juan-criollo1525153912 Juan Criollo

Estamos acostumbrados a ver diariamente como discapacidades internas, limitan a la gente más que cualquier discapacidad física


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Discapacidad

Mi mujer últimamente se ha quejado de mi comportamiento. Cada noche son los reclamos del por qué ya no salimos como antes, en cada uno de sus reclamos puedo sentir la tristeza y frustración que ella tiene, de que al hombre que juro amar por toda su vida frente a un altar, ahora ya ni siquiera la bese antes de irse al trabajo.

Comprendo cómo puedes llegar a sentirte mujer…

A mí me ha pasado lo mismo. La miro cada mañana sirviéndose un café y en cada noche peinando su largo cabello, y al observarla me surgen una serie de pensamientos en las que me pregunto a mí mismo, si tal vez ¿Debería ir a abrazarla por detrás o besarla de sorpresa?, pero me pierdo en aquellos pensamientos y siento que me falta voluntad para actuar. Entonces solo me queda mirarla con tristeza mientras puedo sentir como la estoy contagiando a través de mis ojos en una fría e inexpresiva mirada.

Tengo un problema mujer, tal vez deberíamos separarnos…

He considerado la posibilidad de tal vez divorciarme de ella, pero también siento que aún no estoy lo suficientemente seguro de aquella decisión. “Hombre patético e infantil” que ni tú mismo sabes lo que quieres, ¿Cómo esperas complacer a tu esposa? Si ni siquiera te complaces a ti mismo.

Salí una tarde de sábado al cine, preferí ir solo para despejar mi mente un momento de aquella serie de pensamientos que tanto me rondaban en la cabeza. Claro que ella no se lo tomó muy bien, apenas y comienza el fin de semana y el muy cabrón de su marido se ha marchado dejándola sola en aquella casa de dos pisos en la que seguramente sospechará que tengo una amante. Bueno, al menos has de aprovechar este tiempo que tienes para ti, en pensar algo para ya no dañar la relación con tu esposa más de lo que ya está.

Miré la cartelera brevemente, puse más atención en las horas de las funciones que en el título de la película. Necesitaba entrar a ver una película pronto, cualquiera, que me ayudara a relajarme cuanto antes con cualquier trama o comedia barata. Compré el boleto para la función de las 15:00 y aún me sobraban veinte minutos antes de que comenzara la película, así que me senté un momento afuera del cine.

Varios empleados cruzaban alrededor mío, unos cuantos de limpieza y otros de seguridad. ¡Vaya que debe tener su encanto trabajar en el cine!, empezaría a imaginarme la idea en renunciar a mi trabajo en la oficina, trabajar en el cine con mi esposa, y en nuestros ratos libres hacer el amor en cada una de las salas 2D y 3D, tal vez y eso “avivaría” nuestra relación.

Un empleado diferente a los demás pasa cerca de mí, destaco su diferencia porque en cuanto ha cruzado me ha saludado, y en medio de mi sorpresa antes de responder a su saludo, me he percatado que es un chico que posee Sindrome de Down, con una edad de unos 24 años más o menos y estatura de 1,65, se para en frente de un compañero del trabajo que lleva su mismo uniforme, como si los dos estuvieran esperando algo o a alguien. Efectivamente llega un supervisor al rato, quien les da instrucciones laborales y recomendaciones para aquel día de trabajo, nada interesante hasta ese momento, lo curioso fue que cuando el supervisor terminó de dar la orden uno de los dos empleados lo abrazó. Era el empleado diferente a los demás.

Las diferencias marcan conceptos únicos frente a una “normalidad” que es perceptible a diario para algunos, aquellos que en su mayoría son de mente cerrada. Aquel empleado efectivamente era único, quizás para algunos por su condición, pero yo lo diferencie por su forma de actuar, tan amable y expresivo. Cuando lo vi por primera vez sentí lástima por él, porque creí que él tenía una discapacidad que no le permitiría disfrutar su vida, pero ahora me doy cuenta al presenciar su verdadera naturaleza, que el discapacitado he sido yo.

Salí del cine sin siquiera ver la película, arranqué el coche y venía pensando en el camino sobre aquel extraño suceso del que fui testigo, tratando de interpretar si aquellos sucesos son señales que la vida me ha obsequiado ante mis problemas y confusiones. Llego a casa y ahí esta ella, mi mujer sentada en el sofá de la sala.

Pobre mujer, forzada a vivir con un discapacitado y enfermo como he sido yo…

La saludé formalmente como haría cualquier persona cuando te la cruzas por la calle, me le acerqué tomando primero su mano, luego me senté junto a ella y la abracé tan fuerte como la primera vez en que ambos no dijimos “TE AMO”. Mis lágrimas comenzaron a salir espontáneamente en cuanto la abracé, y las lágrimas recorrían mis mejillas hasta caer en sus hombros. Me imaginaba como un hombre ciego que había recuperado la vista, o como un hombre que se levantaba de su silla de ruedas y se ponía a caminar.

“Mi discapacidad se ha ido, la cura ha sido volver hallar amor en tus brazos mi dulce mujer.”

26. November 2018 02:58 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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