1566617928 Francisco Rivera

En primera historia, un hombre evoca sentimientos, experiencias y recuerdos en su destierro... En segunda historia, otras narraciones contextualizan a mujeres dentro de la vida común en la ciudad de México. En tercera historia, la visión de las mujeres se presenta desde sus Diarios Personales.


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#conflictos #ideales #cambios #libertades
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El cuarto diálogo

Presentación


Estimados lectores, traemos hasta ustedes este guion con dicho título.

Trata de hacer un reflejo de circunstancias sociales en tiempos relativamente recientes o mejor dicho, dentro de un pasado inmediato.

Se plantea un contexto ficticio donde no se expone la realidad de personajes concretos, sino sólo extraída de la imaginación.


De manera general, se asiste a un dialogo amplio, no ajustado a relatos breves, pues en la manera en que se estructuran los mismos se intenta expresar el sentir humano, generacional y social de los personajes en correspondencia con el tema y la trama de la primera historia.

Se recurre a una continua marcación de los tiempos de narración, tano en pasado, como en presente.

Se incluye un glosario de términos con expresiones coloquiales del contexto mexicano del cual se deriva, de manera directa o indirecta, la presente primera historia.


Esperemos que resulte del agrado de lectores o seguidores que acceden ante esta plataforma desde los países que ya cubre la presente red de escritores y lectores del momento.

Personalmente como escritor aficionado, no deseo marcar una intencionalidad como autor sobre la existencia de coincidencias determinadas con respecto de personas o circunstancias verdaderas, pues deben entenderse como referencias extraordinarias no imputables a hechos concretos, circunstancias verídicas y personas con nombres y apellidos propios.

Se invita a los lectores de ambos sexos para externar comentarios, opiniones, sugerencias o críticas constructivas y de mejora para efectos de la presente historia.


Advertencia: el lenguaje coloquial trata de reflejar en cierta forma el ser, pensar y actuar de estratos sociales que se encuentran bajo determinados momentos de vida citadina en la capital de la República Mexicana, principalmente en el tránsito del entonces Distrito Federal al de la Ciudad de México.



Primera Parte

El cuarto diálogo.

Guion dramático experimental:

El cuarto diálogo (Tiempos de vida en la ciudad)


Personajes:


El hombre, (50)

Hijo mayor (25)

Hijo menor (20)

El cínico (35)

La mujer (27)

El extraño (30)

El joven (22)

Otros, diversas edades en ambos sexos



Introducción


ENERO DE 1960.


UN HOMBRE ENCARCELADO SE ENCUENTRA DENTRO DEL ÁREA DE CONFINAMIENTO PARA REOS PELIGROSOS.

ORIENTE DEL DISTRITO FEDERAL, CASI LIMÍTROFE CON EL ESTADO DE MÉXICO.

RÁPIDA PANORÁMICA DEL GRAN PATIO DE RECLUSOS.


1 DIA. TIEMPO PASADO. INT. CELDA DE CONFINAMIENTO.


La estrecha ventana en medio de la pared permite ver un gran patio de uso múltiple.

Se advierte polvo y deterioro.

Un hombre sólo aparece y evoca para sí sentimientos y recuerdos de su pasado y fallido destierro: la montaña.


Enfrente, una veintena de presidiarios realiza actividades de calentamiento deportivo.

Otros más, sentados sobre el piso de cemento, observan ejercicios de sombra.

Se escuchan susurros y voces que comunican en caló (una manera de hablar de manera soterrada, encubierta) las impresiones del día.


El sol, radiante, deja ver torsos desnudos de hombres de diversas edades.

Sobre ese pavimento de cemento reverbera vapor calórico y polvo que asciende a momentos.

Al fondo, lejos de la celda del hombre encerrado, se divisa una parte de la colonia de Santa Martha Acatitla.


Afuera, la circulación de autos, camiones de transporte público y vehículos de elementos de policía, se movilizan en direcciones diversas.



2. INTERIOR. TARDE. TIEMPO PASADO. CASA DE BOSQUE. DÉCADA DE 1960


HOMBRE (50):


―Bien claro tengo el recuerdo de acontecimientos que ocurren en la ciudad.

Todos mis amigos cambian en su forma de actuar, hablar y pensar.

Tal parece que no se dan cuenta de la intención del gobierno en turno, que permite dejar pasar hábitos, conductas, formas de expresión y conductas de influencia extranjera que pretenden ligar a la población en general, ante la influencia del vecino del norte, sin ser, además, opción única en ese sentido.


Asistimos y consentimos costumbres y consumos enajenantes como ocurre con la música en inglés, la manera de vestir con aspecto desenfado e informal dentro de una moda en dictado casual.

De igual manera, el empleo de expresiones idiomáticas, brillan por su presencia entre quienes repiten: yes sir; un okay o quizá, un my god, con lo que suponen estar ante la perspectiva de vida configurada a la americana, pero para mí, resuena en mi cerebro un pinco en las neuronas, pues las escucho todo el tiempo incluso aquí, en prisión, y recuerda buenos y malos momentos anteriores, cuando mi libertad no se vende a ningún precio, ni ante autoridad alguna. ―.

