marcmenendez Marc Menendez

Toda historia tiene un principio y un final, lo mismo pasa con las personas y sus vidas. Hay principios malos o buenos, finales felices o deprimentes, pero el transcurso siempre es intenso, asombroso e interesante. La mente humana es de lo mas misteriosa, por eso te invito a entrar en mis recuerdos de toda una vida. Bienvenido a este camino fangoso, vamos a recorrerlo mano a mano. Cuidado, a veces aparecen pensamientos un tanto espeluznantes. Pero, ¿quién puede juzgar una história, un camino, una vida, sin antes recorrerla?


Abenteuer Nicht für Kinder unter 13 Jahren. © Todos los derechos reservados

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¿Te apuntas?

En esta vida existen dos tipos de personas: las que echan la mayonesa al lado de las patatas, gente que a la vez piensa que el frío es algo psicológico y, porque no, que también creen que el universo es una enorme caja de zapatos; y luego están los que echan la mayonesa encima, personas que mantienen la calma y que piensan con lógica, esas que te sacan de tus peores apuros y que luego se ríen de ti, pero con risa amistosa, ya nos entendemos. Pues tras llegar a esta conclusión sobre la división de la raza humana en dos grupos de personas, he de confesar que cuando me miro al espejo me siento vacío y no correspondido. Pues soy de los que no le echan salsa a las patatas. Efectivamente, el que cuando pillamos unas bravas para compartir entre colegas, picotea las de al lado, esas que no tienen ni una pequeña gotita de salsa, y que si la tiene, hace bailar la patata sobre el plato para limpiarla de tal atrocidad. Llámame loco, pero los que no echamos condimento somos los que tenemos la sangre mas viva, mas interesante y, como aclaración independiente a la intención de fardar, los que ligamos mas, con diferencia.


En contraposición, debo admitir que nuestra cabeza parece un jodido zoológico de animales ruidosos a todas horas, animales con distintas opiniones y con la intención de defender tales puntos de vista gritando y peleando con la palabra, la peor arma conocida hasta el momento; como si fuera a ganar el que grita mas, si aún no sabéis a que me refiero solo tenéis que encender el televisor y observar la basura de seres que abunda en su interior, generalizando en todo caso… Así es, me imagino mi coco como una inmensa sala donde abunda el eco. Reflexionad un momento, imaginad que situáis un centenar de cantantes de opera dentro de una inmensa catedral gótica, una de esas salas que retumban y hacen los sonidos infinitos, y mandáis a los cantantes de expresar su arte en una canción; eso sí, toda canción debe ser distinta y todos deben cantar al unísono. ¿Os imagináis la atmósfera que se crearía? Cien cantos distintos retumbando por las paredes y desembocando en un solo lugar, mis oídos. Pues esta es mi cabeza, una enorme sala parecida a la anteriormente nombrada.


Solo al entrar en la sala, de puerta de madera con las bisagras desgastadas, echo notable por el chirrido con el que acompañan todo movimiento de apertura o cierre, imagino una gran alfombra roja. No caer en el error de imaginarse una alfombra de felpa que acaricia los dedos de los pies, descalzos, al pisarla, pues por escaso presupuesto mental tal alfombra se encuentra pintada en el suelo de cemento, de ese que al pisar duele, como si anduvieras por un suelo de piezas de Lego esparcidas por doquier. Digamos que para poder poner una alfombra verdadera, primero habría que reducir en gastos mentales, gastos cuyo destino no elijo yo, sino la sociedad que me rodea, la cual coge mi presupuesto mental y lo gasta en publicidad y superficialidad. Las paredes no tienen ventanas, toda la inmensa sala se ilumina por los candelabros situados en la pared. Cabe destacar, dato curioso donde los haya, que la luz proporcionada por los candelabros es intermitente, se mantiene en coordinación constante con la respiración de mi cuerpo: al inhalar aire, la luz aumenta con fuerza, al exhalar, la intensidad lumínica desciende asta caer en la tenebrosa oscuridad.


