullivan giró aterrado. Jensen dirigió su vista a la ventana apuntando con su Glock y vio un dispositivo pegado en el exterior del vidrio de la sala que tenía una diminuta luz parpadeante. Una imagen de un dispositivo similar hallado en un caso sin resolver pasó rápidamente como un destello por su mente. Inmendiatamente en ese momento le dio la orden a Sullivan de que se cubriera, pero diminuto dispositivo hizo un estallido que no le permitió hacer movimiento alguno y lo impulsó hacia atrás, azotándolo contra el suelo.

Varios pedazos pequeños de cristal se esparcieron por la sala. Presley Jensen había alcanzado llegar detrás del sofá para cubrirse de la explosión y algunos pequeños fragmentos del cristal rasparon de manera casi imperceptible su brazo y hombro derecho, quedando algunos junto otros fragmentos de madera en su cabello. El aire frío ingresaba del exterior y con él, un tipo alto vestido de negro y encapuchado.

La Detective Jensen oyó el aterrizaje del desconocido sobre los cristales en el suelo. El ruido de la ventizca resonaba en el interior junto con el sonido del tráfico en la lejanía. Levantó la vista furtivamente para ver lo que estaba sucediendo. No logrababa ver la cara del sujeto que había ingresado violentamente al departamento, esta permanecía cubierta por una gran capucha y su mentón estaba cubierto con un pañuelo oscuro, del mismo tono qe toda su vestimenta sombría, como si se tratara de la misma parca. La corriente de aire hacía que su tapado permitiera entrever unas correas sujetas al cuerpo, que incluso llegaban a sus brazos, con diferentes tipos de cuchillos, en la cintura uno más del lado izquierdo y una pistola del lado derecho. Tenía unos guantes negros de cuero; unas botas del mismo color y material que llegaban a la mitad de sus pantorrillas, de una de ellas se podía vislumbrar el mango de otro cuchillo, este último un poco más grande que los demás, con una empuñadura plateada y algunas tiras finas de cuero rojo enrolladas en ella.

—Te encontré... Desecho. —dijo en una voz grave y profunda que recorrió toda la habitación.

El desconocido tomó uno de los cuchillos que llevaba en una correa del brazo izquierdo y avanzó hacia Jack Sullivan. La Detective Jensen salió de atrás del sofá y lo apuntó.

—¡Alto, Policía de Xinnerz Citt! —ordenó Jensen. —Un paso más y estarás en problemas.

Un pedazo del vidrio destrozado terminó de caer al suelo. —Aún más problemas. —terminó de sentenciar, Jensen.

El extraño se detuvo, sin mostrar su rostro y, aparentemente, sin apartar la mirada de Sullivan.

—Arroje el cuchillo al suelo y ponga las manos en la cabeza. Queda bajo...

—¿Bajo arresto? —interrumpió a la Detective Jensen. El silencio reinó por otros segundos por todo el lugar, quitando el ruido del exterior—. Hazte un favor y mantente fuera de esto, Inerte.

Su voz, grave y profunda, era tajante en su cadencia; no se apuraba al hablar y parecía bastante calmado. Dio otro paso hacia Sullivan, el cual intentaba incorporarse y se arrastraba mirando con horror al desconocido.

«¿Qué cara...?», se dijo para sí misma, Jensen. Mantuvo el arma apuntando al encapuchado.

—¡He dicho que se detenga! ¡Está es su última advertencia! ¡Arroje ese maldito cuchillo en este puto instante!

El extraño se detuvo por segunda vez. Giró su cabeza hacia la Detective esta vez, manteniendo su rostro oculto. Enseñó su cuchillo, en señal de rendición y lo devolvió a la correa. Con sus dedos parecía haber tomado algo, tan disimuladamente que escapó de la vista de Jensen.

—Tú no entiendes nada, Inerte. Este es un Desecho y es justamente por lo que estoy aquí. Para deshacerme de él y limpiar este—se detuvo un segundo y retomó— ...mendigo lugar. —Nuevamente mirando a Sullivan, sentenció: — He venido a Purificar.

—Mantenga la boca cerrada. Ponga sus manos en la cabeza.

El encapuchado hizo lo que se le ordenó y retrocedió unos pasos hacia la ventana, quedando de frente a la Detective.

—La Ley... permiteme preguntarte, ¿crees en ella? ¿Puedes tú darte el exhuberante lujo de confiar en algo tan banal como la Ley escrita por el hombre? Dime, ¿acaso crees que escorias como este sujeto merezcan "la Ley"?

—Iluminame, ¿qué ha hecho esta "escoria" como tú le llamas?

—Evidentemente no conoces tan bien a este tipo. Se nota en tu rostro, Inerte. Lo siento, pero ya es tarde para él. Aunque no para ti...—levantó el rostro hacia la Detective y ella logró notar un brillo extraño en los ojos del sujeto, el cuál se daba por la luz que apenas lograba colgar apenas funcional desde el techo—, Jensen.

—¿Qué dem...? ¿Quién es usted? ¡Identifíquese!—dijo apenas Jensen, vacilando al inicio y reponiéndose al final.

En ese momento de duda de la Detective, el encapuchado sacó sus manos de detrás de la cabeza y arrojó los dispositivos que había tomado unos momentos antes, cuando envainaba su cuchillo, de abajo de su brazo hacia Jensen. Los dispositivos lanzaron otra pequeña pero potente onda expansiva que la empujó contra la pared; dejándola mareada. El encapuchado se acercó a Sullivan y lo miró.

"Ni condenados ni libres, el Mal es un fuego que debe extinguirse y los Desechos como tú no pueden redimirse. Pronta está la era en que nos levantaremos por completo, e inmediata la Gran Guerra". Mientras tanto, Jack Sullivan, yo, Jadott, te Purifico.

Inmediatamente tras haber dicho estas palabras, el encapuchado tomó su arma en menos de un parpadeo y le propinó tres balazos en la cabeza a Sullivan. Las balas atravezaron una tras otra abriéndose camino por la frente del señalado Desecho y del hueco formado por ellas se formó un círculo pequeño, como si fuera un encendedor, rodeando la perforación. Sullivan estaba por caer cuando se logro incorporar y con su último aliento suspiró.

—E inmediata la Gran Guerra, Purificador.

La Detective se reincorporó. Vio su arma a unos centímetros de ella y luego miró hacia el sujeto junto el ahora cadáver de Jack Sullivan. Volteó para tomar su arma rápidamente. Cuando giró sobre sí, vio al homicida en la ventana.

—¡Deténgase ahí mismo! —volvió a ordenar Jensen, intentando mantener ambos ojos abiertos. Se había golpeado la frente tras la explosión del segundo dispositivo y tenía un corte sobre el ojo izquierdo.

El encapuchado hizo caso omiso y se dispuso a saltar. Jensen abrió fuego contra él mientras su imagen se desvanecía fugaz tras el salto. Corrió hacia la ventana pero no halló rastro alguno de él. Se había esfumado. A lo lejos se podían oír algunas sirenas y el continuo ruido del tráfico nocturno. A diferencia de su día, esta no había sido -en lo absoluto-, una noche ordinaria.

5. März 2023 02:27 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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