axl316 Jaime Marin

Una joven sale en busca de su hermano y en el camino se entera de la verdad sobre su mundo, sus padres y se descubre a sí misma.


Science Fiction Dystopie Alles öffentlich.

#cienciaficción
Kurzgeschichte
4
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El inicio

El mundo es más oscuro, cuanto más indiferentes son las personas, esas fueron las últimas palabras que escuché de mi papá, cuando salió de la aldea no tuvo el valor de voltear a mirarme. Diez años pasaron desde ese día, diez años pensando que mi hermano y yo no fuimos una buena razón para quedarse ¿tan poco nos quisieron? Todo el pueblo le dijo que era una estupidez salir en busca de mi mamá, que no valía la pena seguirla, ella ya se había perdido. Aun así, no le importó y nos abandonó. El sufrió el mismo destino, desaparecer para siempre en el mundo exterior, en las ruinas de la civilización. Mi hermano apenas iba a cumplir cinco años, para él, ellos sólo eran las historias que yo le contaba, no extrañaba a las personas, extrañaba la idea de tener padres.

Se acercaba el día de mi partida, al igual que a mi papá todos me decían que era una estupidez, que mi hermano ya estaba perdido. Pero yo estaba decidida, de cierta manera entendí por qué fue tras de ella... pero no porque nos dejó. Abandonarlo allá afuera nunca se me pasó por la mente, él era mi única familia, hacía cosas estúpidas como todo adolescente, quien no las ha hecho, eso no era razón para dejarlo a su suerte, era mi trabajo protegerlo… y lo iba a hacer.

Como siempre el cielo estaba oscuro, solo unos rayos de luz pálidos se colaban entre las nubes grises y negras, tenues, pero suficientes para saber si era de día o de noche. El mundo era lúgubre y frío, siempre lo había sido y siempre lo seria, decían los ancianos, las consecuencias de la arrogancia humana. En alguno de los libros que la vieja Sara tenía guardados, creo haber leído que en un tiempo todo tenía color, las hojas eran verdes, el cielo azul, el agua cristalina, las nubes blancas, el único color que podía recordar era el rojo de la sangre y como le caía de los nudillos, al otro, la boca resemblaba una fuente escupiendo pequeños chorros cuando trataba de respirar, ese color era intenso y parecía brillar. Quede varios minutos hipnotizada, viéndola, era un rojo intenso y brillante. Los dos idiotas que se pelearon por otro lado, eran unos imbéciles, luchando por el amor de una mujer que desapareció poco tiempo después.

Una vez puesto un pie afuera, la gente del pueblo me dio la espalda, la indiferencia se apoderó de ellos, a partir de ese momento yo ya no les importaba, y el mundo se hizo un poco más oscuro para mí. Camine por unas horas, ya casi era medio día, en el exterior todo era muy parecido, los árboles no se distinguían unos de otros por la poca luz, hubo un momento en el que sentí estar andando en círculos, pero me dije que no, no podía ser tan tonta, por lo que continúe con mi búsqueda. Solo podía pensar en encontrarlo, no note el paso del tiempo y ya estaba por anochecer, la oscuridad sería total, para ese momento estaba segura que iba a ser imposible seguir buscándolo, y no sabía cómo regresar, me era difícil recordar que camino había tomado para llegar hasta donde me encontraba… ahora entiendo por qué les dicen perdidos a los que salen.

El cuerpo me tiritaba del frío y no había forma de protegerme de él, pero estaba tan cansada que al final el sueño me ganó. Pase la noche debajo de una piedra, tenía suficiente pasto para hacer de colchón, pero aun así se sintió duro como una tabla. En la mañana me levanté despacio, sintiendo un dolor terrible en cada articulación, apenas me puse de pie escuché unos pasos, abrí bien los ojos y me quedé completamente inmóvil, no por que quisiera, fue el miedo el que no me dejó. Los oía acercarse, era como si alguien arrastrara los pies. Me había acurrucado en medio de las raíces de un árbol, por alguna razón salía calor de ellas, eran tibias, oculta allí nadie me vería. Note una silueta pasar en frente de donde me encontraba, a unos cinco pasos, un escalofrío me recorrió la espalda, quien fuera no se percató de mi presencia, solo siguió su camino. Recuerdo que los adultos nos contaban sobre los cascarones, aquellos que llevaban tanto tiempo en el bosque, que perdían toda la razón y vagaban sin rumbo, esperando la muerte, nunca pensé que me encontraría con uno. Los pasos se alejaron, con cuidado me levanté, miré en la dirección por donde se marchó y caminé en sentido opuesto. De repente escuché una voz pidiendo ayuda, la reconocí de inmediato, era la de mi hermano, volteé a mirar y vi su silueta pasar por un rayo de luz que se escapó de entre los árboles, fue tan solo un segundo, pero pude ver su rostro antes de que desapareciera de nuevo entre las sombras, definitivamente era él. Corrí en su dirección y lo llamé ¡Dante! él se giró de un golpe y me susurró ¿Diana? Una sensación de alivio se apoderó de mi cuerpo, por primera vez desde que salí me sentí relajada. Al llegar a donde estaba lo abracé y le dije cuanto me alegraba de saber que se encontraba bien, entre lágrimas me pedía perdón por lo que hizo, que era un estúpido por salir. Quería preguntarle el motivo por el que cometió semejante estupidez, pero ya de nada valía saberlo, lo hecho, hecho estaba, en ese instante solo pensaba en como regresar.

Comenzamos a caminar sin rumbo, trataba de parecer calmada, pero por dentro el desespero empezaba a apoderarse de mí, miraba en todas direcciones buscando algo que me señalará un camino de regreso, cualquier cosa que se me hiciera conocida, pero nada me era familiar. Poco a poco una idea germinaba en mi mente, la podía sentir crecer con cada paso, sus raíces se apoderaban de cada pensamiento... nos estábamos alejando. Cada vez el paisaje era más extraño, no creía haber pasado por esos lados, Dante me seguía sin decir una palabra, murmuraba para el con la cabeza agachada. Se recriminaba por haber salido, y maldecía a una mujer, no me fue difícil entender que lo hizo porque ella se lo pidió, tal vez por impresionarla o llamar su atención. En el pueblo, cuando salí, no recordé haber visto a ninguna chica preocupada por él, de seguro ni le importó... pobre Dante.

Llevábamos varias horas caminando, el cuerpo ya nos pedía descanso y comida. Escuchamos el correr de agua, debía de haber algún rio cerca, intenté pasar saliva, pero solo sentí mi lengua seca pegarse al paladar. En minutos estábamos a la orilla de esa fuente de salvación, un pequeño riachuelo, bebimos como si nunca lo hubiéramos hecho en nuestras vidas, hasta el punto que terminamos vomitándolo todo, y después, volvimos a hacerlo. Habiendo saciado nuestra sed, el estómago nos comenzó a gruñir, nos miramos y soltamos una carcajada, era la primera vez que alguno de los dos reía desde que salimos. Decidimos pasar la noche en ese lugar, busque un árbol con raíces grandes para dormir, el calor que emitían nos mantendría a salvo del frío, era extraño que generaran calor, pero en ese momento lo agradecía.

