Un suceso indescriptible golpeó mi humanidad despedazando mi cuerpo y alma, despertándome de un sueño infinito. Aquel ser me demostró que nuestra realidad, no es más que simple ficción, y al hacerlo quebrantó las leyes sagradas que lo mantenian atado al todo. Desde entonces mi estado paso de ser "Mortal" a ser declarado "Indeseable" por el consejo de los mil mundos. Los llamados inmortales, agentes creados exclusivamente para eliminarme, siguen tras de mí y de no haber sido por las enseñanzas de mi celestial amigo lo hubiesen conseguido hace ya bastantes siglos. "Ser" me obsequió sus dones, a los cuales el llamaba maldiciones y antes de partir, me encomendó una tarea, destruir la corrupción que opera en el consejo.
-¡ Basta! ¡Deja de soñar despierto!
Exclamó euforicamente mi mujer.
- Escribir sobre ese sueño no te hara nada bien.
Regresé de golpe. Tenía razón, continuaba aferrándome a la esperanza de que fuese verdad, pero como no hacerlo, si aquello tenia mas sentido que todo lo demas. No volví a ser el mismo desde esa noche siniestra, aquel ser me hizo la persona más importante de no solo un mundo, ¡sino de mil!, no he olvidado ni siquiera una sola palabra. Diez años han transcurrido desde entonces, y por fin tomé una decisión. Si todo lo que me fue dicho es cierto, deberia de poseer la inmortalidad, asi que un revólver disparado contra mi cabeza lo comprobará. Todo se tornó sombrío y pesado, luego, no habia nada, ni siquiera oscuridad.
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