jotajota Jorge Altamirano

La trágica historia de un niño mágico hecho todo de pan, y su final feliz.


Kurzgeschichten Alles öffentlich. © Jorge Altamirano

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Kurzgeschichte
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Brotkind

Había una vez una mujer que quería ser madre pero no podía tener hijos. Todas las noches le rezaba a Dios para rogarle ese milagro y de tanto insistirle Dios se lo concedió. Un día la mujer horneaba una hogaza de pan y cuando llegó la hora de sacarla del horno la hogaza saltó afuera y se transformó en un niño. De inmediato la mujer supo que estaba ante la presencia de un acto milagroso y abrazando a su nuevo hijo le dio gracias a Dios. Esa tarde, cuando su esposo llegó del trabajo, la mujer toda llena de orgullo le enseñó al pequeño.

¡Pero si no se parece ni a ti ni a mí! dijo él.

Pues ahora es nuestro hijo, y es un regalo de Dios.

El hombre no estaba entusiasmado. ¿Y cómo lo piensas llamar? preguntó.

Está hecho todo de pan. Así que se llamará...Brotkind.


Pasó el tiempo y un día la madre le fue a decir: Hijo, ya tienes cinco años y es hora de que aprendas un oficio.

¿Un oficio? dijo Brotkind. ¿Cuál?

Serás cazador. Como tu padre. Así que ve con él para que te enseñe.

Sí, mamá, dijo Brotkind y obedeció.

Al día siguiente su padre le enseñó a disparar un mosquete y a usar un cuchillo para quitarle la piel a un animal y cortarlo en pedazos. Después lo llevó a acampar en lo más profundo del bosque para que así le perdiera el miedo a la oscuridad y a las bestias salvajes. ¿Dónde pusiste la comida?, dijo el padre mientras montaba la tienda de campaña. Todo este caminar me ha dado un hambre del diablo.

¿Comida? dijo Brotkind. ¿Qué comida?

La cesta con pan y vino que tu madre preparó. ¿Dónde está?

¿Esa era la comida? La- la dejé en la casa.

¡¿Y ahora qué voy a comer?!

Papá, lo siento. El niño estaba muy apenado.

De repente al hombre le brillaron los ojos. Pero si tú estás hecho de pan, ¿no es cierto? Comenzó a lamerse los labios.

¡No, papá! suplicó Brotkind.

¡Deliciosísimo pan!

¡No me comas por favor!

Pero el apetito había enloquecido al padre y mordisco tras mordisco se fue comiendo a su hijo hasta que sólo quedaron migajas de él.

Mientras el hombre dormía satisfecho las migajas de Brotkind se comenzaron a juntar las unas con las otras hasta que formaron una bolita de pan. La bolita rodó y rodó por el bosque durante toda la noche y cuando el sol salió había llegado a la casa. Se escurrió debajo de la puerta y fue hasta la cocina donde una hogaza de pan fresco descansaba sobre la mesa. Dando un enorme salto la bolita voló por los aires y cayó sobre la hogaza y ésta se transformó en un Brotkind nuevo.

¡Hijo! ¿Pero qué estás haciendo acá? dijo la madre al verlo.

Con lágrimas en los ojos el niño le dijo que su padre se lo había comido.

¡Imposible! dijo la mujer. Tu padre nunca haría algo así. Mañana que vuelve del bosque él me dirá lo que pasó de verdad.


Esa noche Brotkind estaba con miedo de dormir solo así que la madre lo dejó que durmiera con ella en su habitación. Mientras dormían, ella soñaba con su esposo el cazador, y en la oscuridad, abrazó a Brotkind pensando que se trataba de él. Hmmm, susurró dormida. Hueles tan rico...a pan fresquito. Déjame darte un mordisquito...

Brotkind suplicó: ¡No, mamá! ¡Por favor no me comas, mamá!

Pero la mujer seguía soñando y bocado tras bocado se fue comiendo a su hijo hasta que sólo quedaron migajas de él.

Cuando amaneció y la madre se dio cuenta de lo que había hecho recogió de prisa las migajas regadas por toda la cama y las echó al jardín para que las aves se las coman. De repente su esposo entró por la puerta. ¡Mujer! Traigo terribles noticias.

¡Ay no!

Es mejor que te sientes, dijo el hombre, y dando un profundísimo suspiro, anunció: Un león de la Selva Negra...¡se ha comido a nuestro hijo!

¡No puede ser! gritó la mujer. ¡No puede ser!

Luché contra la bestia, pero era más fuerte que yo, y devoró al niño.

La mujer sabía que en el bosque no habían leones pero igual se puso a llorar. Oh, pero qué desdicha la mía, se lamentó. Una tragedia como esta no puede quedar sin castigo. Debemos encontrar a ese león.

Eso puede tardar semanas. Tal vez meses. Quizás hasta años, dijo el hombre. ¡Pero lo haré!

Hazlo ahora mismo, dijo la mujer. Nuestro pequeño merece justicia. Encuentra a ese león...¡y tráeme su corazón!

¡De inmediato!

Aprisa el hombre empacó una mochila y salió corriendo de la casa sin intención de volver más. Rápidamente la mujer también hizo sus maletas y salió de la casa corriendo en la dirección opuesta.

Han transcurrido cientos de años desde que esto ocurrió y hasta ahora aquel hombre y aquella mujer siguen corriendo día y noche sin descanso ni respiro...ni fin.


¿Y el niño de pan? ¿Qué fue de él?


Según cuentan, cuando las migajas de Brotkind cayeron al jardín éstas se juntaron las unas con las otras y formaron otra bolita de pan. Ésta rodó y rodó por las calles del pueblo hasta llegar a la casa del panadero donde una hogaza de pan fresco descansaba sobre la mesa. Dando un enorme salto la bolita voló por los aires y cayó sobre la hogaza y ésta se transformó en un Brotkind nuevo.

Al verlo, la hija del panadero se enamoró. Era muy bonita y se llamaba Brotmädchen, y al igual que Brotkind, estaba hecha toda de pan. Los dos estaban tan contentos de conocerse que lo celebraron con una fiesta y desde ese día Brotkind y Brotmädchen vivieron juntos y felices para siempre.

10. Februar 2023 06:31 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Das Ende

Über den Autor

Jorge Altamirano Hi, my name is Jorge and I’m from Lima, Peru. I have autism, that’s why I write “different”. Anyway, I love telling stories. Thanks for reading. ♾️

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