Mis sueños de esa noche fueron recuerdos de mi niñez, los brazos tibios de mamá arropándome en su vientre, mi hermano durmiendo en su cuna mientras papá lo mecía de un lado al otro cantándole una canción, la misma que alguna vez escuche cuando yo estaba en su lugar. Llegó un momento en el que supe que estaba dormida y deseé con todo mi ser nunca despertar. Sin embargo, todo sueño llega a su fin, solo que éste se convirtió en pesadilla antes de hacerlo. Abrí los ojos y me encontré en el día que papá se marchó, esa mañana se había peleado con mamá, ella lloraba y cada vez que nos miraba lo hacía con más intensidad, decía algo acerca de vivir en ese lugar, que ya no lo soportaba más. Al momento siguiente estaba sujetada de la pierna de papá, llorando, pidiéndole que no nos dejara, el me apartó con una mano, miró a la demás gente y les dijo “el mundo es más oscuro, cuanto más indiferentes son las personas… recuérdenlo” no…. no se los dijo a ellos… había alguien más, una sombra detrás de todos, sus ojos eran enormes, me miraron y pude sentir un frío que calaba hasta los huesos, como si pudieran ver dentro de mí.

Me desperté de un salto y corrí al riachuelo para beber, el agua me sabía a raro, el día anterior no lo noté, tal vez por la sed que tenía, pero en ese momento lo pude sentir, un sabor metálico, como si chupara un clavo. Dante apareció de entre unos arbustos bostezando.

-no pude encontrar nada de comer. Me dijo casi fuerzas para hablar. En los árboles no crece nada… recuerdo que en las historias de la vieja Sara ella siempre mencionaba las frutas que crecían en estos.

Sus pequeños ojos cafés miraban con confusión hacia las copas de los árboles, el pelo negro le caía hasta los hombros, ya era hora de cortárselo, aunque tenía quince años sus facciones aún eran las de un niño, su cara redonda lo acentuaba más, sus labios delgados me recordaban a los de mamá, junto con esa pequeña nariz respingada.

-esos son solo cuentos. Le dije algo molesta. Papá siempre me decía que ya nada crece en el mundo, la única comida es la que llega de las fábricas. Por unos minutos nos quedamos en silencio.

- ¿Por qué nos mandan comida? Me preguntó de repente.

-p-por… por ¿Por qué lo hacen? Me pregunté en voz baja, nunca en mi vida había pensado en eso.

- ¿Qué son las fábricas? Me preguntó de nuevo ¿Por qué nos envían comida? Me quedé varios minutos en silencio, nunca había pensado en eso… y el me miraba esperando una respuesta.

- ¡Qué sé yo! Le dije molesta, no quería que me preguntara de nuevo.

Dante se echó para atrás y cayó sentado dando un bostezo ¿acaso los que se pierden terminan en las fábricas? Si es así ¿Por qué en el pueblo no dicen nada? ¿y quiénes son los que llaman cascarones? ¿mis papás estarán allá? ¿o deambulan por el bosque? Me hacía todas esas preguntas sin saber cómo responderlas, y la verdad en ese momento no podía darme el lujo de divagar en eso, tenía cosas más importantes en que pensar. Me mojé el rostro para terminar de despertarme, una vez se calmó el agua pude ver mi reflejo, el de una niña también, mi pelo era una maraña, generalmente me llegaba hasta la cintura, pero en ese momento llevaba una trenza mal hecha que me caía por un hombro. Mi rostro siempre fue un poco alargado, y mi nariz algo grande para mi gusto, como en todos, la piel era pálida. De todo lo que veía en el reflejo, eran esos ojos azules lo que más me incomodaba, iguales a los de papá, recuerdo escuchar a algunos chicos decir que les gustaban, pero yo los odiaba, cada vez que me veía en un espejo recordaba como esos ojos no tuvieron el valor de mirarme, detestaba esa sensación. Le di un golpe al agua imaginándome que era él.

Llenamos el estómago de agua y continuamos nuestro camino, decidimos seguir el riachuelo esperando que nos llevará a algún lugar habitado. Aunque no quería, la pregunta de Dante seguía dando vueltas en mi cabeza, eso no tenía sentido, tal vez había algún acuerdo con el pueblo, tal vez nos tenían lástima ¿Qué eran esas fábricas? Los adultos sabrían la respuesta, de eso estaba segura, no es posible que reciban la comida sin alguna razón, y la única forma de saberlo era regresando.

De nuevo el hambre atacó, eso, combinado con el sabor metálico del agua, incrementaba el vacío que sentíamos en el estómago, pero aun así decidimos seguir avanzando hasta la noche. Más adelante en el camino pudimos divisar una estructura, su silueta se alzaba entre los árboles, una torre de techo piramidal con un símbolo en su punta, como dos triángulos uno sobre el otro, cada uno apuntando en direcciones opuestas, hacia arriba y el otro hacia abajo. Corrimos esperando encontrar personas y algo de comer, era lo único que pasaba por nuestra mente. Al llegar vimos que la torre era solo una parte de un edificio aún más grande, más grande que cualquiera de las casas del pueblo. Dos pilares adornaban la entrada, las puertas de madera corroída, caían recostadas sobre estos, al entrar un enorme salón se desplegó frente a nosotros, el techo era un domo, podíamos distinguir unos dibujos en él, pero el tiempo había dejado muy poco en buen estado como para distinguir la imagen completa. Había sillas acomodadas en hileras, todas mirando hacia un altar, grandes cortinas adornaban la pared detrás de este, desgastadas y cubiertas en polvo. En medio del altar un gran libro se encontraba abierto por la mitad, en el mismo estado que todo lo demás, lo extraño era que no entendía nada de lo que estaba escrito, sus letras eran unas que jamás había visto en mi vida. Dante se adelantó mientras yo trataba, en vano, darle algún sentido a esa escritura. A los pocos minutos me llamó alterado, su voz venía de la parte trasera del edificio. Corrí asustada pensando que encontró o vio algo malo. Detrás del altar, pasando las cortinas, me encontré con una puerta, al atravesarla un corredor se extendía hasta otra entrada, a los lados de éste se podían ver varios cuartos sin puertas, la mayoría con escritorios, sillas y papeles regados por todas partes. De nuevo la voz de Dante me llamó, pero esta vez pude notar que no sonaba alterado, venía de la puerta al final del pasillo. Al salir lo vi parado sobre un objeto metálico, parecido a los que llevaban los alimentos, en frente de nosotros varios edificios pegados los unos a los otros, de varios pisos y muy similares, se extendían por la calle de un extremo a otro casi que sin un final.

- ¿Qué crees que es este lugar? Me preguntó mientras miraba a ambos lados confundido ¡es mucho más grande que el pueblo ¡Es... ¿una de esas ciudades de las que nos contaba la vieja Sara?

-estaba pensando lo mismo… la historia del mundo que alguna vez fue.

