.Gracias por tomarte el tiempo de leer
—Cris....Cristian, ¿qué está pasando? —pregunte tartamudeando por el miedo, girándome para mirar al chico que me había arrastrado hasta ahí. Podía escuchar cómo los pasos de los otros hombres hacían eco al avanzar
Sus ojos Dorados pasaron de ser los hermosamente cálidos que me habían acogido a dos témpanos de hielo en una fracción de segundos
—Por tu bien, te sugiero que te quedes tranquila. —Dijo con un tono duro y tajante, no pude evitar que de mis ojos se desbordaran las lagrimas.
En ese momento sentí cómo me sujetaron por uno de mis brazos y me hacían volverme con brusquedad.
—¡No! —Forceje con el hombre que horas antes había tenido la amabilidad de ofrecerme una manta para el frió, pero a cambio recibí una fuerte bofetada que literalmente me hizo ver estrellas—. ¿Qué... qué van a hacerme? —pregunte con la boca inundada en lágrimas.
—¡Sin preguntas! —me exigió agresivamente soltando otra vez su mano contra mi mejilla
Sentía las rodillas temblarme y como nunca el miedo nublar mi visión, sin embargo mi instinto estaba despierto como nunca antes lo había estado. Una de mis uñas se hundió en la piel blanda de mi agresor
Después de eso Los azotes que recibí fueron tan rápidos e inesperados, que el dolor y el miedo parecieron fundirse junto a los destellos de la cámara fotográfica que paraba por contados segundos desde algún punto de la habitación
Desgraciados, estaban inmortalizando este momento
Tenia tanta impotencia ahogándome pero comprendí que mejor debía permanecer callada, aunque inevitablemente de mi boca se escapó un audible sollozo, seguido de otro, hasta que rápidamente mi cuerpo empezó a estremecerse por el llanto, siendo plenamente consciente de que acababa de llegar al infierno. Un infierno que marcaría mi final
Quise callar por un momento, dejar de llorar, dejar de lucir patética, el orgullo que aun conservaba me gritaba que luchara con todas mis fuerzas, pero los nervios no me lo permitían, un nudo de incertidumbre me ahoga la garganta y me inmovilizaba por completo
¿Que iba a pasar con migo?
Y ¿porque tuve que confiar en esos ojos endomoniadamente dorados que me habían brindado una amable sonrisa?
Sentí una fuerza empujarme a un colchón, dejándome todavía mas aturdida, pero inevitablemente mis instintos de supervivencia se activaron, cuando sentí el enorme peso del hombre oprimiendo mis caderas, empece a luchar con uñas y dientes, a cambio recibí como castigo un fuerte puñetazo en la nariz, jadee, intentando girarme pero no lo conseguí. Mi agresor era un hombre mas grande que el anterior y me sostenía por los hombros con la fuerza suficiente como para enterrarme sus uñas
---¡Calla a esa perra! —exigió a gritos el que aun seguía lanzando el flash de la cámara
hundiéndome en el colchón; el hombre empuñó un pañuelo y a la fuerza lo metió en mi boca, lo empujó con sus dedos hasta el fondo de mi garganta; tan hondo, que provocó arcadas incontrolables
Agradecí al cielo cuando él dejó de hundir el pedazo de trapo y me concentre en respirar por mi adolorida nariz; esta vez me quede muy quieta porque estaba realmente agotada, mientras miraba a esos ojos Dorados que estaban totalmente vacíos, carentes de afecto o compasión.
Sentía la sangre salir de mis fosas nasales y abundantes lágrimas de mis ojos. Sabia que mi mirada gritaba suplica, piedad.
Su compañero que me mantenía inmóvil contra el colchón subido a hojarascas sobre mi, se levanto de repente, dejando de aplastar mi cuerpo y permitiéndome respirar con mayor facilidad.
El tipo de ojos dorados llamado Cristian lo miro
—¿No quieres disfrutar de este bombón antes de irte? --- Pregunto con los brazos cruzados sobre su pecho y una sonrisa ladeada entorno a la mirada despectiva del hombre
Quise volver a gritar, pero el pañuelo atorado en lo profundo de mi garganta solo me permitió soltar un débil jadeo. Las lagrimas amenazaban con nublarme la visión
—No —dijo con desinterés—. Está buena, pero no me gusta compartir
Giro levemente su cabeza para darme una extraña mirada, casi compasiva, después miro a Cristian y su mandíbula se tenso
—Por lo menos puedes decirle tu verdadero nombre, para que no muera maldiciendo al equivocado —sugirió con una sonrisa malévola. Borrando cualquier rastro de compasión de sus ojos
—Dejemos que se lo imagine. — le devolvió la sonrisa. Una que prometía dolor
Una parte de mi perdió cualquier esperanza cuando el corpulento hombre se dio media vuelta y se marchó sin condolerse por el destino que me deparaba
Tenia trece años, Y mi madre me había advertido millones de veces, que no confiara en los desconocidos
1 AÑO ANTES DE LA MASACRE
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