stavolisr1622772418 Stavoli

Benson Rosen es un científico amantes de las arañas, al cual se la presenta la oportunidad de viajar al planeta remoto de Gongora 4 para buscar nuevos especímenes de arácnidos. Su dicha es inconmensurable cuando descubre un nuevo espécimen de araña con la que se obsesiona en demasía.


Science Fiction Futuristisch Nicht für Kinder unter 13 Jahren.

#sci-fi #incursiones-espaciales #ciencia-ficción #ficción-especulativa #arañas
Kurzgeschichte
2
5.1k ABRUFE
Abgeschlossen
Lesezeit
AA Teilen

La Araña de Gongora 4

LA ARAÑA DE GÓNGORA 4.

Benson Rosen quería a las arañas más de lo que quería a una persona. Desde su tierna infancia adquirió una fascinación por estos pequeños insectos cuando sus padres lo llevaron a un conservatorio ecológico en Kansas. Cada mes recibía enciclopedias sobre las distintas especies de arañas en el mundo; Absorbía tomos completos sobre estos especímenes con demasiada curiosidad y fascinación. Para cuando tenía ocho años ya se sabía todos los nombres y especies de arañas desde la viuda negra a la Bagheera Kiplingi. No destacaba en otras áreas de la materia, pero en lo que correspondía a ciencias naturales y biológicas, era un erudito.

Su afición por las arañas no hizo más que crecer con el tiempo. Para cuando era adolescente se había animado a tener arañas como mascotas a las que trataba con dulzura y delicadeza. Incluso solía llevarlas en sus manos u hombros aun si eran venenosas. A Benson le agradaba estar con estos insectos, era fáciles de tratar, fáciles de comprender, con ellos no tenía que preocuparse con innecesarios conflictos existenciales que las personas solían tener. Con las arañas él podía ser el mismo y expresarse como él quería, ellas eran sus verdaderas amigas y una buena compañía. No entendía porque a la gente les repudiaba tanto esos hermosos seres vivos. Sus padres siempre le decían:

—Algún día esas criaturas te van a morder Ben. — Pero ese día jamás llegaba y Benson adorando a las arañas sin temer a ninguna especie.

Cuando Benson cumplió los veinte, ya se había graduado con honores de la Universidad Estatal de Kansas como científico biólogo, y en menos de seis meses trabajaría para el Centro de Ciencias Biológicas de Kansas, dedicando gran parte de su trabajo en la preservación de las arañas y su medio ambiente. Con colaboraciones en revistas especializadas y trabajos de investigación que dejaron anonadados incluso a los científicos más viejos. Inclusive gano algunos reconocimientos dentro de la comunidad científica por sus trabajos.

Se decía que en su casa albergaba alrededor de treinta especies de arañas en su salón, a las cuales quería y mimaba con todo el cariño que un padre puede darle a su hijo.

—Mis hermosas chiquillas, cuanto las amo— les susurraba cuando las sacaba al jardín. Las llevaba a donde él quería y ellas simplemente yacían en sus hombros tranquilas. Por ellas muchas pretendientes de Benson habían acabado huyendo de él al ver a sus hijas, acabando con cualquier oportunidad de compromiso con alguien.

El mundo avanzaba a pasos agigantados y rápidos, la era tecnocrática de la que nos advirtieron nuestros abuelos, estaba siendo cada vez más real y la segunda era espacial había traído consigo los viajes interestelares comenzado con ello el descubrimiento de planetas más allá de nuestro sistema solar, lo que para muchos científicos significó una oportunidad de descubrir nuevas especies de criaturas raras y exóticas.

Por supuesto Benson fue contagiado por esta fiebre de la exploración planetaria y enseguida se ofreció a ir a una excursión a cualquier planeta que lo mandasen. La idea de encontrar nuevas especies de arañas en planetas remotos lo emocionaba en demasía; Las posibilidades en cuanto a su campo de investigación se expandía enormemente y alimentaba su pasión por los arácnidos. Fue difícil conseguir la aprobación de los directivos para semejante empresa, pero una vez se consiguieron los patrocinios adecuados, no le pusieron peros y le dieron su bendición.