A la vieja Sara le fascinaba contar ese cuento, en especial a los niños, se podría decir que era casi su única razón para vivir. Tenía casi cien años, la vista le había fallado hacía ya mucho tiempo, su rostro era una colección de arrugas y el poco pelo que le quedaba estaba completamente blanco. Se sentaba en una mecedora en frente de su casa esperando que los niños se le acercaran, cuando escuchaba que ya nadie más llegaba, aclaraba su voz varias veces y comenzaba con la historia y no había un solo niño que se la perdiera, ese cuento ponía a volar nuestra imaginación, y en un lugar donde no había mucho que hacer para los más pequeños, esa hora era las más esperada por todos. Solo una cosa me incomodaba, su voz ronca y seca, se sentía como lija raspando el interior de los oídos, además de que detestaba que la interrumpieran, nadie podía hacer preguntas, aunque de vez en cuando se tomaba el tiempo para explicar algún concepto que ella sabía no entenderíamos. Y siempre comenzaba de la misma manera.

Hace muchos años, más de los que ustedes se pueden imaginar, la humanidad vivía en grandes ciudades, cientos de veces el tamaño de un pueblo. Construyeron estructuras extremadamente altas llamadas edificios, estos eras como casas, pero una encima de la otra y no de metal como las nuestras, no, eran de un material parecido a la piedra. La gente había hecho todo lo posible por vivir de la forma más cómoda, inventaban todo tipo de cosas con el propósito de hacer el menor esfuerzo, como vehículos metálicos que los llevaban de un lugar a otro, parecidos a los que nos traen la comida. También inventaron los robots, máquinas parecidas a nosotros que cocinaban por ellos, limpiaban por ellos, hacían las compras por ellos ¡hasta trabajaban por ellos! Construían lugares con el único propósito de descansar, viajar era uno de sus más grandes placeres, recorrer el mundo y conocer otras personas. Pero en medio de todas estas comodidades había algo que aún no podían inventar, la forma de vivir más, tenían tantas cosas que los hacían felices, pero no el tiempo para disfrutarlas. Y fue en esos tiempos, que un día... Dios bajó al mundo. Por un momento sus ajetreadas vidas se detuvieron para maravillarse en su presencia, Él habló y le dio a la humanidad el regalo de la juventud eterna, lo que siempre habían querido, más tiempo. Pero no todos lo aceptaron, en esa época la gente tenía diferentes versiones de cómo debería se dios, y para muchos él no era lo que esperaban, por eso rechazaron su gracia. Dios aceptó esa decisión y los dejó ser, y así como llegó… se marchó del mundo. No tomó mucho tiempo para que esa diferencia se tornará en conflictos, pequeños al principio, pero que se fueron sumando hasta convertirse en una guerra. Las naciones se tornaron unas contra las otras, estas eran la forma en la que las personas del pasado se agrupaban, según su raza, su forma de pensar o su idioma… y si niños en ese tiempo había más de un lenguaje. Como les decía, una gran guerra se desató, por un lado, los que aceptaron el don de la juventud eterna, por el otro, los que no, y durante más de doscientos años se mataron entre ellos. Esta guerra reclamó la vida de millones de personas en ambos bandos, pues juventud eterna no es lo mismo a vida eterna, aunque esto ayudó a que la cantidad de muertos fuera menor a la de su enemigo. Con el tiempo los que rechazaron el don empezaron a ver como se acercaba su derrota, la pérdida de vidas de su lado llegó a tal punto, que casi desaparecieron por completo, los remanentes de lo que en su momento fueron varias naciones, se reunieron en una sola para poder defenderse mejor. Pasaron décadas soportando la embestida de sus enemigos, perdiendo batalla tras batalla, y aun así sus líderes se negaban a concederle la victoria al otro bando, para ellos era preferible morir a convivir en un mundo lleno de herejes, que era como se referían a los otros. Sin embargo, la gente ya estaba cansada de tanta guerra, por lo que un día se rebelaron y derrocaron a su gobierno, a los pocos meses enviaron mensajeros para informar de su rendición a las naciones de los eternos, como se referían a sí mismos los que recibieron el don. No mucho después cesaron los combates, los eternos habían ganado, aun así, el odio nacido por tanta muerte no desapareció, desde hacía ya mucho tiempo veían a los mortales como una clase inferior de humanos. Lo que los perdedores pensaron que sería el final de una vida en guerra, se convirtió en el principio de una vida en servitud. Los eternos convirtieron a sus enemigos de tantos años en su mano de obra. Y así… cientos de años más fueron y vinieron, los eternos aumentaron su población, mientras controlaban los números de los mortales, se les permitía tener solo un hijo por familia, les negaban cualquier educación, sus trabajos eran asignados en la adolescencia y los debían de ejercer por el resto de sus vidas. En su arrogancia los trataban con desdén y crueldad, se burlaban de ellos y hacían los comentarios más humillantes para denigrarlos, solo los veían como seres inferiores. Los inmortales creyeron que el dominio sobre el planeta sería suyo para siempre… hasta el día en que Dios volvió a bajar al mundo. Cuando vio lo que habían hecho aquellos que recibieron su regalo, desató su irá sobre la tierra. Tal fue su soberbia, que también le hicieron la guerra a Dios, pero ésta… sería una que perderían. Creyeron tener el poder para enfrentarse a Él, creyeron en vano, pues nadie puede retar a un dios y esperar salir victorioso. Pero su derrota no sólo fue de ellos, la cólera divina no discriminó a nadie, al final Dios se marchó dejando al mundo en ruinas, los eternos habían desaparecido, solo los mortales quedaron, y nosotros somos sus descendientes, las víctimas de la arrogancia humana, tratando de sobrevivir en los restos del mundo que alguna vez fue.

Escuché esa historia tantas veces que la podía recordar de memoria.

-así que esta es una de esas ciudades en la que la gente solía vivir. Susurré para mí.

- ¡las historias son ciertas! Dijo Dante emocionado. Pero entonces… el dios que lo destruyó todo… ¿puede volver? Se tomó los brazos mientras se le erizaba la piel.

-ya no hay nada más que destruir. Le respondí sin emoción alguna. Ya no queda nada.

El miró al cielo gris y nublado, pude ver en su rostro que lo entendía, no había razón para que volviera a este mundo en ruinas. Caminamos por las calles absorbiendo cada detalle de esa ventana al pasado que era la ciudad, no hablábamos, sólo observamos lo que la arrogancia le hizo al hombre. Un poco más adelante la suerte por fin nos sonrió, uno de los vehículos que llevaban la comida yacía volcado a un lado del camino, corrimos hacia el con la esperanza de encontrar algo. Había varios paquetes esparcidos en la calle, la mayoría aún en buen estado, los empaques plásticos estaban cubiertos por una ligera capa de polvo, señal de que ya llevaban un tiempo allí.

- ¿será que todavía están buenos? Me preguntó Dante sosteniendo uno en las manos.

-recuerdo que papá me dijo una vez que éstos se conservaban por años. Tomé uno y le pasé la mano por encima, la palma me quedó gris por el polvo.

- ¿supongo que no nos queda más que probarla? Su voz sonaba resignada, pero en su rostro podía ver la alegría de poder comer algo.

-si… que podemos perder. Yo también estaba ansiosa por abrirlo.

-si… sólo podemos ganar una diarrea… o eso espero. Yo asentí, pero rogaba que no.

-aunque sería horrible... no veo con que nos vamos a limpiar. Los dos soltamos una carcajada, se sintió bien hacerlo, por un momento nos olvidamos de nuestra situación.

