maryg255 Mary Galdámez

¿Qué pasaría si te casaras con el hermano de tu novio? Cuando Jake Bass conoce a Alex Ross, cae perdidamente enamorado del rubio de ojos verdes. Pero lo que no sabe es que este guarda un gran secreto. Su gemelo. Kyller es completamente opuesto a su dulce hermano. Caprichoso, altanero y un pica flor de primera; pero toda su vida cambia cuando, por un accidente Alex muere. Obligado por la promesa hecha a su hermano antes de morir, Kyller termina casado con el multimillonario Jake. Teniendo que tomar una vida llena de lujos y riquezas, pero que para él; era un infierno. Serie "Gemelos" 1 Mary M. Galdámez Código 1611019651238 Licencia: Todos los derechos reservados


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Capítulo 1. Un matrimonio…pero ajeno

Era frustrante. Kyller ya no lo soportaba, el tener que ver a su pequeño hermano con todos esos tubos saliendo por la nariz, boca y muñecas era completamente doloroso. Alex siempre había sido su bebé, su pequeño; aunque él hubiera sido el primero en salir del vientre de su madre. Era la luz de sus ojos, y ahora estaba a punto de morir.

Todo por un maldito que no había reducido la velocidad y se había estrellado contra el auto de su hermano, dejándolo completamente destrozado y a Alex al borde la muerte. Un pequeño jadeo sacó a Kyller de su estupor y corriendo llegó al lado de su hermano que intentaba abrir los ojos. Tomando la rasguñada mano de Alex entre las suyas, Kyller la acarició tratando de tranquilizarlo. Alex abrió los ojos despacio, acostumbrándose a la luz de la habitación, y cuando sus ojos por fin se abrieron por completo se encontró con la mirada triste y preocupada de su hermano.

-¿Ky?- Kyller se arrodilló frente a él, acariciando sus rubios cabellos.

-Shh~ estoy aquí- Alex trató de levantarse, pero Kyller no se lo permitió –No trates de moverte, debes descansar para poder recuperarte y…- la voz se le corto, y Kyller sintió como el mundo se le venía encima cuando las lágrimas escaparon de los ojos de su hermano -¿Alex?- habló con miedo.

-Ja…Jake- Kyller asintió suavemente.

-¿Qué pasa con él?- tomando una dificultosa respiración, Alex apretó la mano de su hermano y lo miró suplicante.

-No voy a durar Ky, por favor cuida a Jake. Te lo ruego- Sintiendo la rabia y el miedo fluir en sus venas, Kyller se levantó de golpe y miró con lágrimas contenidas a Alex. Pidiéndole en silencio que no continuara –Debes casarte con él-

-¡NO!- Kyller dio un grito, apuntando con el dedo índice a Alex mientras más lágrimas brotaban de sus ojos – ¡No puedes pedirme eso! Vas a vivir y te vas a casar con él. Tendrás el hogar que siempre soñaste- Alex negó.

-No puedas más. Kyller por favor. Prométemelo-Kyller gritó con impotencia.

¿Qué se suponía que debería hacer? Su corazón latía desesperado conforme pasaban los minutos y la respiración de su hermano descendía, obligándolo a apretar su brazo con fuerza en busca de la respuesta que tanto necesitaba. La imagen del guapo Jake llegó a su mente. ¿Cómo podría engañar al hombre, sin que se diera cuenta de la diferencia entre los dos? Podrían ser iguales, pero… el jadeo en busca de aire que dio Alex lo hizo apretar los puños y sentir la desesperación.

-Ky… por…favor- mordiendo su labio con fuerza y acallando un sollozo Kyller asintió –Gracias- Los cansados ojos se cerraron y la maquina paro todo sonido alertando a Kyller, que retrocedió temeroso.

-¿Alex?- lagrimas brillantes cayeron al sucio suelo en donde se desintegraron convirtiéndose en suave polvillo, llevándose un alma y una promesa con ellas -¡ALEX!-

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-Cariño ¿Cómo has estado? No sabes cómo te extraño, no veo el momento en que seas mío. Muero por tenerte en mis brazos, llenarte de besos y caricias. Porque seas mi esposo- un prolongado silencio se escuchó a través de la línea, y Kyller se encogió más entre las sabanas cuando la voz regresó –Alex… te amo bebé-

Kyller gimió destrozado mientras abrazaba sus piernas contra su pecho. Toda su vida había cambiado drásticamente. Su hermano había muerto, y para colmo ahora tenía una boda que le estaba pisando los talones. Una boda que no era suya, pero que sin embargo seria él el que se casaría. Todo era un completo caos. Acariciando con sus dedos la fotografía de Alex, Kyller recordó la promesa hecha antes de que su hermano dejara esta vida, su hermosa sonrisa al recordar al amor de su vida, sus sonrojos cuando este le mandaba mensajes de texto. Y trató de darse fuerza. Por él, por Alex.

