Las palpitaciones de su corazón se hacían más intensas con cada paso que Helli daba en la densa nieve. Hace tan solo unos minutos, había recibido aquel mensaje que esperaba nunca llegase. »El abuelo se está por ir, apresúrate para despedirte«. Es lo que su madre le había escrito, mientras ella desayunaba con su novio aquella mañana.
Joki había percibido el cambio en su mirada, después de Helli había recibido el mensaje. Le insistió en que le contara lo que sucedía, pero ella se había quedado sin palabras, por lo que se limitó a enseñarle la conversación con su madre.
Ella estaba tan agradecida de tenerlo a su lado en aquel momento. Joki siempre la había contenido en sus momentos de mayor angustia, y ese día no fue la excepción. La levantó y le dio un cálido abrazo, mientras secaba las lágrimas que corrían por su rostro.
Intentaron sacar el auto para llegar lo antes posible, pero la nevada había obstruido por completo la salida. Su única opción era recorrer el camino a pie. Eso la angustió bastante, pues había una distancia considerable desde su casa hasta el hospital.
—La forma más rápida de llegar será atravesando el bosque. —le sugirió Joki, un poco inquieto.
—Absolutamente no, sabes muy bien sobre las desapariciones que han ocurrido en ese bosque. —le dijo, mientras consideraba cuánto demorarían en llegar por la carretera.
—Querrás decir rumores, nunca se han encontrado los cuerpos, así que técnicamente no sabemos si desaparecieron en el bosque o que habrá ocurrido realmente con ellos. Además, no tenemos tiempo que perder, cada minuto cuenta.
—Tienes razón, a estas alturas ni siquiera estoy segura de llegar a tiempo. Pero no lo sé Joki, ese lugar me da mala espina.
—Te comprendo linda, pero no tienes de qué preocuparte. Desde hace años que no escuchamos sobre ningún incidente. Lo único que encontraremos es un montón de pinos y abetos, nada más.
Y sin más tiempo que perder, se adentraron al interior del bosque.
Al principio, la tensión hacía que cada movimiento se hiciera más pesado de lo normal. Pero al llevar recorrida una extensa porción del terreno, Helli empezó a relajarse y se enfocó en llegar lo más rápido posible hasta su querido pappa.
A la media hora, las piernas de Helli ardían de dolor rogándole que se detuviera. Cada paso la dejaba aún más exhausta de lo que se encontraba. En ese punto del bosque, la nieve rondaría los 30 centímetros de espesor.
Joki se dio cuenta del retraso que implicaba caminar por campo abierto, por lo que se le ocurrió tomar un camino alternativo que aceleraría el viaje.
—Vayamos hacia la derecha, por allí los árboles detienen la nieve y el camino es más transitable.
—Pero está abarrotado de pinos, apenas llega la luz del sol. —Le dijo Helli, visiblemente alterada ante la sugerencia.
Pero como siempre lo hacía, Joki consiguió calmarla y estuvieron de acuerdo que la mejor opción sería tomar el camino de los pinos. Lo que su novio desconocía era aquello que se encontraba oculto en la profundidad del bosque, esperando pacientemente a que apareciera una nueva presa.
***
—No pienso dejarlo ir sin antes despedirme de él Joki, no lo permitiré.
—Te entiendo cielo, pero si por alguna circunstancia no lo logras, debes saber que no es tu culpa. Tenías muchas cosas con las que lidiar, es comprensible que no hayas podido visitarlo antes.
—Pero eso no es verdad, simplemente no le di la prioridad que merecía. Si tan solo hubiese hecho las cosas a tiempo, no estaría tan desesperada en este momento.
Cuando Joki se disponía a confortarla, su discusión fue interrumpida por el sonido de una rama quebrándose a sus espaldas.
Voltearon, pero no lograron divisar nada en ninguna dirección. Después de lo que parecieron horas manteniéndose inmóviles, retomaron su camino con cautela.
Joki le aseguró que solo se trataría de un búho o a lo sumo un glotón, lo que no suponía ningún peligro para ambos. Pero aun así, no podían sacarse de encima la sensación de molestia que persistía en el ambiente.
A unos metros delante de ellos, una figura se movió. Estaba oculta entre los frondosos tallos que se alzaban, amenazando con tragárselos. Si no estuviera muerta de terror, Helli le hubiera dicho a su estúpido novio que le había advertido sobre aquel peligro.
Regresaron por la izquierda a toda velocidad, tratando de alejarse todo lo posible de aquel desconocido. La adrenalina los invadió y avanzaron más de lo que llevaban recorrido desde el inicio en cuestión de minutos.
Estaban tan distraídos mirando a sus espaldas, que no se percataron de la criatura que tenían frente a sus narices, hasta que chocaron contra él.
Aquella espantosa criatura tenía forma ligeramente humana, pero su cuerpo se encontraba totalmente en carne viva. Como si le hubieran arrancado la piel a pedazos.
Helli pegó un grito que resonó en medio del sereno bosque mientras retrocedía, tratando de huir despavorida. Sin embargo, Joki reaccionó de forma totalmente opuesta. Estaba plantado en medio de la nieve, pasmado ante aquella espeluznante imagen.
A pesar de su lentitud por semejante tamaño, el desconocido no tuvo problemas para asirse de Joki y lo suspendió en el aire. Como si de un muñeco de trapo se tratase, le arrancó las extremidades y dejó caer su cuerpo al suelo.
Los gritos de dolor y terror de la pareja se mezclaban, creando una siniestra melodía que hizo sonreír a la bestia humanoide. Helli intentó huir, pero tropezaba con cada paso que daba. El agotamiento producido por la larga caminata amenazaba con derrumbarla en cualquier momento, pero no quería tener el mismo final que Joki.
Su persecutor se encontraba a una distancia considerable, pero no muy lejana a su alcance. La seguía, sosteniendo el brazo de su novio como un trofeo. Aquella imagen la consternó. A pesar de que no había acabado con él, Joki no tardaría en morir desangrado.
En estas circunstancias, jamás llegaría a tiempo para despedirse de su abuelo. Tal vez se encontraría con él pronto, pero no en este mundo. Intentó descartar la idea o se daría por vencida en cualquier momento.
Miró atrás para ver a que distancia se encontraba, pero no había nadie a sus espaldas. Detuvo su huida para mirar en todas direcciones, pero no lograba divisar nada. La aplastante quietud fue aún más terrorífica de lo que había experimentado.
Una mano se posó en el hombro derecho de Helli. Por instinto, se asió de ella, pues se asemejaba a Joki. Y en efecto, se trataba de su brazo que había sido arrancado hace unos instantes.
No se explicaba cómo no había sido capaz de detectar a aquel demonio que ahora se abalanzaba hacia ella. La certeza de su imposible huida la aplastó por completo. Aquel momento de realización fue la peor sensación que experimentó en su corta vida.
Estaba a punto de morir y no había nada que pudiera hacer al respecto. El sanguinolento monstruo percibió su terror y en un acto de compasión, acabó con ella en un instante, arrancándole el corazón de un solo golpe.
Luego, el monstruo recogió su cuerpo y la reunió junto con su pareja, para desollarlos posteriormente y comenzar a tejer una nueva piel para sí mismo. Pero no le alcanzó para cubrir todo su cuerpo y decepcionado, se sumergió en el pantano y descansó hasta encontrar un nuevo donante de piel.
ANUNCIO: Esta historia contará con 3 capítulos. La próxima semana descubriremos el origen de Meatball.
Vielen Dank für das Lesen!
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