El aroma a galletas y el calor que emanaba desde la chimenea hacían que el ambiente fuera incluso más perfecto que solo disfrutar de la compañía de su familia.
Un árbol navideño adornaba la sala mientras que la luz estaba casi apagada en su totalidad, de no ser por el montón de velas que Taehyung había decidido prender. Jungkook sostenía al dulce Seyun, mientras que el omega tenía a la pequeña Siyeon en sus brazos.
Si alguna vez le hubieran dicho al omega que estaría allí, en un hogar, con el amor de su vida y sosteniendo en brazos a uno de sus hijos, habría reído y probablemente burlado de la persona que suelta esos disparates. Sin embargo, ahora, parecía ser el regalo más perfecto, lo único que lograba completarlo. Incluso cuando no podía sacar las palabras perfectas de su boca para explicar lo mucho que amaba su vida.
"Papi Nochu", le habló el pequeño, él lo observó y elevó sus cejas pidiendo que siguiera hablando. "¿Cómo conociste a papá?".
"Es una larga historia, amor", respondió observando a los ojos de su marido, este sonrió y luego frunció su nariz de forma tierna.
"¿Podrías contármela? Sueles hacerlo en navidad", pidió. "La profesora dijo que somos algo así como la semilla del amor", el pequeño parecía confundido. "No creo que sea así, porque las semillas son muy, muy pequeñitas".
"Pero tenemos que comer, la cena está lista", respondió el mayor. Taehyung lo miró con una media sonrisa.
"Puedes contarle, Jungkookie. Es una linda historia", le sonríe levantándose y besando su frente. "Iré a apagar el horno para cocinar después".
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