— ¡Jimin!— El chico pálido le gritó desde la entrada del aula.
« Cuenta hasta mil, no te desesperes, vamos, tú puedes..»— Pensó el omega al despegar su vista de su celular.
Sonrió cuando vió a su compañero correr como desesperado hasta él. Lo vió casi sudar y acomodar su ropa desordenada. Min Yoongi era atractivo, no podía negarlo, y además, le agradaba su aroma.
Pero ah-ah, sus padres suelen decirle que busque a alguien productivo y responsable, y ése alfa era todo, menos eso.
— Buenos días Min.— Le saludó.— ¿Estás bien?
— No, la verdad no.— El pálido lo miró asustado y de un momento a otro, estaba arrodillado a su mesa, con las dedos en las orillas del pupitre, dejando ver sus rasgados ojos.
El omega se alarmó. ¡Eso no le estaba pasando a él!
— Min-min..— Tartamudeó.— Le-levantate, por favor.— Le pidió cuando notó a sus otros compañeros mirarlos.
— Lo haré, solo si me ayudas.
El omega entrecerró los ojos y negó asustado. Él no haría nada, no, no, no y no.
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