ignarodriguez I. Rodríguez

"El cuerpo de mi madre yacía sin vida en el suelo. Todos pensaron que la había matado, pero no fui yo. Al otro lado de la habitación, podía ver a la persona que lo hizo, pero denunciarla me condenaría por completo". Reto The Authors Cup 2020


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Demasiado humano

La prisión no lucía ni la mitad de mal de lo que se había imaginado: había un enorme patio donde podría estirar las piernas, todo estaba impecablemente limpio, los otros reos se ocupaban de sus propios asuntos sin prestarle atención y los guardias lo trataban como a un ser humano, no como esos brutos de la policía. Aquel recorrido inicial fue suficiente para disminuir su nerviosismo, sin embargo, todos sus sistemas se pusieron en alerta cuando lo dejaron encerrado junto a su nuevo compañero de celda. De haberlo visto de frente en la calle, cruzaba al otro lado. No porque resultara particularmente grande, fuera imposible de mirar, o luciera como un criminal. No, nada de eso. Lo que resultaba inquietante en aquel hombre delgado, despeinado y desganado eran su rostro inexpresivo y aquella mirada vacía que le entregaban la apariencia de un androide. Más que hombre, parecía una de esas máquinas con rostro humano e incapaces de sentir.

—Tu nombre —dijo su compañero con voz monótona y fría.

—¡Ah! Javier… Me… me llamo Javier. Y… —Se detuvo a pensar un momento, quizás lo mejor era tratarlo con sumo respeto hasta que le indicara lo contrario—. ¿Y usted?

—Otso.

«¿Otso?», pensó Javier. Por más que lo miraba no tenía el aspecto de un hombre nórdico, se veía igual de hispano que él con su cabello negro, piel tostada, y ojos cafés; pero ni de broma iba a comentarlo. «Los más peligrosos son los callados, serios e inexpresivos», se recordó a sí mismo.

—Y… ¿Hace cuánto que está usted aquí? —preguntó tratando de hacer conversación y, en lo posible, descubrir por qué estaba allí. Le parecía esencial determinar si era seguro acercarse a la litera.

—5 años, 3 meses y 12 días. Homicidio. Fue un crimen necesario en ese momento. Tranquilo, no pretendo matarte.

Javier suspiró aliviado y avanzó hasta su litera, por lo menos no iba a lastimarlo si no le daba motivos. Estuvo agradecido de las preferencias de Otso, porque a él le apestaba la idea de dormir en la cama de arriba. Se recostó, todo era bastante cómodo para ser una prisión.

—¿Por qué llegaste aquí? —preguntó Otso desde la litera de arriba.

—Pues… Me acusan de matar a mi madre —Apenas dijo la palabra madre, las manos de hierro de su compañero le rodearon el cuello con una fuerza que resultaba absurda considerando la contextura del hombre—. No fui… No… hice… —añadió con un hilo de voz que por suerte su agresor escuchó. Lo soltó tan rápido como lo había tomado.

—Si no fuiste tú, no deberías estar aquí. ¿Por qué te encerraron?

—Pues… —Javier se tomó un par de minutos para recuperarse del susto, bajo la paciente mirada de Otso. Cuando se sintió capaz de continuar hablando le indicó que se acercara y habló en un susurro—: Estuve fuera toda la mañana. Cuando regresé fui a buscarla al laboratorio. El cuerpo de mi madre yacía sin vida en el suelo. Todos pensaron que la había matado, pero no fui yo. Al otro lado de la habitación, podía ver a la persona que lo hizo, pero denunciarla me condenaría por completo.

—¿Y esto no es una condena? —preguntó su compañero con una sonrisa burlona.

—Sí, pero la otra era una condena peor.

—¿Cómo así? ¿Qué es peor que perder tu libertad?

—Morir, claro está.

—Serás imbécil. Mejor ser un muerto libre que ser un vivo encadenado. La muerte es la libertad máxima.

—Quizás… Pero no era solo mi muerte, también significaba la muerte de mis hermanos.

—¿Cómo así?