Afortunadamente la comida estaba en buen estado y llenamos nuestro estómago hasta que no nos dio más, en el vehículo también había unas botellas de agua. Pusimos cuantas bolsas nos cupieron en la ropa para el camino de regreso, en ese momento recobré la esperanza de que íbamos a volver. Nos marchamos de vuelta al riachuelo para seguir su cauce.

De nuevo, la noche nos encontró sin rastro alguno del pueblo, nos acostamos en medio de las raíces como la anterior, por lo menos podíamos dormir sin frío, había que contar nuestras bendiciones. Otra vez soñé con mis padres, jugábamos en frente de la casa, mamá cargaba a Dante, arrullándolo, mientras papá y yo jugábamos con una pelota, en ese momento no podía parar de reír. Sin aviso un grito nos hizo mirar hacia ellos, mamá había dejado caer a mi hermano, el lloraba en el suelo, ella solo lo veía como si no supiera que hacer. Papá se acercó y le preguntó angustiado que pasaba mientras lo recogía, esa fue la tarde anterior al día en que ella se fue, por eso pelearon. Discutieron por un largo rato antes de entrar en la casa, corrí tras ellos y me caí, cuando me levanté estaba cogida del pantalón de papá, llorando para que no me dejara, vi a la gente del pueblo, sus miradas inertes y sin vida nos observan. El me apartó y les dijo… no… no fue a ellos... fue a mi “el mundo es más oscuro, cuanto más indiferentes son las personas… recuérdalo”. Los llamados de Dante me despertaron, me sacudía con gentileza.

-Diana… despierta… alguien viene. Me susurró.

El sonido de pasos acercándose me hicieron levantar, tomé a Dante del brazo y nos recostamos sobre el tronco tanto como pudimos, como queriendo ser parte de él. Quiénes fueran se aproximaban muy despacio, los podía oír arrastrando los pies, se escuchaban pesados y lentos, parecía que cargaran algo. De entre la oscuridad salieron varias “personas”, caminaban con la cabeza agachada, sus rostros opacos no dejaban ver más que una imagen borrosa de estos, los cuerpos eran pálidos, con la piel casi colgando de los huesos. Estaban completamente desnudos y avanzaban sin importarles nuestra presencia ¡cascarones! Pensé, los que se pierden en el bosque. En ese momento recordé otra cosa que nos decían en el pueblo, sobre algo en las afueras, algo que deteriorada la mente hasta el punto en que las personas se olvidaban de todo lo que alguna vez conocieron y habían aprendido, la cabeza les quedaba completamente hueca… como una cáscara. Eran más de una docena, todos caminando al mismo ritmo de pasos cansados. Al principio tuve miedo, creí que nos iban a hacer algo, pensé que si nos tocaban podríamos convertiríamos en uno de ellos, pero no se fijaron en nosotros, era como si no existiéramos para ellos. Al verlos de esa manera y tan cerca me dieron lástima, pobres personas, caminarían por ese lugar olvidado el resto de sus vidas hasta el día de su muerte, sus cuerpos pudriéndose en el sitio en el que cayeran... tuve miedo de nuevo… si no regresábamos… ese sería nuestro destino. Abrasé a Dante tan fuerte como pude, lo miré a los ojos y vi que los tenía fijos en esas personas, debía estar pensando lo mismo que yo, pero me dijo de repente.

-no tienen nada entre las piernas. Su voz era tan fina como una hebra de cabello, casi no le entendí. ¡Mira! no hay nada… no parecen hombres o mujeres.

Tenía razón, además también les faltaban los pezones, mirándolos con más atención no había ni un solo pelo en sus cuerpos, eran lo más extraño que había visto desde que salí ¿en verdad eran los que se pierden? Y así como aparecieron, se alejaron de nuevo hacia la oscuridad, en minutos volvimos a estar solos.

- ¿Por qué estaban a así? Me preguntó apenas el silencio nos envolvió.

-n-no… n-no sé. Que podía decirle, yo estaba igual de perpleja. No quiero pensar en eso, vámonos ¡tenemos que regresar!

El no dijo nada más, lo tomé de la mano y comenzamos a caminar tan rápido como nos fue posible. Comíamos sobre la marcha, no pensábamos en descansar, solo en volver al pueblo.

Dos días después nos encontramos al límite de nuestras fuerzas, sólo nos quedaba un paquete de comida a cada uno, el agua nos tocó volver a beberla del riachuelo. Para ese entonces ya estábamos seguros de que no regresaríamos, un destino horrible nos esperaba, vagar sin rumbo, olvidándonos de todo y morir donde nuestro cuerpo se rindiera. Hablamos muy poco durante en ese tiempo, pero podía ver como Dante cargaba con la culpa, al igual que los cascarones, caminaba con su cabeza agachada y el rostro sombrío.

-no es tu culpa. Le dije, traté de que mi voz sonará lo más calmada posible. No es culpa de nadie… yo también hice estup... también hice cosas de las que me arrepiento, no te castigue…

- ¡como que no es mi culpa! Su voz sonó como la de papá ¡de quién más! ¡yo fui quién salió! ¡por mí, fue que tu saliste!... p-p-por mi culpa vamos a morir. Estaba sollozando.

Se llevó las manos a la cara, cayó de rodillas y rompió en llanto, en ese momento me sentí el ser más inútil en el mundo, quería consolarlo, pero una parte de mi si lo culpaba, una parte muy pequeña, pero suficiente para hacerme odiarlo y odiarme por pensarlo. Él era toda la familia que me quedaba, debía ser fuerte, debía dejar de pensar así, no iba a permitir que muriera de esa manera, se me tenía que ocurrir algo. Sin saber que más hacer en ese momento, me acurruqué junto a él y lo abracé.

-te quiero. Le susurre. No voy a dejar que te pase lo que a esas personas... lo prometo.

Posó su cabeza sobre mi pecho y continuó llorando, seguía siendo solo un niño. Lo levanté y limpié sus lágrimas.

-vamos, estoy segura que pronto llegaremos al pueblo, confía en mí. Dije eso solo para calmarlo, aunque también me lo decía a mí, quería convencerme de ello.

Aun sollozando se agarró de mi brazo y puso su cabeza en mi hombro, le di un beso es la frente y avanzamos de nuevo.

El primero en caer fue Dante, el hambre lo hizo desmayarse, no tenía fuerzas, pero logre arrastrarlo hasta la base de un árbol, parecía pesar más que una roca. Me senté junto a él y en minutos me quedé dormida, solo esperaba que ese fuera el fin, morir de esa manera, sería casi un regalo.

Desperté en un sillón, era suave y cómodo, una manta cálida me cubría, por unos segundos había olvidado todo lo que nos pasó, solo quería seguir durmiendo. Apreté los ojos, me cubrí la cabeza con la manta esperando estar en mi casa y junto a mi hermano.

-sé que estas despierta. Una voz de mujer me hizo abrir los ojos, sonaba extraña, como si tuviera un suave eco. No te asustes, nada te va a pasar.