Me siento como en constante movimiento por el pasillo, ando y ando sin parar por el dibujo rojizo del suelo. A medida que avanzo, puedo observar varios tipos de estaciones con diversas historias, las estaciones se posan en ambos lados de la “alfombra” y en forma de cuadros. Por lo tanto, cuando avanzo por el pasillo me siento como paseando por la hermosa National Gallery de Londres. Es curioso el hecho de tener que regular el tiempo que decido dedicar a cada estación, a cada cuadro. Pues la secuencia de estaciones forman mi línea temporal, mi vida, mi destino, mi futuro y mi pasado. Como aclaración: toda mi vida se resume en tal galería de arte, cada cuadro es un momento de mi vida, y solo yo puedo decidir cuando quiero abandonar un cuadro, ya observado detenidamente por mis ojos, y avanzar hacia el siguiente.


Seré de los raritos que no le echan salsa a las patatas, pero poseo el don mas valioso, ese don con el que todo individuo a soñado jugar, el don que me permite abandonar las estaciones de mi vida cuando yo lo desee. Así que puedo saborear con intensidad ese primer amor, sometido al corazón de un niño ansioso de experiencias; y abandonar rápido la estación sometida a los llantos por el abandono de la situación anterior. Puedo pasar rápido esos momentos pesados de estudio en mi habitación, y palpar con intensidad la hora del patio. ¿Queda claro no? Si no lo entendéis os invito a releer. Acatad la frase del típico profesor de matemáticas:


– Si no entiendes el enunciado, vuélvelo a leer.


Eso sí, debo aclarar que cuando fui premiado con dicha habilidad, tuve que empollarme un extenso manual de instrucciones:

1. Debes permanecer como mínimo 5 segundos en cada estación.
2. No esta permitido el regreso a ninguna estación del pasado. Estación superada,
         estación eliminada.
3. No corras, el camino tiene un final.
4. Jamás hables de este don a nadie. 


A partir de la 5 y hacia delante ya son los típicos “Términos y condiciones” que nadie se lee…


  Dudo de si al escribir esto estoy incumpliendo la norma 4. Supongo que no, no estoy contándoselo a nadie, solo al papel. Si luego alguien decide leer estos papiros será a cargo de su responsabilidad.


  La obtención de este don se remonta a muchos años atrás. Lo primero que recuerdo es una enorme sala de espera, con las paredes blanquinosas y muy iluminada por fluorescentes situados en el techo. Había mucha gente en ese lugar. También un mostrador, con una secretaria elegante, de hermosos rasgos faciales acompañados por una melena comparable a una aurora boreal. Las caras de todos los que esperábamos eran totalmente lisas, nuestro rostro no estaba definido, no teníamos ni ojos, ni nariz, ni boca, ni pelo, ni nada, éramos simples seres sin identidad, pues aún no había llegado nuestro turno. Guardábamos silencio, no teníamos boca para hablar, mas teníamos orejas, dato curioso, pues teníamos que oír nuestro nombre al ser llamados por la secretaria. Nos manteníamos sentados en sillas de respaldo acomodable, evidentemente el mío lo eché hacia atrás. Resaltar que podrían haber repartido unos cojines, pues no conseguí apoyar bien mi cabeza y al día siguiente aún notaba algo de dolor en las cervicales.


  Tras unos quince minutos de espera mi nombre fue llamado en voz alta, me levanté y se me asignó la consulta 1994, casualmente el año de mi nacimiento. Para llegar a la consulta podía andar unas noventa horas seguidas, pues en dicho momento me encontraba en la consulta numero 1, o entrar en una especie de ascensor horizontal que, supuestamente, me llevaría de forma veloz. Opté por la maquinaria y llegué en aproximadamente dos o tres segundos.


  Me recibió un doctor, del que no me acuerdo para nada, y me mostró una urna de cristal con un par de millares de papelitos diminutos.


– Agarra uno, no seas tímido – Me dijo el amable señor.


Extendí mi mano y agarré el primero que palpé con los dedos, lo saqué y lo abrí.