Lo mandaron a Góngora 4, el séptimo planeta del sistema solar de alfa centauri, una esfera de aguamarina flotando entre dos lunas. Aterrizó junto a un equipo de más de cincuenta científicos de diversas disciplinas entre los que se encontraban arqueólogos y antropólogos.

En todo el mes que estuvo ahí, Benson, no encontró ni una sola especie araña o al menos siquiera un tipo de insecto que se le pareciera. A su alrededor solo encontraba dunas de arena azul que se extendían hasta donde alcanzaba la vista, selvas de árboles y plantas color purpura y gusanos que morían apenas se les tocaban. Su excursión parecía haber sido todo un completo fracaso, sin embargo, en la última semana de excursión, acompañó a un grupo de antropólogos a investigar unas ruinas encontradas en la profundidad de la selva.

Se trataban de pirámides creadas de una especie de piedra oscura adornadas con inscripciones desconocidas, dentro de algunas de ellas había cadáveres momificados de criatura de cuatro ojos y cinco patas. Benson se había separado del grupo por accidente y acabó metiéndose a lo que parecía ser un altar de adoración a un dios o una diosa. Fue ahí, en medio de una mesa de rituales donde Benson la encontró, una pequeña araña blanca de cuatro patas escalando el cráneo momificado de un cuatro ojos.

Sorprendido por su descubrimiento, Benson tomó a la araña suavemente con sus manos y la miro más de cerca. Era un poco más grande que una araña camello; En su cara destacaban cuatro ojos de distintos colores, naranja, lila, verde y negro. Debajo de ellos una especie de ventosas donde en otras arañas eran sus colmillos; el resto de su caparazón lo adornaban combinaciones de colores que Benson jamás había visto. Tenía ante sí una especie única y exótica en la palma de su mano.

La araña no mostró un comportamiento hostil ante Benson, sino que ésta actuó de manera sosegada, inspeccionando con sus pequeñas ventosas la palma del biólogo. Caminó por el brazo derecho de Benson con precaución y llegó hasta sus mejillas, lamió su mejilla con sus ventosas en un gesto que Benson tomó como cariñoso. Subió luego a su cabeza e hizo lo mismo.

–Vaya, vaya eres una araña muy curiosa– le dijo riéndose sintiendo un cosquilleo en su cabeza. La tomó de nuevo con la palma de su mano y la puso en una cápsula de aislamiento.

Ya en la nave de regreso a la tierra Benson sacaba a la araña de la cápsula por unas cuantas horas. Le daba lástima tenerla encerrada ahí dentro durante todo el viaje a su hogar; no le preocupaba tenerla acurrucada en su cabeza, ya que era un arácnido inofensivo; en los últimos días que estuvo en Góngora 4 observo su comportamiento no era agresivo por naturaleza y hasta descubrió que era vegetariano ya que se alimentaba de las plantas de su planeta y no de otros insectos. Solo cuando se iba a dormir era que volvía a poner al insecto dentro de la cápsula.

En su viaje de regreso tuvo un sueño extraño. En él se caminaba por los desiertos azulados de Góngora 4, sin rumbo fijo. En el camino encontraba un oasis de plantas exóticas y ríos dorados. En medio de él había una mujer corriendo y bailando por los alrededores, alegre y jovial. Tenía finos cabellos plateados, piel aguamarina y dos hermosos ojos de color anaranjado y purpura respectivamente.

En cuanto su mirada se topó con la Benson, ella corrió emocionada hacia él y lo recibió con un cariñoso abrazo.

—Por fin te encuentro Benson— le dijo tomándole de las manos.

—¿Quién eres? —preguntó Benson confundido.

—No tengo nombre, pero puedes llamarme como gustes—

Jalo a Benson de las manos y los llevó por un sendero donde la vegetación era más espesa.

—Quiero que conozcas a mis hijas— exclamó divertida y apresuró el paso entre las hierbas. Benson la seguía por inercia sin comprender nada de lo que estuviera pasando.

Llegaron a un pequeño altar similar al que habían encontrado en su excursión, solo que sin el aspecto ruinoso o los cadáveres momificados a la vista. La chica se sentó en la mesa de los rituales y con un suave tarareo llamó a sus hijas. De todos lados comenzaron a salir arañas blancas pon montones dirigiéndose hacia donde estaba la mujer de cabello plateado. Se colocaron en el regazo de su madre, rodeando todo su ser de ellas.