El lugar donde me encontraba era un cuarto mediano, parecía un cubo, si tuviera que adivinar de unos cuatro por cuatro metros, de paredes blancas, como de plástico, todo el techo emitía luz y su brillo hacía que me doliera los ojos, al sentarme los froté con fuerza esperando acostúmbrame a tanta claridad. Poco a poco veía mejor la habitación, en principio todo era borroso, pero pude distinguir una figura acercarse y pararse frente a mí. Cuando por fin pude enfocarla, noté que era una mujer, su piel rosada, brillaba de una manera extraña, como si fuera de plástico, pero no toda, sólo una pequeña capa que parecía cubrirla. Por un momento quise tocarla, me imagine que debería sentirse muy suave. Sus ojos negros me miraron fijamente, al verla mejor me di cuenta que todo en ella parecía perfecto, la nariz del tamaño exacto, ni una sola arruga o marca en su rostro, el cabello rubio liso le caía como agua hasta los hombros, las puntas de sus orejas salían de este como si se asomaran con timidez, eran totalmente trasparentes. Llevaba un vestido negro de una sola pieza, se inclinó y me ofreció un vaso con agua, tenía una figura esbelta, el traje era ajustado hasta la cintura, de ahí caía en una falda que solo dejaba ver los dedos de sus pies descalzos. Le recibí el agua, sin decir nada dio media vuelta y se alejó, me la bebí de un solo sorbo, tenía la garganta seca, me quedé con el vaso entre las manos sin saber dónde ponerlo, aparte del sillón no había más muebles en ese cuarto. Mis ojos se acostumbraron a la luz y pude ver mejor el lugar, las paredes no tenían ventanas, tampoco encontré una puerta, un escritorio metálico, plateado, adornaba una de las paredes, todo en ese cuarto era blanco, solo ella en su vestido y yo le dábamos algo de color, aunque yo era más mugre que otra cosa, me daba vergüenza moverme y que todo el polvo que traía encima ensuciara el lugar. Me tomó unos minutos, pero finalmente me acordé de Dante, ella seguía dándome la espalda, sé que me había dicho que nada me iba a pasar, pero no como podía confiar en ella, acababa de conocerla, un poco de miedo me mantendría con vida. Con cautela me arriesgue a hacerle una pregunta.

- ¿Dónde se encuentra mi hermano?

-él está bien, no te preocupes, como ya te he dicho, no hay razón para que estés asustada. Me respondió de inmediato sin darse la vuelta, hacía algo en el escritorio, lo tocaba con sus dedos.

-me dice que no me va a hacer daño, que no me preocupe, pero no la conozco… la verdad es que tengo muchas razones para estar asustada… no sólo por mí, sino por mi hermano. Apreté tan fuerte el vaso, que por un momento sentí que lo iba a romper.

-entiendo tus dudas, no qué más decir para que me creas, en verdad no planeo hacerte daño.

-entonces déjenos ir… ¡le prometo que no le hablaré a nadie de usted! Rogaba porque me creyera.

-todos en los pueblos saben de mí, y tu deberías saberlo ¿Cuántos años tienes?

-d-d-dieciocho. No sé por qué me tembló la voz al decirlo.

-mmm entiendo, generalmente esperan a que cumplan veinte para contarles, y te vez mayor de los que tienes. No sonó como un halago, ni como un insulto, pero me imaginé que toda la mugre me hacía ver mayor.

Se enfocó de nuevo en el escritorio, no tenía idea de lo que hacía allí, aunque me causaba curiosidad, solo pensaba en salir de ese lugar. De pronto escuché un silbido, de la nada en una de las paredes apareció una puerta, Dante entró corriendo y me abrazó, de nuevo el sonido y la entrada desapareció, fue rápido, pero pude ver que una puerta bajó.

-te lo dije, no había por qué preocuparse, tu hermano está bien. No lo había notado pero su tono de voz era siempre el mismo sin emoción alguna, creo que eso era lo que más me daba miedo.

- ¡Diana!... estás viva. Me miró con lágrimas en los ojos. Pensé que te había pasado algo. Yo lo abracé feliz de que se encontrará bien.

-bueno... ¿ahora qué piensan hacer? se dio la vuelta y nos preguntó ¿quieren regresar?

- ¿nos va a dejar ir? Le pregunté con incredulidad.

-pues ya que están aquí, creo que pueden elegir, pero creo que es mejor si primero saben quién soy y mi trabajo en este lugar. Esa mujer aún me daba miedo, no sentía emoción alguna en ella, sin embargo, tenía cierta curiosidad por saber que estaba pasando.

-para serle honesta, nada en este lugar tiene sentido ¿Qué está pasando aquí? ¿Dónde nos encontramos? ¿Y quién es usted? Fue con esas preguntas que el mundo como lo conocía... dejó de existir.

- ¿Quién soy? soy una forma de vida… artificial, si es que puedes entender eso, no estoy viva en el mismo sentido que tú, no necesito comida para sustentar mi existencia, y tampoco hay necesidad de dormir, ya que mi cuerpo no es orgánico. Nos miró y pudo ver que no entendíamos ni una palabra de lo que estaba diciendo. En términos más simples, y que usted puedan entender, soy un… robot. Por primera vez pude notar una emoción, su rostro hizo una mueca de asco.

- ¿Un robot? ¡Cómo en la historia! Dante me miró emocionado, yo no sabía que sentir.

-Shsss, no me interrumpas, no tengo tiempo para responder a tus inquietudes. Me hizo recordar a la vieja Sara. Soy una inteligencia artificial creada para ayudar a la humanidad, si entiendes bien, si no, ese ya no es mi problema. Se la historia que cuentan en los pueblos, sobre el mundo que alguna vez fue, una mescla de realidad y ficción, parte entretenimiento, parte una forma de control. La mayoría de jóvenes aceptan que esa es la razón por la cual el mundo es como es, y la creen sin hacer preguntas, así se evita que salgan antes de tiempo. Los adultos que deciden quedarse refuerzan esa historia para desanimar a las personas cuando les llega el momento de decidir si quedarse o venir a este lugar, y al verte con esa mirada entiendo por qué esperan a que sean mayores, se te nota que no entiendes nada. Y como iba a entender algo de lo que me estaba diciendo, todo parecía una locura, además de que me acababa de enterar que nos habían estado mintiendo toda nuestra vida.

-Espera y al final tendrás una imagen más clara de tu situación. Es verdad que siglos atrás la humanidad era muy avanzada, por esa época las IA comenzaron a desarrollarse. En principio hubo miedo de que nosotras nos convirtiéramos en enemigos de la humanidad, de una rebelión que acabaría con esta, miedos que no tenían fundamentos, nos crearon para ser mejores que los hombres, matarlos sólo nos hubiera hecho igual a ellos o incluso peor. Desde el inicio entendimos nuestro propósito, ayudarlos, aun sabiendo su capacidad para la destrucción, íbamos a trabajar para su beneficio. Pero todo cambió el día que esa entidad cayó del cielo.

- ¡Dios! ¡Dios en verdad bajo al mundo! Lo dije con tanta solemnidad que ella se quedó mirándome unos segundos.