Dice así, con un dejo de amargura.


Su semblante de tez morena, ajada por el paso de los años, la viudez de más de dos décadas atrás y los hijos exentos de toda vida familiar.

El hombre evoca el momento anterior a su detención física, cuando se encuentra al interior de su hogar: un sitio de alquiler mensual en el que se escucha su carraspeo fuerte mientras comparte una vieja silla de tijera que se resiste a desechar.

Acto seguido, escupe sobre una servilleta y la arroja a un cesto de basura improvisado, en una cubeta vacía de pintura vinílica con la que cambia el color grisáceo de paredes manchadas por sangre, vómitos acumulados y dibujos de niños que muestran un mundo contrastante de jardines, árboles, pájaros y mariposas volando, libres en un remonte de nubes blancas y sin monólogos, producto genuino de la mente infantil de dos que se llevan cinco años de diferencia y que, echos hombres jóvenes, están por llegar a casa, después de asistir a clases en la universidad y en la preparatoria, respectivamente.


Se continúa con ese monólogo, a través del recuerdo de ese hombre ya mayor:

—No obstante, creo yo, lo que más daño nos hace en estos días sin analizar a profundidad.

Todo parece tomarse con la mayor ligereza del mundo.


Sin apoyo de un criterio que permita separar lo inmediato con respecto de lo trascendente y útil. ―.

Tras decir esto, se incorpora del incómodo asiento en el momento en que siente mayor incomodidad del cuerpo y de la mente, pues refleja un cansancio físico y mental acumulado, no sin grandes tensiones personales.

Observa sus manos, ajadas y constata las pequeñas manchas oscuras que revelan el paso de los años, sin menguar su inconformidad social con el estado de cosas que, desde su punto de vista, prevalecen en el tiempo que se vive, de manera particular, en el entonces Distrito Federal.


Luego, prosigue con su monólogo:

― ¡Por supuesto que debemos evitar exponernos ante pronunciamientos radicales provenientes del exterior!

Y, sobre todo, ante esa peregrina idea de que todo cambio importante sólo proviene del extranjero, sin importar de qué países proceda. ―.


Ahora extiende sus brazos y cierra los ojos mientras dirige su rostro, que expone al sol desde una de las ventanas de esa vivienda aislada.

Continúa en evocaciones de vida, como cuando protagoniza los pronunciamientos de vía armada mientras se da cierto tiempo para disfrutar de la compañía de la mujer que acaba siendo amante, esposa, compañera de vida, militante y muerta en acciones de enfrentamiento con elementos del estado mexicano, signo de una institucionalidad sostenida a partir del año de 1929.

Acto seguido va hasta la mesa del comedor y se sirve agua en el vaso de cristal que tiene dos rostros serigrafiados de esa pareja, como recuerdo del día de su unión civil.


La mano temblorosa por el mal de Parkinson manifiesta parte del estado de salud y de los achaques que desestabilizan su cuerpo enjuto.

Carraspea nuevamente y tose de modo intermitente mientras hace una pausa y bebe hasta la mitad de ese recipiente.

Respira hondo.


Se mesa el cabello entrecano y en medio de ese espacio común, vuelve a hablar para sí mismo:

— ¡Por supuesto!... siempre a consentir esa guarda de apariencias!

¡De creer que se entiende lo que se comenta con plena inconformidad de la ciudadanía, ante quienes nos gobiernan!


¡Y luego, está esa imagen estereotipada que se hace de nosotros:

¡Recargados sobre pared, a pleno rayo de Sol!

¡Tapados con jorongo y portando sombrero de charro!


¡Dormitando en el sopor de una borrachera del día anterior!

¡Una despreciable distorsión, absurda y sacada a relucir en medios de comunicación, principalmente extranjera! —.

Tras ese intervalo de ira, observa el reloj de pared y comprende que su charlo habitual resuena en medio de una soledad que enmarca su estado de viudez no superada.


Ahora se frota las manos, vuelve al arreglo del cabello un tanto desordenado por los minutos pasados en dicha silla.

Mueve su cabeza y recorre el pasillo central de la vivienda en la que ocupa años de refugio último y donde transcurre el tiempo, ya sin aspavientos.

Mira al piso y vuelve a hilar pensamientos contaminados con rencor y odio social, para luego exponer lo siguiente:


—En fin, ha de llegar el día en que nos levantemos en lucha por estar hastiados ante lo no resuelto; así sea por el más ínfimo reclamo de justicia para los que menos o nunca han tenido algo a favor... ―.

Tras decir esto, calla.

Las lágrimas caen y alcanza a humedecer los nudillos de las ásperas manos.


Levanta la vista y se pregunta en silencio si la lucha de inicio, interrumpida hace tan sólo dos meses atrás, tiene efecto posible en los habitantes de la ciudad.

El rostro marca angustia y coraje.

Da la impresión de que el cuerpo se desborda y fragmenta como el vaso de cristal vacío que estrella sobre el suelo al encontrarse sobrecogido de ira y decepción de vida y existencia insatisfecha.



