Estoy muerta de miedo y sueño que viene. Que se acuesta en la cama y mientras yo le quito las medias y le acaricio los pies, me cuenta sus viajes. Usted reía cuando decía, como al pasar, que su vida corría riesgo. Me recuerdo con la cabeza gacha como operando sus pies porque no quería que me viera lagrimear, pensando o creyendo que eso podía ser posible.
Sueño que viene por la noche con la cara tapada arriba de un caballo, que está cansado y grita por mí. Nadie me reclama, nadie me atrapa. Puedo salir corriendo a tomarle la mano y dar el salto perfecto para subirme.
Acá espero en esta cama ahora. Donde las cosas no me conocen y yo tampoco a ellas. Donde no soy nadie ni la negra ni la puta. Hago sopas a diario. Sirvo copas de vino pero ellos no la beben como usted. Lo hacen despacio. Usted lo hacía tan rápido. Encontré en un armario viejo esa bebida marrón que tanto le gustaba beber después de hacerme el amor. Anoche bebí un sorbo, rezo que nadie se de cuenta de lo que hice. Rezo por mi vida y por la suya
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