vicky-galindo1642895763 Vicky Galindo

Solo las palabras podían salvarlo, pero su necesidad de su sexo, lo llevo a perder hasta su propio talento y pasión...


Erotik Nur für über 21-Jährige (Erwachsene).

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Atado a...

¡Tú aliento es mi alimento, tú cuerpo mi templo, y tú sexo mi fe!…

—Solo respira... respira... aaahh... goza, ¡Si, sí, sí, siiii!... vente…— Cerré los ojos por un segundo, volví en sí.

—¡Dónde carajo estás! —

Los ojos pesan.

—Dónde deje ese maldito café, y los lentes, deberían de estar en la mesita de noche—.

Los pantalones siguen ahí tirados, cinco días, ellos han de estar tan desesperados como yo.

—Jueves, el peor día de la semana, aborrezco su alegría, su maldito olor a comida, a gentuza y a esa desesperanza que recorre está estancia de mierda—.

Ruido y ni así logro apagar estas voces internas, solo deseo por una milésima de segundo tú silencio, ese que calmaba mi oscuridad, y apaga esto que quema cada vez más.

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Rutina, el peor de las condenas, tardes tan iguales, vacías, ruidosas, solitarias, no se diferenciar entre los lunes y los miércoles, o los sábados de los martes, solo sé que hoy si es jueves, este día lo tengo tan marcado que será imposible olvidarlo.

Tres de la tarde y apenas he podido dormir algo, la comida sigue en su bolsa, tengo casi una semana que no pruebo bocado alguno, peros estas pesadillas que veo aún despierto hacen que el hambre corra de miedo, pero estoy tan hambriento de ti. A veces ni el cansancio puede con está pena, pero si tuviera tú respiración juraría que dormiría tan profundamente, que creerías que he fallecido entre tu boca y la mía.

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Las palabras no llegan, la máquina de escribir sigue sin moverse, las hojas en blanco siguen regadas por toda la habitación, y yo solo me siento inquieto, ansió ese juguete perdido; soy como un niño asustadizo en estos momentos. Los pensamientos me agobian, no encuentro la manera de hacerlos callar. Las ideas han huido, así como lo hizo papá, no han dejado huella, y me siento nuevamente perdido. Necesito de mis letras, de tus besos, tus caricias, tus ojos, necesito apaciguar estos demonios…

La mente ya no crea solo existe por existir, solo siente fatiga, tristeza, es como estar atrapado en el infierno y no entre tú sexo. Necesito mi pasión, mi tinta, tus senos, tus ganas de coger. Quiero que volvamos a explotar juntos. Tú mi musa.

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Llevo casi un año sin escribir, primero porque ella lo era todo, mi tiempo, mi cuerpo, mi mente, mi boca, mi lengua…, después, fue su maldito recuerdo.

—Tres llamadas perdidas, parece que están perdiendo la fe en mí en la editorial, unos días antes eran casi veinte llamadas perdidas, pero hoy solo han sido tres—.

“No tengo aún nada, no hay avance, ha surgido un problema familiar que no me ha dejado continuar”. El pretexto más estúpido que he dado; no puedo estarles diciendo eso, además ellos saben de está situación.

Llevó así más de tres meses, los pretextos se me están acabando, así como mi cordura. Solo tomo la libreta para soñar despierto con ella, dibujo su silueta, la deseo, acaricio estas páginas casi en blanco; parezco como un tonto colegial, soy como esos chicos calenturientos que se han enamorado perdidamente de su caliente y sexy profesora, que llegan de noche a hacerse chaquetas a escondidas, pero yo si la tuve, estuvo entre estas manos inútiles que ahora ya no pueden crear.

Estoy rondando los cuarenta años, soy un famoso escritor, era padre ejemplar y el esposo estrella, y ahora estoy aquí como un pendejo en una habitación de cuarta, viviendo como una persona vil y desahuciada, sin nada más que decir, pensar o desear: simplemente la necesito, solo a ella, a ella…

Como le digo a la maldita editorial que ya no puedo, que su escritor número uno ya no existe, que ese que conocieron se ha quedado perdido entre sabanas y oscuridad.

