alicegagliardi Alice Gagliardi

Cristopher camina tranquilamente, sólo eso, él camina. Cristopher hace lo que muchos no se atreven a hacer en el mundo moderno: Caminar, y prestar atención a cada una de las cosas y personas que lo rodean. Parte I de varios relatos individuales.


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#Psicológico #Contemporáneo #Enfermedades psicosomáticas #Depresión
Kurzgeschichte
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Caminata

Cristopher camina, sólo camina. No sabe dónde está, o a dónde se dirige, él sigue su paso.

A su alrededor no hay nadie salvo un par de personas mayores, de unos cuarenta años de edad: una mujer alta y delgada con cabellos negros hasta el hombro, la otra más bajita, regordeta, con sus rizados cabellos castaños tomados en un moño. Ambas charlan (de seguro intercambian rumores entre risas) pues son vecinas; una riega el jardín mientras la otra arregla las compras que acaba de traer del supermercado.

Más allá, a unos cuántos metros, hay un anciano tocando el violín en plena acera. Tiene un pequeño letrero ilegible, mas es obvio lo que pide: a sus pies está el maletín del instrumento abierto, con unas cuántas monedas que los transeúntes arrojan al pasar. Era una escena normal, aunque para Cristopher lo normal estaba lejos de ser algo bueno o satisfactorio. Le molestaba en demasía el balbuceo de las señoras, ¿no tienen nada mejor que hacer, que criticar, que ir de rumor en rumor? Porque de seguro, sea lo que sea que estén hablando, no lo han comprobado por sí mismas, ¡aún más! tal vez están despotricando contra alguien por lo que les contó la amiga, de la amiga, de una conocida. Siempre es lo mismo hoy en día, bocas hablando en la ignorancia sin saber nada, y, en la injusticia de sus palabras, cobran valor.

Ni siquiera tiene que ser algo real, para molestar a una persona, hundirla o hacerle pasar un mal rato, hoy basta con inventar un rumor y extenderlo a las féminas más viejas de lugar. En un par de semanas tendrás a todo el mundo hostigando a tu pobre víctima.

Le asquea.

Que estas injusticias puedan llevarse a cabo tan fácilmente lo pone mal, lo debilita, lo entristece y enciende esa chispa de odio hacia su alrededor con doble filo a su persona.

Los dedos huesudos y cansados se deslizan por las cuerdas del violín, una melodía más bien triste y melancólica, llena de recuerdos de antaño y de la memoria de un anciano cuya única salida para hablar y ser escuchado es imponerse en una esquina y tocar. Tocar como un desquiciado.

La escena es conmovedora para algunas personas. Lo sabe, se sigue repitiendo, ¿conmovedora? ¿Qué tiene de conmovedora? No es una melodía feliz o alegre como debería ser, no es música clásica para apreciarla o algo de ese estilo.

Es menos, mucho menos.

Son los gritos de desespero de una persona olvidada por su familia; es el llanto y el dolor de un corazón que casi no late a través de notas desafiantes, hostiles, que a sus oídos suenan casi tenebrosas, intimidándolo con el vibrar de cada nota.

¿Qué hay de bello en el sufrimiento ajeno?

¿Dinero?

Alguien podría detenerse a hablar con él, a preguntarle por su hogar (si es que tiene uno), de su vida, escuchar sus historias, dejar que esa pobre alma desahogue sus penas en un hombre desconocido... pero mucho más cálido que las tensas cuerdas que ya marcan sus viejos dedos. Eso no ocurrirá. No pasará nadie que detenga su trayecto (él tampoco) y el bullicioso ruido de la urbanización se seguirá mezclando hasta hacer oídos sordos a ese soplo de tristeza de un violín roto y un amo muerto. Las bocinas de los autos, los gritos de los motores que se alzan en una batalla sin sentido, el sonido de las llantas contra el viejo pavimento resquebrajado que nadie se ha molestado en arreglar. Todo esto lo vuelve loco.