—¿Acaso no son bonitas Benson? — preguntó la mujer extendiendo su mano. Benson la tomó y unas cuantas arañas se subieron a las suyas.

—Sí, lo son— respondió quedando maravillado por la hermosa forma de las arañas blancas.

—Ellas también pueden ser tus hijas— Susurro la mujer suavemente. —Solo tienes que adorarlas y encontrarle un lugar para vivir— De repente su visión se comenzó a desvanecer.

—¿En dónde? — preguntó Benson, pero su voz se desvaneció en la oscuridad.

—A donde sea que vayas—y con ello Benson se despertó de aquel sueño. Aliviado se dio cuenta que se encontraba en la nave y faltaban algunos días para llegar a la tierra. Miró a la cápsula y la araña blanca todavía estaba ahí viva y coleando.

Cuando Benson llegó a la tierra se dedicó en cuerpo y alma a la investigación de la araña blanca que halló en Góngora 4; su dedicación al estudio de este espécimen fue constante, y más temprano que tarde se convirtió en una obsesión para él. Pasaba casi todo el tiempo de su vida en su laboratorio con la araña blanca, e inclusive se quedaba a dormir en su trabajo con tal de estar con la araña. Ni siquiera trabajaba en sus proyectos sobre ella, tan solo la tenía allí arriba en su cabeza mientras ella lamía su cuero cabelludo. Lo que en principio fue solo un interés científico en la materia pronto se convirtió en una devoción casi religiosa hacia la arácnida.

Gracias a su enfermiza obsesión con ella había descuidado a sus otras arañas, las ignoraba e incluso se olvidaba de su existencia. Tenía la mente completamente acaparada por esa araña blanca. Pronto esta actitud comenzaría a preocupar a sus colegas científicos quienes comenzaban a sentirse insatisfechos con los trabajos de Benson en torno al espécimen lo distaban de ser objetivos, lo cuales parecían más divagues de una persona perturbada que de un científico de renombre. Además, solía tener un comportamiento histérico que rayaba en lo violento cuando cualquiera de sus colegas se acercaba a la araña blanca o trataba de ayudarlo con sus estudios una actitud cosa que jamás demostró años atrás.

Fue en este periodo en donde Benson tenía sueños recurrentes con la mujer de cabellos plateados, con la que solía pasar sus ensoñaciones junto a ella y sus hijas.

—No entiendo cómo la gente no comprende la belleza de estas criaturas— decía él sosteniendo a una pequeña araña blanca en sus palmas.

—A muchos seres les asusta lo que no es como ellos— contestó suavemente la mujer acariciando su pelo.

—Me han llamado loco por querer a las arañas— dijo con amargura. —Incluso mis colegas piensan que soy un desquiciado por ello, pero no comprenden la nobleza que hay en estas criaturas... en nuestros hijos—La chica se levantó y tomó de la mano a Benson.

—Baila conmigo Ben— le decía y se tomaban de las manos y se desplazaban por todo el oasis bajo una luna azulada.

—Tu podrías crear un lugar para ellas— le susurraba. —Un santuario para nuestras hijas en la tierra, donde no fueran aplastadas, solo adoradas y te tuvieran a ti como su guardián—

—No sé si pueda conseguirlo— respondió Ben dudativo y entonces la chica acercó el rostro contra el suyo y besó tiernamente sus labios.

—Estoy seguro que sí, solo tu podrías hacerlo— le respondía ella y al poco tiempo todo desaparecía y Benson volvía a estar ahí en su laboratorio con su araña blanca en la cabeza.

Luego de ese sueño, el comportamiento de Benson se tornó errático e incontrolable. Dejó a un lado sus investigaciones para escribir letanías sobre las arañas blancas y su supuesto origen divino; Se paraba a mitad de los pasillos y gritaba enloquecido sus salmos a sus compañeros como un profeta de los tiempos antiguos. Arrancaba su ropa y se pintaba su piel símbolos de la araña blanca en su cuerpo. Buscó desesperadamente la manera de volver a Góngora 4 para traer consigo más especies de arañas blancas, planeaba realizar un santuario para ellas en la tierra donde podrían contemplar la belleza de estos arácnidos e incluso convivir con ellos.