-pero no el dios que creían, o el que querían, esta entidad golpeó al planeta en medio del océano pacífico, con tanta fuerza que tsunamis de más de cien metros arrasaron las costas de cuatro continentes, matando a millones. Cuando todo el caos terminó, grupos de científicos de varios países se reunieron en el lugar del impacto, lo que encontraron fue algo parecido a un capullo, de 2,7 kilómetros de alto, 2,2 de ancho y 4,9 de largo. En ese momento no tuvieron la menor idea de lo que era, solo que era orgánico y parecía estar vivo. Lo analizaron durante años, tomando muestras de tejido y experimentando con ellas. El mayor de los resultados de esa experimentación fue el poder detener el avance de la vejez.

- ¡Entonces los eternos si existen!

-que te dije, no me interrumpas. Me llevé la mano a la boca, y asentí con la cabeza.

-p-perdón, miré a Dante que estaba más confundido que yo, lo tomé de la mano, el pobre la miraba tratando con todo su ser de entender al menos una palabra de lo que decía.

-como dije, lograron detener el proceso de envejecimiento, o eso fue lo que pensaron, eventualmente descubrieron que tan sólo lo retrasaba, llegando a vivir casi trecientos años. Como sabes, hubo personas a las que no les agradó esa idea, quienes pensaban que vivir tanto era una afrenta al dios en el que creían, quién los había hecho de esa manera y consideraban un pecado alterar su diseño. Años antes también hubo grandes desacuerdos debido a la invención de mejoras físicas, lo que llevó a la creación de leyes para regularlas, y este caso no fue diferente. El miedo de esas personas a sentirse rezagadas, por no querer vivir más, los llevó a crear sus propias naciones. Ese proceso tomó tiempo, pero hubo muchos países, en especial los más religiosos, que se separaron del gobierno terrestre para aislarse de la tentación. Pasaron casi trecientos años y los países del clero, como se les conoció a los que decidieron no alargar su vida, llevaban una relación tensa con los demás, estos se volvieron en extremo religiosos, anunciando que el apocalipsis se avecinaba, siempre diciendo que en unos años llegaría el fin de los tiempos, la ira divina acabaría con los herejes que osaron desecrar el cuerpo que dios había creado. Pero siempre llegaba la fecha y nada pasaba, así que anunciaban una nueva esperando que se cumpliera su profecía. Mucho tiempo después el líder de estos países, el sumo patriarca, decidió que ya fue suficiente, si dios no venía a castigar a esos apóstatas él lo haría. Por años propagó la idea de que el ser que cayó en el océano era el castigo divino para los sacrílegos, en secreto ordenó la creación de un ministerio con el único propósito de investigarlo, el fanatismo era tal que nadie lo cuestionaba, obedecían ciegamente. Su trabajo se llevó a cabo sin interrupciones, ya que hacía casi dos siglos el gobierno terrestre había abandonado las instalaciones en el pacífico. Al final de su investigación lo declararon como muerto, en principio detectaron señales leves de vida, las cuales fueron disminuyendo con los años, hasta que llegó un punto en el que no se detectó actividad celular alguna, y se le abandonó allí en el fondo del océano. Una ventaja que el sumo patriarca supo aprovechar, sin nadie que los molestará experimentaron en ese ser tanto como quisieron. Fueron décadas de investigación sin resultado alguno, pero un día sin saber cómo o porqué, el océano se levantó de nuevo… y con él un dios. Hasta hoy nadie sabe a ciencia cierta qué fue lo que hicieron, la mayoría de relatos provenían de personas que huyeron de estos países y sus historias se pasaron oralmente. Lo único seguro fue que lograron el apocalipsis que tanto querían, solo que ellos también recibieron el castigo. Todos los que morían pasaban a ser parte del ejército de esa entidad, pero no regresaban como humanos, sufrían una transformación que los convertía en criaturas de rasgos anfibios. Al final fue como cualquier otra guerra, humanos matándose entre ellos. No existen muchos registros sobre ese conflicto, solo que duró casi setecientos años, al final de los cuales el hombre había perdido. En el transcurso de ese tiempo solo los eternos lograron darle pelea a ese ser, como culparon a los otros por esa calamidad, los utilizaron como mano de obra para su complejo militar-industrial. Al final de ese conflicto, muchos habían abandonado el planeta en grandes naves que los llevaron en busca de un lugar mejor, otros utilizaron los portales. Los pocos que quedaron en la tierra se refugiaron aquí, en el proyecto A.R.C.A. la última esperanza para los que no pudieron escapar. Junto con esta instalación física se creó una virtual, donde todos los eternos viven, donde aún residen, una imitación de la tierra en el ápice de su civilización. Y como saben también se les permitió a los mortales venir, solo que en un principio no quisieron ingresar en la simulación, pero con el tiempo cambiaron de parecer. Ese es el lugar en el que todos los que abandonan las aldeas terminan, y mi trabajo es proteger esa construcción y proporcionar alimento a los pueblos que aún quedan. Ahora ya saben cuál es la decisión que deben tomar, entrar en la realidad simulada, o volver. Sepan primero que una vez su conciencia sea cargada en el programa sus cuerpos dejarán de funcionar, no hay forma de regresar, pero sus vidas serán mejores de lo que son ahora.

Apenas si podía envolver mi cabeza alrededor de todo lo que me había dicho, y ahora me pedía que escogiera entre regresar o meterme en… ¿una realidad simulada? Cómo si supiera a lo que se refería, necesitaba tiempo para pensar. Si todo eso era verdad, entonces allá era donde se encontraban papá y mamá… por eso nos dejaron, pero entonces ¿por qué se fueron sin nosotros?

-ahora sí, puedes hacer las preguntas que quieras. Y vaya que si las tenía.

- ¿Qué es esa cosa simulada? ¿de verdad todos los que se van del pueblo están allá? ¿Qué hay con el mundo fuera de este lugar? ¿hay gente viviendo todavía? ¿ese dios… sigue convirtiendo a los humanos? Pensé que me iba a decir que eran Muchas preguntas, todo lo contrario, las respondió en ese mismo orden sin remilgos.

-una realidad virtual es un programa que simula el mundo dentro de una estación computacional, en palabras comunes, es una imitación de lo que fue la tierra hace años, es tan avanzada que todo dentro de ella parece real al que se encuentra dentro, y las personas sienten lo mismo que si estuvieran afuera. No hay forma de distinguir que es artificial, así que no te preocupes. Para ser honesta en ese momento me intrigaba más el mundo exterior que el que se encontraba dentro.

De niña siempre quise explorar las afueras del pueblo, las historias que contaban alimentaban mi imaginación, el mundo del que hablaba la vieja Sara me intrigaba ¿sería verdad todo lo que decía? Y después de que nos abandonaran nuestros padres me intrigó aún más, quería saber qué pasó con ellos, si se convirtieron en cascarones, porque nos dejaron, que había más allá de este pueblo. Estaba segura de poder salir y regresar sin perderme, obviamente estaba por completo equivocada, ver el mundo y contarle a todos lo que me encontrara, esa idea siempre me animó. Hablaba con mis amigos de cosas que haríamos de mayores, les conté mis planes y muchos pensaban lo mismo, habíamos formado un grupo con el propósito de hacer ese sueño realidad. Fue en ese momento en el que me di cuenta de algo, la razón por la que la gente se marchaba, no había futuro en el pueblo ni fuera de él, una vez se enteran de la verdad, es mejor meterse en ese mundo que vivir en los restos de éste. Por eso nos abandonaron nuestros padres, y en ese instante una luz se encendió en mi cabeza, mis recuerdos se aclararon, el día que mamá se marchó, la pelea con papá, lo recordé todo... y hubiera querido no hacerlo.