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La conocí un sábado cualquiera, rondaba por mi librería favorita. Intercambiamos miradas, lo supe desde ese instante. Fue como sentir una descarga, fue tan orgásmico. Su cuerpo lo decía todo, ella también lo había percibido. Como un tonto roce lentamente mi anillo de casado, como si con eso pusiera una capa que repelía sus deseos, simplemente sonrió por mi actitud, fue de complicidad, era una invitación. Traté de ignorarla, pero sus rizos, la forma candente en que su cabellera acariciaba su cuerpo; la forma en que acariciaba mi miembro con sus cabellos… Comenzamos a frecuentarnos, nos reuníamos en la librería, al principio nos veíamos de lejos, se acomodaba en el mismo estante y fingía leer un libro, un libro de comida exótica, ella era la exótica. Deje de leer, solo quería leerla a ella, descubrirla de rincón a rincón. Se volvió algo tan regular, era como tener el libro prohibido, tentador y alucinante. Cuando menos nos dimos cuenta, las tardes se convirtieron en eso: juegos candentes, solíamos ponernos sobrenombres, crear historias tontas, soñar despiertos. Yo acostumbraba a leerle en secreto cuando dormía plácidamente entre mis piernas, la dibuja con mis dedos, su cuerpo era mi lienzo y la quemaba plácidamente con mi boca.

En casa comenzaron las sospechas, yo un hombre que no socializaba con nadie ahora no salía de la librería y hablaba con cualquiera, me tardaba más de lo normal, antes solo iba de entrada por salida. Comencé a inventar junto a ella pretextos idiotas del porque esas idas a la librería eran cada vez más tardadas. Era divertido hacerlo, mi creatividad estaba en su mayor apogeo, pero solo lo use para cosas sin sentido, pero a ella le encantaban, y yo solo vivía para complacerla.

Después de unos meses hui de casa, no deje nada, ni un mensaje, me esfume como papá. Encontré está habitación, lejos de todo y de lo mundano. Todas las noches la hacia mía, el sexo era lo mejor del mundo, era mejor que escribir, era mejor que haber visto nacer a mis tres hijos, fue lo mejor del mundo. Estaba siempre tan jugosa, tan deseosa. Eran noches interminables, terminaba exhausto, pero nunca parecía estar satisfecha, quería más y más, yo cumplía como el buen amante que cree.

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Me había comprometido con la editorial que ese año sacaría un libro de relatos, algo totalmente original, fantasioso y erótico, pero yo ya estaba escribiendo eso, pero solo era para mí. Como plasmar lo que pasaba en este cuartucho, ella era dueña de mis palabras, de mi mente, de mi imaginación, todo se lo di. Así que comencé a darle largas a la editorial, pero después de unos meses la editorial supo que ya no vivía en con mi mujer y familia y empezaron a presionar con las peticiones de entrega.

Después de esa llamada de atención las cosas comenzaron a cambiar, llegaba tarde casi todos los días, comenzaron las ausencias, los pretextos, llamadas secretas, mensajes a deshoras. Llegaba cansada del trabajo. No vi las señales, siempre fui un tonto en ese tema, yo y las mujeres dos vertientes muy lejanas, pero creía que lo sabía todo. Supuse que solo era algo temporal, algo que las mujeres sufren que era algo pasajero y que todo regresaría a lo normalidad.

Intente escribir durante sus ausencias, pero la herida ya estaba hecha, solo podía pensar en ella y en lo que le haría cuando regresara, como la iría desnudando, buscaba nuevas formas de besarla, de tocarla, investigaba en esos tiempos libre posiciones, quería ser el amante perfecto, quería retenerla aquí. Solo buscaba calmar está necesidad.

Un día no volvió, fue un jueves, esos jueves de gentuzas, ruidos y olores fétidos.

No dejo nada, ni una huella, solo dejo está herida mortal. La busque como loco, pero había huido.

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Perdí todo. Mi familia no me habla, ni mis hijos quieren verme. Los amigos han dejado de frecuentarme, la editorial ha perdido la paciencia y parece que todo se viene abajo. Me han dado un ultiman tú, tengo una semana para dar algo de avance, o lo hago o me quedo en la calle.

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Tres meses han pasado, la verga me duele de tanto esperar. Todas las noches pienso en ella, me masturbo como loco, me quedo despierto esperando que entre por esa maldita puerta. Me estoy volviendo loco. La necesito, y aunque sé que esto no era amor, solo sé que estoy atado a ello a ella. Su recuerdo es mi grillete.

Quiero su vagina, sus jugos, quiero penetrarla, quiero escucharla gemir, quiero sentirla en mis muslos, que se retuerza de placer.

—¡Dónde carajo estas…! —

Eras mi todo, y ahora no soy nada sin ti. Soy solo un andante sin sentido. Soy un escritor perdido entre sabanas y oscuridad.

Fuiste mi templo, mi alimento y mi fe…

10. August 2022 10:16 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Das Ende

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