Nunca había conocido a Jake nada más que por simples fotos, y estaba seguro de que el hombre no sabía de su existencia. Por lo tanto, no sería tan difícil el fingir y seguir con el engaño. Pero ¿Estaría dispuesto a dejar su vida por un hombre al cual no conocía, y por el cual no sentía ningún sentimiento? Kyller no lo sabía. ¡Joder! ni siquiera había estado con un hombre alguna vez.

Siempre había sido un aficionado a los grandes pechos y las minifaldas. Pero eso a que le gustara tragar pollas y que le partieran el culo. ¡Mierda que le asustaba! Y luego estaba el hecho de sus costumbres. Kyller con sus 19 años amaba fumar y beber. No había día en que no se fumara por lo menos dos cigarrillos. Por supuesto su hermano nunca había bebido ni una gota de alcohol, ni mucho menos fumaba.

¿Se daría cuenta Jake de ese detalle? ¿De los tatuajes que adornaban su cuerpo? Los tatuajes… ¡Joder! ¡Los tatuajes! Como se le había podido olvidar. Su hermano nunca se había atrevido a manchar su piel, en cambio él. Por dios él estaba lleno de ellos. Bueno no tantos, pero los tenía.

El primero se lo había puesto recién cumplido los catorce. Su madre había puesto el grito en el cielo cuando le había visto el trasero marcado con la palabra Hellsey. Luego cuando había cumplido los quince, una enredadera de mariposas de colores adornó su pecho y hombro derecho, y el ultimo, una flor de colores en el lado izquierdo de su cuello.

Era algo que no pasaría desapercibido por el guapo millonario. Suspirando cansado, Kyller decidió que lo mejor sería descansar. Ya luego vería los detalles para explicar su cuerpo tatuado. Solo esperaba que todo saliera bien.

La luz que entró por las persianas le hizo abrir los ojos con pereza y removerse entre las sabanas. Eran exactamente las ocho de la mañana y parecía como si no hubiera dormido ni hora. Metiéndose al baño Kyller abrió la ducha y dejó la fresca agua relajara su magullado cuerpo y se llevara sus preocupaciones. Tenía exactamente 48 horas para decirle adiós a su vida de soltero y atarse a una vida que no era la suya. Pero sinceramente no tenía ganas ni de bajar a desayunar.

Cuando bajó su madre ya se encontraba en el comedor, y su padre leía el periódico despreocupadamente, como si nada hubiera pasado. Eso le cabreó, no había pasado ni una semana de la muerte de su hermano y ellos ya actuaban como si nunca hubiera estado su hermano con ellos. Dejando el periódico de lado su padre lo miro y luego a la tostada que Kyller atacaba poniéndole mantequilla.

-Jake llamó esta mañana- Kyller levantó la vista y luego regresó su atención a su desayuno. Su madre dejó el bocado que estaba por llevarse a la boca y luego lo miró.

-Mañana es la boda ¿Lo recuerdas?- Kyller sintió la rabia carcomerle los huesos. ¿Qué si lo recordaba? Eso era algo que nunca podría olvidar. Soltando la tostada sobre el plato Kyller respiró profundamente y luego los fulminó con la mirada.

-Por supuesto que sí, a comparación de ustedes yo no me olvido de la promesa que le hice a Alex en sus últimos momentos- Kyller observó cómo su madre apretaba los puños en señal de molestia, y como su padre tomó su mano para calmarla.

-Sofy- Su padre le miró fijamente –Kyller…hijo. Realmente queremos que seas feliz. El hecho de que tu hermano no haya podido serlo, no quiere decir que tú tampoco. Jake es un buen hombre, y ahora que será tu esposo deberías de amarlo, así como él amaba a Alex- Al momento en que el nombre de su hermano escapo de los labios de su padre, Kyller se levantó con furia, haciendo que la silla se tambaleara y luego cayera haciendo un gran estruendo.

Se sentía en un torbellino de pensamientos. Miedo, frustración, tristeza, furia, confusión. Todo lo que había pasado era demasiado para él. Y todo se había salido de sus manos con ese comentario.

-¡Es que ese es el problema!- gritó apretando los puños -¡Yo no soy Alex! Él no me va amar a mi si no que a mi hermano…- conforme hablaba la voz se le iba apagando –Yo… no sé si pueda vivir sabiendo que no es a mí a quien ama, si no a alguien que ya no está en este mundo-

Kyller sintió como algo mojaba sus mejillas, y cuando sintió los brazos de sus padres alrededor de él se dio cuenta de que había comenzado a llorar. Todo el miedo que sentía se había convertido en torrentes lágrimas que no dejaban de caer de sus ojos. Aferrándose con fuerza a los cuerpos de sus padres, Kyller dio el primer sollozo, permitiéndose él mismo soltar todos los sentimientos que llevaba dentro de sí. Y creyendo escuchar a los lejos la dulce voz de su hermano.

Todo estará bien…no temas

Kyller sintió como las piernas le temblaban cuando la puerta de la limosina se abrió frente a la mansión de los Bass en donde se celebraría la boda. El lugar era hermoso tenía que admitirlo. El enorme jardín en donde descansaban las mesas para la recepción era fantástico, lleno de rosas y fresco césped; y un hermoso arco de rosas blancas que hizo que los ojos se le llenaran de lágrimas.

