Yoongi como de costumbre durante sus vacaciones, se levantó temprano, feliz de poder visitar a sus abuelos, ellos tenían una juguetería. Él amaba venderlos (en ocasiones regalarlos), le encantaba la idea de que cada uno tuviera un dueño y un hogar, porque para Yoongi los juguetes tenían vida, no literal, sino en su imaginación.
— Yoon— lo llamó su madre desde el primer piso— tus abuelos ya llegaron.
—Ya bajo madre— respondió rápido mientras terminaba de alistar su maleta, no sin antes haber hecho sus necesidades y haber tomado una ducha.
Una vez cambiado y listo, bajo mostrando su mejor sonrisa, saludó a su abuelo y se despidió de su madre. Subió al auto, saludó a su abuela con un abrazo y luego de platicar se quedó dormido, recostado en el hombro de aquella mujer.
El transcurso hacia la juguetería fue muy largo, una vez que ya habían llegado, su abuelo lo despertó.
— Hijo, ya llegamos — Yoongi abrió los ojos lentamente.
—Lo siento, abue.
—No te preocupes hijo, ve por tus maletas y vamos.
Yoongi cogió sus maletas e ingresó a la juguetería, lo primero que puedo visualizar eran los colores de esta, ya no eran colores chillones sino pasteles, una sonrisa se formo en el rostro del joven.
— ¿Te gusta? — él asintió — Es una de las sorpresas por tu cumpleaños.
— ¿Hay más?— la anciana le sonrió en respuesta.
Yoongi subió sus maletas para luego bajar y explorar el lugar, vío el viejo almacén, recordando los días que se escondía es ese lugar para no poder ver a su dolor de cabeza, Jung Hoseok.
El sonido de la campanilla de la tienda impidió que ingresara al almacén.
—Buenos días abuela Min— Yoongi reconoció la voz.
—Igualmente Hoseok — le saludo.
— Oh, Yoonie~ si viniste— escuchó pasos acercándose pero no volteó, sólo sintió los brazos del pelirrojo abrazar su cintura.
—Hola Hoseok, podrías soltarme— dijo entre dientes mientras trataba de zafarse del abrazo.
—No, no quiero, te extrañe mucho.
—Pues yo no.
—Eres malo, Yoongi.
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Luego de haberme zafado, me encontraba mirando los juguetes que aún estaban en el almacén.
—Aún estas aquí— sonreí, me sentía triste porque aún Jimin no había conseguido un amigo pero feliz porque eso significaría que pasaría otro cumpleaños junto a él.
—Otro año más juntos Jimin— mire al muñeco de felpa.
—Si los demás me vieran, dirían que ya estoy grande para estas cosas— reí.
Salí del almacén con Jimin en mis manos, subí al segundo piso, no me había dado cuenta que ya era hora de la cena.
—Hijo, toma asiento— dejó un plato de comida— Oh, traes a Jimin contigo.
—Sí, se que ya estoy grande para esto pero... —Miro a Jimin "sentado" a mi lado sobre una silla— ¿Puedo quedármelo?
Mi abuela sonríe— Porsupuesto hijo, ya era tuyo desde la primera ve que lo viste.
Luego de haber cenado, me fui a mi habitación, para lavarme los dientes y cambiarme.
—Desearía que fueras real— dije mientras lo abrazaba.
Aunque sentía nostalgia al abrazarlo y decir aquello, algo dentro de mí me decía que Jimin sí era real.
Vielen Dank für das Lesen!
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