¿Qué le pasa a Carmen?
Desde que la vi tan hermosa y gentil, la quise para mí, solía visitarla en secreto, sólo podía mirarla, sabía de antemano que nunca estaríamos juntos, así que me conformé con observarla y escuchar cada mañana su cantar.
Con el tiempo algo en ella cambió, su cuerpo se tornó cada vez más frágil, aunque todos se preguntaban «¿qué le pasa a Carmen?» Ella se levantó y con una fuerza increíble luchó por resurgir, su luz se intensificó y aún en su condición seguía siendo tan alegre como siempre; cada día me enamoraba aún más de ella.
Su batalla fue tan dura, luchó contra tempestades e hizo surf sobre tsunamis, pero aun así nunca perdió la sonrisa ni sus ganas de soñar, incluso cuando su preciosa cabellera cedió, seguía siendo hermosa, la energía que emanaba era exquisita y capaz de contagiar al más triste y desolado.
—¡Qué mujer impresionante!
Sin embargo, hoy Carmen está recostada sobre sus sábanas de seda blanca; reposa tranquila, no parece la misma, se nota pálida.
—¿Qué le pasa a Carmen?
Ayer tan risueña y soñadora, se ve tan distinta ¿Dónde está aquella perfecta sonrisa que dibuja su carisma? ¿Qué fue de aquella melódica voz que daba la bienvenida a un nuevo día?
Se siente tan fría, sus labios carmín lucen resecos y su rostro carece de expresión alguna, descansa inmóvil, inerte y aun me cuesta comprender
—¿Qué le pasa a Carmen?
Sus ojos están cerrados mientras duerme profundamente, luce en paz.
Finalmente estoy tan cerca de ella, pero solo puedo susurrarle:
—¡Oh Carmen! ¡Perdóname Carmen! Pero la muerte no puede tener amante.
Vielen Dank für das Lesen!
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