Estoy en el restaurante en donde trabaja Vater, mantienen peces y mariscos vivos en peceras y me fascina verlos, podría pasarme horas mirando hacia adentro, fue ahí dónde encontré a Chai. Entre las langostas y los pulpos hay una pecera sin peces, solo tiene vegetación y agua adentro, se ve muy exuberante y me acerco más, miro con más detenimiento y la encuentro.
Chai está acostada boca arriba sobre el musgo en el fondo de la pecera, sin ropa. Su piel particularmente pálida y un poco húmeda pareciera lentamente hundirse en el musgo. Sentí el olor a salvia cuando acerqué mi cara al vidrio. Diez chamanes rodean a Chai, casi no la puedo ver, cada uno tiene la pipa a su derecha, no dejan de fumar mientras la miran, sentados en posición de flor de loto sobre el musgo ellos también.
Es difícil verlos, tan pequeños a través del agua turbia y con toda esa vegetación.
Chai no se mueve pero está despierta, los chamanes abren el círculo para darle paso a un líder, va vestido como los demás pero al acercarse a chai se baja la capucha de su hábito.
Lleva un dildo atado con un arnés a su barbilla.
Se arrodilla frente a chai, le toma los tobillos y los acerca a sus nalgas, al mismo tiempo que le dobla y levanta las rodillas, también le separa las piernas. Los chamanes del rededor no dejan de fumar ni de mirar, algunos empiezan a levantarse los hábitos - tampoco llevan nada por debajo - para tomar con su mano libre sus penes ya erectos.
El chamán frente a Chai saca la lengua y la lame entre las piernas desde atrás hacia adelante. Otro chamán desnudo se lavanda por detrás de la cabeza de Chai, y le mete su pene erecto por la boca, otros dos la han tomado cada uno por un brazo y le chupan los dedos de las las manos, el que está entre sus piernas la penetra con el didlo que lleva en la barbilla. Chai gime y se retuerce y los chamanes se detienen todos al mismo tiempo.
Corro a buscar a Vater pero su jefe no me deja entrar a la cocina. Camino hacia la estación del tren, esta noche trabajo en la disco.
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