Su madre apretó su mano con fuerza al momento en que sus pies pisaron el suelo. Realmente agradecía el gesto, le daba las fuerzas suficientes para sonreír cuando un guapo castaño se encaminó hacia ellos. Kyller supo en seguida de quien se trataba. Jake Bass, su futuro esposo.

El hombre abrió los ojos con asombro cuando lo miró. Kyller sabía que encontraría algo diferente a su hermano. El cabello. Jake se acercó a él y cuando estuvo a tan solo unos pasos lo abrazó de la cintura pegándolo a su pecho y comenzando a jugar con los mechones de rubios cabellos. Con miedo Kyller levantó la mirada lentamente, y cuando sus ojos se encontraron con los grises de Jake sintió que podría desmayarse en cualquier momento. Eran hermosos.

Él hombre era hermoso. Su metro 82 lo hacía sentirse una pequeña en brazos de su alto novio. El cabello castaño oscuro le caía sobre la frente tapando un poco sus grisáceos ojos, unos ojos hermosos que parecían hipnotizarlo para que no apartara la mirada de ellos, pero lo que le hizo tragar con dificultad fueron los rojos y rellenos labios que se acercaban cada vez más a los suyos.

-¡Tu cabello!- Kyller levantó la mirada cuando escuchó la voz de Jake. Éste lo miraba interrogante ante el, según él nuevo corte de cabello.

Tenía los lados de la cabeza rapada, pero no completamente, resaltando en el centro el flequillo rubio de una forma más extrovertida. Kyller lo miró nervioso, sin saber que decir. Con manos temblorosas se tocó el cabello, riendo nerviosamente.

-Este…quise cambiar un poco- Kyller esperó nervioso, para luego abrir los ojos sorprendido cuando Jake besó la comisura de sus labios.

-Te queda de maravilla…estás hermoso- susurró Jake sobre la oreja perforada –Aunque has cambiado mucho- Kyller tembló aterrado.

¡Se había dado cuenta! Lo sabía, no podría esconder tan fácilmente la mentira. Asustado Kyller se separó del hombre, mirándolo fijamente a los ojos. Jake solamente rió y acarició con delicadeza el cuello de Kyller, resaltando el hecho de que había un tatuaje allí.

-¿Te tatuaste?- Kyller respiró con tranquilidad cuando se dio cuenta. Solamente lo decía por el tatuaje. Ya más tranquilo Kyller lo miró y trató de actuar malicioso.

-¿No te gusta?- Jake sonrío, dejando un húmedo beso en esa parte de piel manchada.

-Me fascina- Kyller suspiró cuando sintió la caliente lengua jugar con su piel.

Miles de hormigas recorrían su cuerpo causándole escalofrío y cuando Jake se separó y lo miró, cerró los ojos por instinto esperando eso que estaba deseando desde que había visto al hombre. Un beso. Concediéndole el deseo, Jake lo tomó de la cintura y tomó presos los jugosos labios. Saciándose con el sabor del lindo rubio, y cuando este comenzaba a enredar sus brazos en su cuello, la voz del juez los obligó a separarse.

Kyller lo miraba sonrojado por lo que acababa de hacer. Todo había pasado tan rápido y el deseo por los besos de Jake lo obligaron a caer rendido ante sus deseos. Sintiéndose un traidor hacia Alex, Kyller se alejó de Jake y se dirigió hacia la mesa en donde él juez los esperaba para comenzar con la ceremonia. Jake solamente sonrió ante el nerviosismo del rubio.

Kyller no prestaba ni la más mínima atención al pequeño discurso del juez, solamente reaccionó cuando su madre les entregó los anillos y Jake pedía su mano para poder colocárselo. Era hora, su tiempo se había acabado, su vida había terminado por completo a partir de ese momento. Temblando Kyller miró el rostro de Jake.

Kyller… no dudes. Me lo prometiste.

Kyller parpadeó hiperventilando, podía ver el rostro preocupado de su hermano porque no aceptaba a su novio. Con el cuerpo temblándole como gelatina, Kyller levantó la mano lentamente, sin dejar de observar como el anillo de oro se deslizaba por su dedo. Observó a Jake y luego al único anillo que quedaba. Tenía que hacerlo, cerró los ojos y cuando los abrió tomó el anillo y se lo colocó a Jake.

-Por el poder que me ha concedido la ley, los declaro unidos en matrimonio-

Kyller observó la sonrisa en el rostro de Jake, y luego a la gente que aplaudía emocionada. Estaba hecho. Era un hombre casado. El esposo del novio de su hermano. El esposo de Jake Bass… y ya no podría volver atrás.

¿Alguna vez te has preguntado, qué estarás haciendo?

¿Cómo es que todo se convirtió en una mentira?

A veces pienso, que es mejor nunca preguntar por qué…

2. Oktober 2020 01:11 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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