Dudó un momento, estuvo a punto de soltarlo, pero al abrir la boca recordó a sus hermanos y decidió callarse. Ya había dicho demasiado. Las celdas tenían cámaras y micrófonos, también había guardias recorriendo los pasillos, y las paredes no le parecían demasiado gruesas como para que los reos de la celda vecina no escucharan. Además, acababa de conocer a Otso. Su primera impresión le decía que era un hombre callado, probablemente sabía guardar secretos, pero no iba a arriesgarse a que se supiera la verdad. El verdadero asesino ya le había advertido que si iban a por él se los llevaría a todos ellos consigo, y sabía que cumpliría con la amenaza, se sentía más seguro en la prisión. Después de un largo silencio, Otso pareció comprender su dilema. Su compañero se limitó a subir hasta su litera y no hizo más preguntas ni comentarios al respecto.

Javier agradeció el gesto en silencio. Se pasó el resto de la tarde mirando la base de la litera de arriba, reviviendo una y otra y otra vez los acontecimientos que lo habían llevado hasta ese punto.

Esa mañana fue exactamente igual a cualquier otra. Él se encargaba de las compras, su madre de trabajar y sus hermanos de hacer la limpieza. Se tomó su tiempo en el mercado, buscando los ingredientes más frescos que pudo encontrar para el almuerzo, cuando regresó a casa todo estaba en silencio. Supuso que se había tardado mucho y sus hermanos ya habían acabado con los quehaceres, debían estar descansando o asistiendo a mamá en el laboratorio. Se equivocó. Bajó las escaleras que llevaban al sótano con una sensación extraña en el cuerpo, todo estaba demasiado callado. Se detuvo al pie de las escaleras, quedó frío ante la escena macabra que lo recibió en el laboratorio: un charco de sangre, su madre en el medio y el doctor Sandoval del otro lado de la habitación, con una sonrisa de oreja a oreja dibujada en el rostro. Corrió para auxiliar a la mujer, pero era tarde, no respiraba y no había pulso. Cuando sus hermanos bajaron, lo vieron sobre ella, con la ropa y las manos manchadas en sangre.

—¡La ha matado! ¡Llamen a la policía! —exclamó el asesino y ellos obedecieron al instante. Javier lo miró espantado. ¡Él nunca le haría daño! El hombre se agachó a su altura, lo hizo tocar el arma y lo miró amenazante—. Si dices una sola palabra acerca de esto, alguien vendrá a torturarte hasta la muerte, igual que a tus hermanos. Además, nadie te va a creer. Es tu palabra, la de un ilegal, contra la mía.

Sus palabras lo habían obligado a callarse. Era cobarde y morir por delatar al asesino de su madre no le parecía una idea muy atractiva, tampoco que lo torturaran. También, estaba seguro de que sus hermanos no soportarían algo así, y ese hombre tenía razón: él era un científico de renombre; ellos eran ilegales que vivían allí gracias al gran corazón de aquella mujer. Nadie le iba a creer. No veía otra salida, nada más dejaría las cosas en manos de la policía y de la justicia. Se quedó quieto junto al cuerpo frío de la mujer que conoció como madre, esperaba que le dieran un homenaje digno de una persona como ella. Solo se levantó cuando llegó la policía, el doctor Sandoval le apuntaba con el arma, diciendo que había tenido que tomar la pistola para mantenerlo a raya. Toda la evidencia de la escena del crimen lo inculpaba, era más que obvio que ese monstruo lo había planificado todo minuciosamente. En ese minuto deseó ser un androide para que la policía pudiera buscar en sus memorias y esclarecer el caso sin que él tuviera que abrir la boca. Bueno, la verdad es que no iban a escucharlo ni aunque hablara porque la evidencia era bastante contundente y, para peor, él ya era considerado un criminal al ser un ilegal.

Ahora estaba en aquella celda, encerrado por Dios sabía cuánto tiempo, su condena seguía en discusión. El cerrojo de la puerta metálica lo sacó de sus pensamientos, se sentó en la cama y quedó de piedra al ver a quiénes cruzaban la puerta. Allí, de pie, en la entrada de la celda, estaban el asesino y su madre. La miró incrédulo, acto seguido se dio una bofetada, pensando en que, de tanto repasar los eventos, su mente le estaba jugando una mala pasada. Cuando volvió a mirar al frente quedó boquiabierto. Seguía allí, de pie, respirando, viva. Estaba viva.

