ayanabreuyanes Dayana Abreu Yanes

Martha se siente inconforme con su aspecto físico y el estado de su relación de pareja. El primer paso que da para cambiar la situación es comprar pepinos para un tratamiento de belleza y sin sospechar las sorpresas que descubrirá con la compra de esta simple hortaliza.


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Temporada de pepino

Martha fue al mercado esa mañana, estaba de suerte: era la época de pepino. Con la temporada de su lado podría implementar el plan de inmediato. Aunque se lamentó con el precio, enseguida se animó diciéndose así misma: “Para lucir hay que sufrir”. Y no todos los sufrimientos provenían de cuatro horas de casi asfixiarse con la Keratina —y antes de que llegara la milagrosa Keratina—, arrancarse del cráneo las postillas producidas por las quemaduras del desrizado casero. Algunos sufrimientos venían de cambiar un billete de cincuenta y llevarte la bolsa casi vacía, con cuatro pepinos bamboleantes.

La temporada de la hortaliza había llegado justo a tiempo. Se había descubierto ojeras esa misma mañana. Y lo peor es que había dormido bien. Buscó en la Wikipedia y descubrió los infinitos beneficios del pepino. ¿A quién no le va bien eliminar toxinas, mantenerse hidratado y no engordar debido a sus pocas calorías? De paso también el pepino mejoraba la digestión y controlaba la diabetes —aunque ella no tenía esos problemas, mejor prevenir—. Se pondría una mascarilla facial y esperaba que en la tarde ya Marcos no viera sus ojeras. Claro que bajar los tres kilos que había ganado le llevaría un poco más de tiempo. ¿Sería ese el motivo por el cual Marcos ya no se interesaba en ella como antes? Él se quedaba absorto en las noticias —aunque fueran todos los días las mismas mentiras manipuladoras— y ella deambulaba en la casa como fantasma. ¡Qué ganas que la sorprendiera levantándose sin previo aviso y follándosela ahí mismo frente a las noticias desabridas! ¡Qué ganas de que le quitara la ropa —sin romperla claro—, pero también sin previo aviso y la penetrara a la fuerza! Nada, que Martha no necesitaba un psicoanalista, ella lo que necesitaba era follar. Aunque si tuviera a mano un psicoanalista que se la follara mataba dos pájaros de un tiro. A ver si de paso le explicaba por qué Marcos ya no quería templar y ella quería cada día más. Que esos polvos de medio pelo, extendidos en el tiempo y con toque de condescendencia, la dejaban peor.

En su momento culpó a las estrías que le habían salido en las caderas. Unas estrías apenas visibles, pero que ella las sufrió como surcos profundos en su autoestima. Culpó también al calor, a que no tuvieran un aire acondicionado, a los siete años de relación, a la rutina, a la situación del país y hasta algún nuevo interés amoroso que pudiera tener él. Pero la verdad, desconocía el motivo de la inapetencia sexual de Marcos a sus treinta años. A los treinta años, justo cuando dicen que las mujeres más quieren templar.

Martha suspiró esperanzada de camino a casa con su bolsa casi vacía de pepinos. Apagaría el noticiero, eso seguro. Pondría un reguetón lento y se pondría la crema hidratante para brillar desnuda, caminaría delante de la tele y él la seguiría al cuarto. ¡Si no reaccionaba con eso! No, no, con eso reaccionaría.

Una vez llegada la noche así lo hizo, pero Marcos molesto y sin decir palabra recogió el control y prendió la tele. Con hiriente delicadeza la apartó, subió los pies cruzados en la mesita de centro y se acomodó en el sofá. Completamente desnuda —y brillante de la crema hidratante— Martha se fue a la cocina comedor. Lloró en silencio, con los labios apretados, negándose a emitir un solo sonido. Arrugó con furia el mantel de la mesa y posó la vista sobre el ejemplar de pepino que quedaba intacto.

“¡Qué manera de perder el tiempo!”, pensó. “Que si el pepino es bueno para esto y para aquello. Estúpida que soy”.

Sustituyó el mantel por su propio seno, lo apretó. Las ganas no habían menguado. Tenía el estado de ánimo perfecto para el sexo por venganza. Podría salir a la calle y gritar: ¡Qué alguien me singue, qué alguien me singue, por favor!

Le brillaron los ojos ante la solución. Estiró la mano libre, la que no tenía apretando su seno y agarró el pepino. El pepino: un ejemplar de dieciocho centímetros de largo aproximadamente, su mano no alcanzaba a cerrar. Y al apretarlo, turgente. Lo apretó con todas sus fuerzas, descargando toda su frustración sobre el accesorio -alimento. Le hubiera gustado despachurrarlo en sus manos, pero no tenía la fuerza necesaria. Dio un golpe con la hortaliza sobre la mesa para zanjar el tema y la dejó allí.

Al otro día, al encontrase el pepino sobre la mesa recordó la pataleta de la noche anterior. Volvió a tomar el pepino en sus manos y sin saber por qué lo tomó en sus manos y lo olisqueó. El olor a cobre le resultó familiar y ajeno a la propia hortaliza. Fue fácil sumar dos más dos. Alguien más en esa casa estaba frustrado, alguien más había tenido la misma idea que ella anoche y ese alguien no se había quedado con las ganas.

Esa noche no hubo pepino en la comida, porque Martha lo lavó el pepino y se lo llevó a la cama. Allí lo dejó como quien no quiere la cosa en la mesita de noche de Marcos.

En medio de la oscuridad y el silencio de la noche Marcos le alcanzó el pepino sin decir nada. Cuando ella fue a acariciarlo comprobó que estaba completamente desnudo y de espaldas a ella.

Y con el comienzo de la temporada de pepino revivió la relación de una manera inesperada y fresca.

31. März 2023 19:29 3 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Das Ende

Über den Autor

Dayana Abreu Yanes Escribo principalmente cuentos. Mis personajes son como esos extraños que te cruzas y te cuentan su vida sin más. Yo los escucho y espero que ustedes también.

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Félix Acosta Fitipaldi Félix Acosta Fitipaldi
Ah, bien. Me pareció un buen trabajo, con mejor nivel que la mayoría de los que he leído aquí. Saludos y éxito.
April 12, 2023, 20:40
Félix Acosta Fitipaldi Félix Acosta Fitipaldi
Dayana, recibí un anuncio indicando que habías respondido un comentario que hice cuando solicitaste lectores Beta. Mas cuando quise verlo ya habían dado de baja la posibilidad y no lo vi. Supongo que no se trata de nada importante, pero si lo era reitéralo en cualquiera de mis textos, así como estoy haciéndolo aquí ahora. Saludos.
April 03, 2023, 22:07

  • Dayana Abreu Yanes Dayana Abreu Yanes
    Hola, Felix. Yo tampoco puedo ya ver todos los comentarios de los lectores beta. No era nada importante era para darte las gracias por el tiempo que te has tomado para leer el cuento y comentar. 😀😀 April 12, 2023, 20:15
~