  En el papel se encontraba una foto de un rostro, la miré fijamente y tal imagen se convirtió en un espejo. El rostro seguía mis movimientos, pues se me había quedado grabado en la cara. Así fue como me moldearon. Bastante guapo la verdad, no me quejo.


  Al recibir el rostro se me invitó a salir y empezar mi vida desde cero. Así lo hice, me di la vuelta y de camino a la puerta tropecé con la papelera, cayendo de forma ridículamente graciosa. Me di un chichón en la cocorota, de esos que aún duelen al recordar. El doctor al presenciar el accidente me otorgó mi queridísimo don. Resaltar que aún no había nacido y no estaba asegurado por la seguridad 


social, por lo que la demanda que les hubiera caído hubiese sido de dimensiones abismales.


  Por lo tanto, el doctor me otorgó tal premio para callarme la boca y mantenerme contento, pues no deseaba perder su trabajo. Digamos que me sobornó, yo acepté sin cargo alguno de conciencia. Cabe resaltar que de ningún modo hubiese denunciado el accidente, primeramente porque no fue para tanto y segundo porque no sabría como denunciar tal empresa. Empresa inexistente en la vida real.


  ¿Te esperabas una historia mas intensa? Pues lo siento pero ocurrió así. Me otorgaron un don por torpe.


  Llegados a este punto, debo admitir que siento seria necesidad de invitarte a entrar en mi cabeza. ¿Invitación aceptada? Genial, adelante.


  Primeramente, disculpa por el desorden y la porquería acumulada, aún no he descubierto como barrer mi suelo mental. He probado varios métodos, como forzar un estornudo para echar todo el polvo, pero lo único que he conseguido echar asta el momento es mucosidad, la cual no es demasiado agradable a simple vista. A continuación, debo admitir que las paredes necesitan una mano de pintura, pero solo de pensar en tener que descolgar todos los cuadros, en tener que pintar un pasillo kilométrico y luego volver a colgar cada pintura, me da una pereza de dimensiones abismales. Sin mencionar que con lo torpe y despistado que llego a ser, seguramente cambiaría sin querer el orden de alguna pintura, alternando así mis años de vida. Es decir, que quizá a la mañana siguiente de cumplir los 21, volvería a tener 17. Por ejemplo. He pensado en contratar alguna empresa para que pinte, por mi, las paredes y la alfombra del suelo, mas sigo pensando que no creo que quepan todos por mi nariz u orejas, por lo que de momento la idea queda descartada.


  Sin embargo tu, puedes entrar de forma mental. No es necesario descalzarse al entrar, siéntete como en tu propia casa. También diría siéntate, pero como no sea en el suelo no creo que encuentres algún otro sitio, de echo en el suelo tampoco me sentaría, a veces algunas cucarachas recorren el lugar a gran velocidad y podrían decidir jugar contigo, no creo que tengas muchas ganas de aceptar tal propuesta. Son astutas, créeme, entraran por el pantalón y no quieras saber por donde pisaran.


  Cierra la puerta al entrar, no queremos visitas inesperadas. El otro día entró una sombra y aún no la he visto marcharse. Las sombras entran de vez en cuando y crean un poco de caos. Si la ves merodeando por aquí, avísame rápido y no hagas mucho ruido. Por el momento es mejor que nadie sepa de tu visita.


  Con el propósito de hacer tu estancia mas agradable, te aconsejo seguir, con la respiración, el ritmo de encendido y apagado de la iluminación. Ya sabes, luz encendida acorde con tu inspiración y oscuridad total acorde con expirar. De este modo iremos mas compenetrados y la energía fluirá, déjate llevar y no olvides experimentar, jugar y sentirte libre. Al ser tu primera vez te permitiré entrar de forma gratuita, si regresas, ya podrías traerte por lo menos algo de comer, aquí arriba nunca hay nada y echo de menos un buen plato de macarrones. Supongo que no hace falta que te cuente el porqué, ¿no?... Bueno pues nada. Joder, perdón por mi tono, pero se te tiene que explicar todo, no pillas nada. Vamos a ver, cuando comemos, ¿por donde entra la comida? Exacto, por la boca, y al tragar, ¿sube o baja? Genial, pues ahora ya entiendes porque aquí arriba estoy en ayunas.