Cristopher camina, y mientras más segundo pasa expuesto al estresante y monótono ambiente gris, sus emociones desbordan conducidas a un llanto inminente.

Camina y camina.
Paso paso
(camina).
La bocina de un auto.
Paso, paso, paso
(camina).
Insultos a lo lejos.
Paso, paso, paso, paso
(camina).
Motores rugiendo.
Paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso, paso,
(silencio).

Su cuerpo deja de responder, escenas e imágenes violentas pasan por su mente.

"¡No!" hace un esfuerzo por gritar, nada sale de su boca.
"No, no, no, no, ¡NO!" él grita, él sabe que está gritando, con todas sus fuerzas, ¡él lo sabe!

Grita a todo pulmón, un sonido que le desgarra la garganta, ¡y el alma! Un sonido que se rehúsa a salir; anida en su interior al igual que todo el resto de cosas que ha estado guardando para sí mismo a través de los años. Esas que se adhieren a él y, por más que trate de expulsarlas o liquidarlas, para destruirlas es necesario terminar sacrificando un pedazo de sí mismo. Esas pesadillas vivientes que lo atormentan, no lo dejan en paz, dejándole esa sensación de ser un muerto con vida.

Porque eso era.

Cualquier médico que vista es lo mismo, un "niño sano", frase seguida de un cuchicheo privado, ¡no quiere escucharlo de nuevo! Tapa sus oídos, no importa. Cierra los ojos con fuerza al punto de crear una gran barrera frente a la realidad: es su mente quien lo traiciona. Es ella quien hace "click" en el botón de Play con su vocecilla de diablo burlándose, de sí, de él; que termina con expresión horrorizada leyendo los labios del Doctor.

"No tiene nada, está sano" dice.

"Sólo quiere llamar la atención" dicen.

"Es normal para su edad"

"Sí..."

"Esta juventud... ¡en mis tiempos se solucionaba con una buena reprimenda y se curaban al instante!"

¡¡Se está muriendo!! ¡¿Qué no lo ven?! Lo siente, ¡no miente! Su cuerpo está podrido, cada día que pasa el dolor es más fuerte. Su corazón cansado a veces no quiere latir, y otras, trata de ayudarlo a gritar. ¡Su corazón grita y grita junto a él! Su ritmo se acelera a uno normal, a uno que lo hace sentir que vuelve a vivir. Pero no dura mucho tiempo. La emoción, la adrenalina lo hace llorar y ahora sus latidos superan la brecha de lo normal y se expanden a un estado que Cristopher nunca pidió conocer. La sangre quema como lava hirviendo, está en sus venas (¿dónde más?), la sensación lo deja sin movimientos; ahogado. Ahogándose en su mundo. No puede pedir ayuda, por lo que su cuerpo intenta hablar por él. Su corazón sube y baja, trata de dar una alerta, lo acompañan las lágrimas, los tics nerviosos, las ojeras, su estómago que baila una danza nefasta. Se contrae, su cuerpo exclama, grita, llora por ayuda, por alguien (nadie escucha).

Retoma la caminata, deja atrás a las señoras que siguen hablando de su aspecto, tratan de adivinar de dónde es, pero la conclusión que olvidaron hace 10 minutos atrás parece bastarles y pasan a un nuevo tema de banal interés, como aquel joven llamado Cristopher que no conocen, pero rumores aseguran que es una mala influencia para sus hijos.

Dios, por lo que escucharon, de verdad tiene que ser una persona despreciable.

-

El psicosomatismo es un proceso de origen psíquico que tiene influencia en lo somático, en lo corpóreo.

La medicina reconoce la importancia de los procesos emocionales en la aparición y desarrollo de algunas enfermedades, pero este proceso es difícil de cuantificar y precisar por depender de factores y variables difíciles o imposibles de estudiar con el método científico.

[Definición informal extraída de Wikipedia]

18. März 2018 18:43 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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