Sagi Rodríguez era un niño muy contente até el día fatídico que perdió a sus padres. Él no veo lo que se sucedió, porque estaba durmiendo cuando fue arrancado de las manos de su madre. Él oyó los gritos de su familia, pero era tarde demás. Batió su cabeza y la próxima cosa que veo fuera la oscuridad.
Estaba en una línea. No podía comprender lo que el hombre decía, él hablaba en otra lengua, pero era grande y usaba un uniforme de policial. Sagi sentía mucho miedo. Sus piernas tremían y el frío travesaba sus huesos, porque su chaqueta no era lo bastante para lo mantener calentado. Otros cincuenta o más niños estaban con él, en una especie de galpón. Algunos lloraban, pero los hombres les decían para parar. Unos eran menores que Sagi, que tenía 13 años de ya.
Tenía hambre, sueño, pero, extrañamente no sentía miedo. Parecía que estaba anestesiado, aunque sus manos temblaban. Él avistó un escobazo cerca de la pared y se recordó de la película Harry Potter. ¡Como quería salir de allí volando también!
Los hombres no hicieron ninguna pregunta a él cuándo llegó en la frente de la línea. Sólo le dieron una bolsa con algunas ropas y productos de higiene. Apuntaran para una puerta a la izquierda, para dónde los otros niños se dirigían también. Él los siguió. Llegaran a otra sala, dónde había muchos colchones inflables y casi ningún espacio entre ellos. Los niños los elegían entre ellos y se peleaban por los mejores, más suaves y lindos. Sagi eligió un colchón lejos del otros, en el fundo de la sala. Era gris, pero no era incómodo ni sucio.
Él puso la cabeza entre los brazos y empezó a llorar. Sus padres lo extrañaban. Estaba perdido. No sabía que lugar era aquel. Todo que quería era su casa.
Pero dejo de llorar cuando oyó una voz:
- ¡Quiero ese colchón!
- ¿Qué?
- Quiero ese colchón, tú me oíste.
Era un niño mayor que él y más grande. Tenía la piel oscura como los ojos y los pelos.
Aunque temblaba Sagi, se levantó, cerró las manos y ni dice nada, sólo saltó encima del otro niño, empezando una pelea fea.
Isadora Félix