  Al llegar a la mitad del recorrido, tendrás la posibilidad de abandonar el recinto en caso de sentir miedo, angustia o sensaciones similares. Mas debo advertirte que el conducto que te llevará al exterior no es precisamente el de ventilación, mas bien el de desechos, así que yo de ti aguantaría. Tu decides.


  Basta ya de tanta charlatanería, si soy pesado mándame callar, se que hablo por los codos.


  Adelante, entra e imagina por tu propia cuenta. Para de leer durante unos diez segundos, cierra tus ojos y deja fluir la imaginación para entrar en mi cabeza. Prosigamos.


  Ahora que ya estas dentro tienes que firmarme un contrato mental de confidencialidad, no hables del lugar a nadie; un documento con el que afirmas no tener ningún tipo de alergia psicológica y, lo mas importante, debes cederme tus derechos de imagen. Genial, todo listo.


  ¡Sonríe!


Voy a colgar la foto aquí en la entrada. Esto está siempre un poco triste y a veces me siento solo, con lo que tu foto me hará compañía.


  Por cierto, si lo deseas puedes imaginar música de fondo también. Olvídalo, prefiero imaginarla yo por los dos, paso de que generes una banda sonora que me repele y se quede aquí para siempre. Aquí todos los sonidos se mantienen en forma de eco, así que cuidado con lo que dices, porque las ondas acostumbran a rebotar en las paredes y regresan a tu oído. Como recibo buenas vibraciones de tu persona voy a imaginar alguna sinfonía agradable. Algo de Sinatra, tu eliges canción. Fly me to the moon entonces, buena elección aunque un poco típica.


  ¡Mierda! He olvidado preguntarte algo antes de que entraras, bueno ahora ya es tarde así que habrá que improvisar. Quería saber de que tipo eras tu, ya sabes, ¿salsa encima o al lado de las patatas?


  Genial, buena respuesta, pero tenemos un problema. ¿Te acuerdas de la sombra de la que he hablado antes no? ¿Esa que sigue merodeando por aquí? Pues respondió lo mismo y es extremadamente celosa. Así que quizás te juegue alguna broma de mal gusto. No te preocupes, todo saldrá bien. Es celosa, agresiva, un tanto psicópata y extremadamente mala persona, le gusta hacer sufrir a las personas como tu y, como dato curioso, no acostumbra a dejar escapar a sus víctimas… Era broma, es inofensiva. Después de todo solo es una mancha, producida por la luz, que se mueve por el suelo, así que el nivel de importancia se lo pones tu.


  Por cierto, te recuerdo que este viaje por las estaciones va a ser movidito, veras mi vida entera y veras el final. No toques ningún cuadro, no quiero que distorsiones ninguno de mis recuerdos. Y recuerda que al avanzar, ya no habrá marcha atrás. Estación superada, estación eliminada. Creo que deberíamos coger libreta y boli y apuntar datos que nos sucedan en la aventura, después de todo quizás tengamos que resolver alguna situación recurriendo a respuestas del pasado. Da igual, ya apunto yo.


Primera nota:

  Hum… No se que poner. Tienes razón, ya irán saliendo cosas, por el momento no hace falta escribir nada.


  Venga, acércate. Este es el primer cuadro de todos. Es un poco complicado analizar bien el cuadro con luz intermitente debido a mi respiración, así que voy a coger una bocanada de aire y voy a aguantarlo para que puedas observarlo detenidamente e iluminado, intenta darte prisa porque soy mentalmente extraordinario, pero mis pulmones no son gran cosa.


  Vale, vamos allá.


¿Sabes qué? Mejor olvídalo… Me lo conozco de memoria así que mejor te lo cuento yo. Hago un retoque en la libreta y empezamos.


Primera nota: No mas bocanadas de aire.
3. Februar 2019 13:18 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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