—Ma… madre… —balbuceó sin creerlo.

—No lo delataste —dijo ella con reproche.

—No, no podía… Mis hermanos…

—Está bien, supongo que aún necesitas algunos ajustes —interrumpió ella. Se dirigió Otso—. Gracias por la ayuda, Otso. Fue una excelente actuación, me proporcionaste información muy valiosa.

—No hay de qué, madre —dijo él, sonriente.

—Vamos a llevarnos a Javier para hacer los ajustes correspondientes. Otso ya puede regresar a sus labores habituales —informó el doctor Sandoval al guardia.

Javier no entendía nada. Su compañero de celda bajó de la litera y dejó la habitación sin que nadie le impidiera el paso.

—¿Cómo…? ¿Por qué…? —murmuró Javier confundido.

—Javier, tenemos que hacerte algunos ajustes —informó su madre con una sonrisa.

—¿Qué?

—Tenía sospechas respecto a tu programa, lamento haber montado ese teatro, pero fue necesario. Eres demasiado humano para un androide, tenemos que corregirlo de manera que seas más racional. Ya tenemos demasiados humanos emocionales, no necesitamos que los androides también lo sean.

—Pero… ¡Yo soy un humano!

—Doctora, se ve demasiado alterado. Me parece que lo más prudente es desactivarlo —comentó Sandoval.

—¿Desactivarlo? ¡¿Desactivarme?! ¡¿De qué están hablando?! ¡No soy un androide! ¡No pueden desactivarme!

Su madre extrajo un aparato metálico, el que utilizaba para desactivar a los nuevos androides y hacer los ajustes necesarios. La mujer presionó un botón. Javier se apagó.

3. Oktober 2020 23:28 15 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Das Ende

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Giles Le Coste Giles Le Coste
Hola La historia es fantástica. Me gusta mucho como escribes. Te he seguido, ¿me harias el favor de seguirme de vuelta? Si estas interesado te invito a leer mis historias publicadas.
April 09, 2021, 11:22

  • I. Rodríguez I. Rodríguez
    Gracias por leer, en cuanto tenga un tiempo me pasaré por tu perfil 👍 April 09, 2021, 15:53
Francisco Rivera Francisco Rivera
Interesante manejo extra límites entre lo humano-humanoide que, creo, sin duda, da para más desarrollo de esa suplantación del motivo de ajuste al personaje-eje del relato. Buen clima y manejo de situaciones en suspenso y contra vueltas de lo que uno supondría dentro de las condiciones de cárcel. Pero no, otra sorpresa develada -muy rápido- en este capítulo que, no desmerece la intención de la creadora de esta historia. Me gusta y en espera de "ajuste" con concesión de más desarrollo para leer todavía más. Felicidades ¡Y, a darle, más de esto, por favor!
December 07, 2020, 23:26

  • I. Rodríguez I. Rodríguez
    Agradezco que te tomaras el tiempo de pasarte por aquí y dejar tu opinión. Este cuento nació de un reto de la Copa de Autores, pero sí pretendo seguir explorando este tipo de realidades en una historia más extensa. Me alegra que la historia gustara y de leer tus comentarios. ¡Gracias por leer! December 09, 2020, 20:51
Nataly Calderón Nataly Calderón
Muy bueno...
October 10, 2020, 18:22

JD Julio Cesar De La Cruz
interesante...
October 09, 2020, 02:03

  • I. Rodríguez I. Rodríguez
    Gracias por tomarse el tiempo de leer y comentar October 09, 2020, 17:26
Marc Cor Marc Cor
Que vuelta de tuerca impresionante. Es excelente👏👏👏
October 04, 2020, 22:53

  • I. Rodríguez I. Rodríguez
    Gracias, me alegra que te gustara :) October 04, 2020, 23:08
FZ Franco Zabala
Tremendísimo el plot twist, la verdad me encantó los detalles, diálogos, la historia y por supuesto la parte donde se revela que no es humano, 10/10 en mi humilde opinión :D
October 04, 2020, 03:50

  • I. Rodríguez I. Rodríguez
    Muchas gracias. Me alegra que te haya gustado :) October 04, 2020, 03:55
Elly Castro Elly Castro
Interesante. Buen trabajo.
October 04, 2020, 02:55

~