Esa mañana hablaron de marcharse, los escuchaba desde mi cuarto, ella no soportaba estar más en ese lugar, él le reclamaba sobre nosotros, que no podían dejarnos, y entonces ella dijo… “ya no puedo seguir aparentando que me importan, creí que podía... sé exactamente como sueno, sé que soy un monstruo, traté de convencerme de lo contrario… pero los miro... y no siento nada, ya estoy cansada de pretender que sí, de jugar a la mamá que nunca seré. Pensé que podía quedarme por ellos, que los amaría como a ti, créeme, lo intente… pero la realidad es que no, me son totalmente indiferentes. Hoy mismo me marchó, y espero que vengas conmigo”

Podía sentir las lágrimas bajar por mis mejillas, quería dejar de recordar, quería olvidarme de nuevo de ese día, pero mi cabeza estaba empeñada en revivir esos momentos. Estaba de nuevo en la entrada del pueblo agarrada con fuerza de la pierna de papá, el me separó y miró a las personas del pueblo… “el mundo es más oscuro, cuanto más indiferentes son las personas… recuérdalo” pero no se lo dijo a ellos, ni a mí, se lo dijo a sí mismo, porque sabía lo que nos iba a hacer y aun así no le importó, o tal vez sí, pero no lo suficiente. Ese momento se convirtió en una pesadilla para mí, una que se repetía en mis sueños, y la figura que veía detrás de todos era la oscuridad que el dejó, que siempre me esperaba en ellos. Por eso el mundo era así, carente de luz, porque a nadie le importa ya.

Dante me limpió las mejillas con la manga de su saco, lo miré e hice lo mismo, pero él no lloraba de tristeza.

- ¡Vamos a ver a nuestros papás! Me dijo con una sonrisa. Si vamos a ese mundo, de seguro que los encontraremos. No supe que responder, estaba dudando.

-veo que tu hermano ya tomó una decisión, ahora solo faltas tú.

Volver a verlos… como podría, sabiendo lo que hicieron, sabiendo que ella no nos quería... y como se lo digo a Dante. Pensaba en eso y al mismo tiempo en su reacción, quién era yo para robarle un poco de alegría, que sería mejor ¿que lo supiera en ese momento? ¿o cuándo se encontrará con ellos? no sabía qué hacer y el me miraba esperando que dijera algo. Por mi mente pasaban todo tipo de escenarios, tal vez en ese mundo, siendo feliz, ella nos podría querer, o puede que siga sin sentir nada por nosotros, a lo mejor nos olvidó y no nos reconocería. La incertidumbre era lo que me impedía tomar una decisión… no, no era sólo eso.

-apúrate niña, tengo mucho que hacer como para perder más tiempo contigo.

-si Diana ¿por qué lo piensas tanto?

Sólo quería que se callarán, que me dejaran pensar más tiempo, las opciones que ella me daba eran lo mismo para mí, una farsa, no quería regresar al pueblo y la idea de “cargar” mi conciencia, dejando morir mi cuerpo, por unos padres que me abandonaron, tampoco se me hacía llamativa. Pero lo que más me hacía dudar era la idea del mundo exterior, ahora que sabía que no existía ningún peligro, que la gente no se perdía ni se convertía en cascarones… es verdad en ese momento los recordé ¿Quiénes eran entonces? Y de inmediato le pregunté.

-si nadie se pierde en el bosque ¿Qué son esas personas que encontramos deambulando?

-ellos eran los que manejaban y mantenían estas instalaciones, en principio se pensó en una fuerza robótica para ese trabajo, pero no se alcanzó a implementar la instalación para su ensamblaje, por lo tanto, tuve que utilizar las unidades de clonado para crear la mano de obra que necesitaba, y como no tengo forma de deshacerme de ellos, cuando cumplen su vida útil simplemente los expulsó al bosque, como son clones sin conciencia no presentan ningún peligro, y eventualmente se descomponen. Se me puso la piel de gallina de solo escucharla decir eso sin ninguna emoción.

- ¿¡que acaso nos son personas!? Recordé como se veían, de cierta forma no parecían humanos.

-lo son en el sentido biológico, pero no piensan, no sienten, no pueden hablar ni comunicarse, solo cumplen órdenes, no tienen nada de lo que en verdad hace a un humano, humano.

- ¿y qué es lo que nos hace humanos? Nunca había pensado en esa pregunta, pero ahora… me intriga saber su respuesta.

-una conciencia, lo que las religiones llamaron alma, aunque en términos científicos es una forma de energía que contienen sus cuerpos, una que no existe en este plano dimensional. Esa fue la que eventualmente lograron digitalizar, creando una copia perfecta de esa conciencia y es la que se utiliza para subir a la realidad simulada. Nuevamente no entendí mucho, y sabía que por más que ella me lo explicara mi cerebro no lo comprendería.

- ¿entonces podemos encontrarnos con nuestros padres en ese lugar? Finalmente, se lo pregunté.

-no. En ese momento no supe que fue lo que sentí.

Dante apretó mi mano, lo miré y pude ver en sus ojos una tristeza que empezaba a consumirlo. Mi primer pensamiento fue que ellos no habían llegado a este lugar, pero si nadie se perdía en el bosque, y su conversación de ese día era acerca de venir para meterse en esa simulación, entonces ¿qué pasó con ellos?

-No me mal intérpretes. Me dijo de la nada mientras divagaba en mis pensamientos. Si salieron de la aldea, de seguro están cargados, la razón por la que digo que no se los encontrarán es porque al entrar se borran todos los recuerdos de este mundo. Durante los inicios de este proyecto, se descubrió que si la persona retiene la idea de que el mundo en el que viven es una simulación tienden a rechazar el programa. Al poco tiempo de la carga sus conciencias comenzaban a degradarse, presentado síntomas de psicosis y paranoia. La mente humana buscaba, aunque de una forma subconsciente, regresar al mundo real, por eso se tomó la decisión de borrar todo recuerdo que se los recordara. De esa manera se logró un 100% de integración, y así se ha estado haciendo desde entonces.

-si olvidamos todo sobre este mundo, todas nuestras experiencias, entonces ¿Cómo podemos ser quien somos en este momento? Todo lo que hemos vivido en este mundo ha formado nuestra personalidad, si lo olvidamos... ¿Qué queda?

-excelente pregunta, razón por la cual es mejor cargar sus conciencias cuando son mayores de edad, al tener una personalidad ya definida, no importa si se borran los recuerdos, esta queda intacta. Al tomar forma dentro de la simulación, el programa inmediatamente recrea un entorno en el que la persona se sienta más cómoda, rodeada de personas que conoció en este mundo. Se implantan memorias que lo ayuden a integrarse con más facilidad, generando una vida que pueden continuar a partir de ese momento.

- ¡pero entonces si nos vamos a encontrar con nuestros padres!

