¿Has leído alguna vez a Orwell?,
me azuzó ella.
¿Por qué lo preguntas?,
inquirí yo.
Volvió sus ojos negros hacia mí,
sus pupilas dilatadas,
mi mirada enamorada,
y todo aquello, revuelto,
yendo al remolino,
oh olvidada juventud,
con loco frenesí.
Cataluña,
suspiró ella.
¿No te acuerdas ya de la guerra,
esa que tanto odiabas,
la lucha y la miseria,
y lo duro con que el poeta lo cuenta?
Pues todavía sigue aquí.
Oh sí,
le contesté;
cómo he de olvidarlo,
él siendo yo al escribirlo asi de plano y sin palabras superfluas,
yo siendo él al leerlo, tan lógico y descarnado,
y que tus labios me sepan a mar
viento, libertad,
sentido común y verdad,
es un signo de que el pasado vuelve a alcanzarme,
y lo amo así,
como a ti.
-¿De veras?
Lo sabes.
También supe que no me olvidarías,
ni yo de esos tus ojos morenos,
ni del libro viejo que todavia
cargas, como un amuleto, bajo el sobaco.
Vielen Dank für das Lesen!
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