Tales planes jamás pudieron realizarse debido al deterioro psicológico que estaba sufriendo Benson y se deterioraba cada vez más con el pasar de los días; Aunado a ello pasaba días sin comer y su piel estaba completamente pálida. Algunos notaron que le costaba mucho respirar y general parecía debilitado la mayor parte del tiempo. Le ordenaron análisis de sangre, pero estos tan solo revelaron síntomas de anemia y poco más. Le hicieron transfusiones de sangre y le impusieron una dieta rigurosa pero solo fue una solución temporal.

En cierto momento Benson ya no podía ponerse de pie del debilitamiento que sentía y sus últimos días lo pasó en un hospital de Kansas viviendo a base de transfusiones. Rogaba a sus colegas que le trajeran a su araña blanca ya que era con quien más quería estar por sobre cualquier otra persona. Sus últimos momentos ella estuvo con Benson, arriba de su cabeza lamiendo su cuero cabelludo con sus ventosas. Benson falleció una noche en su camilla de un paro respiratorio. A pesar de sus recientes locuras, a la comunidad científica de Kansas le dolió perder a tan brillante científico. En su honor a la Araña Blanca se le bautizó como Benson Araneae Albus, en honor al científico que tanto amaba a las arañas.

Las expediciones a Góngora 4 continuaron realizándose y más especímenes de la Benson Araneae fueron encontrados. No solo biólogos sino también otra clase de científicos se sintieron fascinados por la belleza y comportamiento taimado de estas arácnidas, algunos incluso se las llevaban como mascotas surgiendo una especie de moda dentro de la comunidad científica por tener a estas arañas.

No obstante, una preocupación comenzó a surgir entre los científicos: Con el pasar de los días las personas que poseían una Benson Araneae, adquirían comportamientos extraños similares a los que mostro Benson antes de su muerte. Histerismo, devoción exagerada a las arañas blancos, y delirios proféticos. Además de que también mostraban signos de anemia seguido de una respiración débil a la semana de adquirido a la criatura. En no más de tres semanas estos perdían la movilidad de sus extremidades y a los días ya estaban muertos.

Ante esta creciente mortandad los biólogos del Centro de Ciencias de Kansas, decidieron realizar una serie de investigaciones a la Benson Aranae Albus, contando con la colaboración de otros departamentos, ya que se pensaba que estas tenían algo que ver con las muertes.

Se realizó un análisis a profundidad a estas especies de arañas disecándolas para conocer cada uno de sus componentes. Los resultados de estos análisis resolvieron las sospechas de los científicos. Dentro de las ventosas que están en la cara de la Benson Aranae, se ubican pequeños y delgados dientes que se retraen cuando la araña lame al usuario. Debido a esto la mordida de estas arañas son casi imperceptibles tan solo sintiéndose un débil cosquilleo al contacto con la piel. Estos pequeños dientes dejan a su paso un veneno que entra directo al sistema nervioso de sus víctimas y con el tiempo se expando poco a poco en el resto del cuerpo.

La mortalidad de este veneno no es alta en dosis pequeñas e incluso se disipa tras unos días. Sin embargo, en dosis alta este puede provocar severos daños al sistema nervioso. Las toxinas actúan lento y sus efectos no se notaban hasta semanas después de que una víctima fuese mordida constantemente por la araña. Su rareza hace imposible detectarlo con aparatos convencionales. Debido a que este veneno actúa directamente en el cerebro de la víctima este provoca que en el usuario alucinaciones que este puede percibir como sueños ya que sus sentidos están aletargados.

A partir de estos descubrimientos la Benson Aranae Albus fue catalogada como un espécimen peligroso para la supervivencia del humano, y se les advirtió a todos aquellos que iban a Góngora 4 evadieran el contacto con estas arañas. Ya que, a pesar de ser vegetarianas por naturaleza y tener un comportamiento cariñoso ellas podían llevar a la locura y muerte de sus víctimas.

14. Januar 2023 17:26 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
1
Das Ende

Über den Autor

Stavoli Un cuentista principiante, que adora la la literatura tanto como cualquier otro medio. Escribo cuentos por hobby y con el tiempo quiero ofrecer mejores historias.

Kommentiere etwas

Post!
Bisher keine Kommentare. Sei der Erste, der etwas sagt!
~