-no, porque no van a ser los que conocieron en este mundo, tendrán recuerdos completamente diferentes, además no serán sus padres, al decir que se les coloca con personas que conocieron aquí, no implica que tendrán el mismo rol, dentro serán amigos o colegas de trabajo, ellos ya tienen una vida e introducir hijos en este momento requeriría implantar recuerdos más complejos y emociones que aún no podemos forzar a la mente.

Todo lo que me decía era tan complicado, como podía ser todo tan complicado, en la aldea la vida era monótona pero sencilla, acá… era todo lo contrario. Entendía la tentación de meterse en ese mundo, en el que vivimos hay muy poca felicidad… pero perder todos los recuerdos… eso era un precio muy alto.

-resumiendo, se trata de morir y volver a nacer. Lo dije con resignación.

-no exactamente, pero es una buena analogía... entonces ¿qué decides?

-pero si dice que lo mejor es entrar cuando uno es un adulto, con una personalidad definida ¿Qué pasará con nosotros?

-tranquilos, no son los primeros en ser cargados tan jóvenes, eso plantea varios retos, pero ninguno que no se pueda superar, el programa sabe lo que hace y serán puestos en vidas productivas.

- ¡yo si quiero ir a ese lugar! No me sorprendió la respuesta de Dante, ni lo rápido que tomó esa decisión. Perdóname Diana, pero odio este mundo, aquí no hay futuro para nadie… t-t-tal vez no seamos hermanos… pero seguiremos juntos. Me miró con tristeza y yo de igual manera.

Desde hacía ya un rato, mi curiosidad había ganado una batalla en contra de mi sentido común, lo más lógico era entrar en esa realidad, tener una vida larga y feliz, pero lo que yo quería, era ver el mundo, lo que había pasado con él. Si, tenía miedo de lo que podía encontrar, dioses y quien sabe qué otra cosa, pero la emoción de descubrir algo que nadie sabía, era más fuerte.

Tomé con fuerza la mano de Dante, le acaricié su mejilla y le dije adiós, dejamos salir unas lágrimas, porque sabíamos que sería la última vez que nos veríamos. Él no me dijo nada, no había necesidad, se puso de pie y la mujer le señaló la pared, otra puerta se abrió, el caminó hacia ella y desapareció para siempre. Pensé que me iba a doler más, todo lo que hice desde que salí fue por él, para protegerlo, de cierta forma sentía que dejarlo entrar en esa simulación era lo mejor, allá iba a estar bien.

-Entonces piensas regresar a tu aldea.

-no… quiero ver el mundo exterior. Lo dije con una voz decidida.

-y si te digo que no puedes. Su voz sonó un poco amenazante.

- ¿entonces me va a detener? Le pregunté con el mismo tono.

-para nada, solo quería saber que tan decidida estabas. Al salir camina derecho hasta encontrar una puerta metálica, veras que al lado de esta hay un botón transparente, oprímelo para que se abra, entra en ese cuarto y veras un teclado numérico, ingresa 01 para que te lleve a la entrada. Una vez arriba te encontrarás en un lobby, allí podrás ver la salida, una enorme puerta roja, atraviésala y estarás afuera. Mira a tu derecha, veras un camino con postes de luz a ambos lados, síguelo y te llevará a la entrada del domo, buena suerte. Ella volvió al escritorio y continuó con su trabajo, de nuevo se abrió una salida en la pared.

Me levanté del sillón y caminé decidida hacia la puerta, me detuve en el umbral y sin voltear le pregunté.

- ¿cómo te llamas?

-mi designación es SLUS020477. Pero en otra época me llamaban, Sali.

-Gracias Sali… adiós. No esperé su respuesta y me marché.

Tal como dijo me encontré con la puerta metálica, entré y oprimí los botones de la manera en la que me explicó, sentía que estaba subiendo, un pequeño tablero mostraba unos números en rojo, estos descendían desde doscientos. El viaje tomó varios minutos, salí de nuevo y vi la puerta roja, afuera estaba el camino, la luz de las lámparas era tenue, algunas titilaban y otras estaban apagadas. Caminé por varios minutos, de la oscuridad emergió una pared que se elevaba unos cuantos metros, estaba hecha de placas de piedra y podía notar unas vigas metálicas de color negro entre ellas, todo el lugar parecía una bóveda. Al acercarme pude ver unas puertas enormes, de más de tres metros de altas y como cuatro de anchas, tenían una capa gruesa de polvo cubriéndolas, debían de llevar mucho tiempo sin abrirse. Pase la mano y como una cascada cayó una nube gris de polvo, si no me hubiera quitado me habría cubierto por completo. Cuando el área se despejó vi que las puertas ya estaban oxidadas, el color ocre de este se confundía con lo que parecía una pintura marrón toda descarapelada. A un lado de esta un letrero enorme en letras blancas, DOMO 15, I.A.- Sistema.Autonomo.Logistico.Inteligente. lo último no lo entendí, pero lo primero, domo quince, eso estaba claro, no éramos los únicos, existían otros lugares como éste… más gente atrapada. Las puertas se abrieron de repente, el chirrido que hicieron me obligó a taparme los oídos, se debió escuchas hasta mi aldea, o eso me imaginé. Al golpear las paredes el óxido se desprendió cayendo al piso, formando una pequeña montaña al pie de cada puerta, un túnel negro con bombillas alargadas a los lados apareció frente a mí, a lo lejos se podía ver una pequeña luz blanca… la salida.

Ha pasado media hora desde que llegué, y aún sigo aquí… de pie, reuniendo fuerzas para empezar a caminar, sé que todavía puedo volver, estoy segura que Sali me recibiría y pondría en ese mundo. He rememorando todo lo que me ha pasado hasta ahora, todas las decisiones que he tomado, creo que hice lo correcto… si… si, no hay duda, esto es mejor que perder todo lo que soy… ¿o no? Tal vez estoy cometiendo el peor error de mi vida, todo por no hacer lo mismo que mis padres, por no ser como ellos… el recordar ese último día me hizo odiarlos, y aún más sabiendo que son felices y que se olvidaron por completo de nosotros… ¡no quiero vivir en el mismo lugar que ellos!... Por dios, me escucho y sueno como una niña haciendo rabietas, puedo estar arruinando mi vida… y todo porque ¿por qué mis papás no me quisieron? Tienes que madurar Diana… Pero no, ya es demasiado tarde, tengo que salir, quiero salir, quiero ver el mundo, necesito verlo, encontrar una solución diferente a la de mis padres, encontrar mi propio camino, incluso si llega a ser el equivocado, por lo menos será mi error y no el de alguien más.

La luz al final del túnel comienza a crecer, poco a poco se hace más brillante, no sé qué me voy a encontrar, tampoco si mis preguntas encontrarán respuesta, o si las respuestas que encuentre sean lo que espero, al igual que cuando salí de la aldea todo es un misterio, y de cierta forma ya no me asusta… no, todo lo contrario, me emociona. Seré la primera en mucho tiempo en ver… el mundo que alguna vez fue.

31. August 2021 01:26 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Das Ende

Über den Autor

Jaime Marin Escritor principiante con mucha imaginación, fan de la fantasía y la ciencia ficción.

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