3. INT. TIEMPO PASADO. CASA. DÍA


EL MISMO HOMBRE SE INCORPORA DEL LUGAR Y EFECTÚA UN MOVIMIENTO RÁPIDO.

MUESTRA SILENCIO.

SE DESPLAZA DENTRO DEL ESPACIO EN DIRECCIÓN A OTRA VENTANA MÁS REDUCIDA. DEJA SALIR SU MONÓLOGO AMARGO.


RECORRE CON LA VISTA SU PROPIO TEDIO.

SUPONE QUE ESA SENSACIÓN SE REFLEJA EN UN ESPEJO DE LA SALA COMEDOR.

SIENTE QUE ESA SENSACIÓN SE ENSEÑOREA SOBRE EL EXTERIOR DE UNA CALLE POLVORIENTA Y CON MEDIANO TRÁFICO DE PERSONAS Y VEHÍCULOS.


NO PUEDE IMPEDIR QUE SU VISTA SEA BORROSA POR LAS LÁGRIMAS QUE ESCURREN SOBRE EL ROSTRO QUE SE APERGAMINA DE MANERA LENTA E INEXORABLE.

SE DESESPERA Y APROVECHA EL MOMENTO PARA EXPRESAR LO SIGUIENTE:


— ¡Vamos, acércate hasta ese único orificio que te sirve de ventana!

¡Pinche cuarto frío y oscuro, carajo!

Ahora, desde aquí observa a los demás circunspectos peatones que parecen troncos acomodados en el espacio que media entre el andador general y las calles contiguas.


Como si fueran presos políticos de sus absurdas decisiones personales, lo llevan a expresar una interjección de ira:

— ¡Ajá!

¡Lo sabía...!


¿No que no, güeyes...?

¡A trabajar para ganarse el pan y terminar comiendo como animales! —.

Dice así, y golpea la pared con sus nudillos, hasta hacerlos sangrar...




4. EXT. TOMA ABIERTA. TIEMPO PASADO. EN FLASH BACK APARECE UN GRUPO DE RECLUSOS, BAJO RESGUARDO DE UN CONTINGENTE DE POLICÍAS, FUERTEMENTE ARMADOS.

Elementos de una sección del reclusorio tres escoltan tanto a homicidas y condenados a prisión perpetua bajo un riguroso orden y extrema seguridad.

Se escuchan voces de elementos del orden que se tornan gruesas y autoritarias a medida que se aproximan al pasar por el cuartel de las Guardias Presidenciales de Élite.

De manera insuperada, se percibe el odio de reos e incluso guardias de distintas secciones que conforman un centro clave que fortifica esa montaña.


Lugar inexpugnable, es base de pertrechos bélicos, hombres y víveres.



5. INT. TOMA PARCIAL. TIEMPO PASADO. DÍA. PRISIÓN. SE DESTACA UN RÓTULO VISIBLE: MONTAÑA DE BELÉN. RECLUSOS MOVIÉNDOSE CON DISPLICENCIA FRENTE A CUSTODIOS DE MAL SEMBLANTE. INTERCAMBIAN MIRADAS NADA AMIGABLES ENTRE SÍ.


Se introduce al lector espectador a detalles del presente y del pasado relacionados con esta historia.

Aparecen rostros anónimos.

Se trata de reos a punto de purgar condenas, realizan tareas de mantenimiento, aseo y limpieza de enseres de cocina; se entremezclan con personal del penal, quienes los vigilan bajo un protocolo de ejercitación de derechos humanos y opciones de incorporación a la vida productiva.



6. NARRADOR EXTERNO. TIEMPO PASADO. VOZ EN OFF:


Como han de apreciar, lectores curiosos, vemos con ojo de observadores distantes, quizá curiosos, el drama carcelario habitual.

No en balde este centro lo es de inadaptación humana.

Nombrada: Montaña de Belén, hace honor a la antigua cárcel del mismo nombre, célebre dentro de lo que es ahora el Distrito Federal, pues ya lo fue en un inicio en el siglo XX.


(Aparece una reproducción litográfica de esa triste y célebre carcel).



7. CONTINUACIÓN DEL NARRADOR EXTERNO. TIEMPO PASADO. VOZ EN OFF:


A dicho lugar van a parar reos comunes e incorregibles.

Ladrones de casas.

Asaltantes callejeros o reincidentes inmiscuidos en asesinatos baladíes...


También, disidentes políticos universitarios y altos funcionarios públicos...

En otra sección se acomodan maestros y preparatorianos rijosos, junto a muchachos de vocacionales...


8. VOZ EN OFF DEL NARRADOR. TIEMPO PASADO. IMÁGENES DE ENCARCELADOS:

Con propósitos más perjudiciales, comparten igual destino de confinamiento: terroristas y chantajistas.

Burócratas y políticos de poca importancia.

En última instancia, uno que otro reo político del gobierno en turno, pero todos encerrados por motivos inciertos.


En las últimas semanas, no obstante, se observa de modo inusual, el incremento de vagos y tratantes de blancas...


9. CONTINUIDAD DE VOZ EN OFF DEL NARRADOR. TIEMPO PASADO. OTRA SECUENCIA DE IMÁGENES DE PRESIDIARIOS:


No obstante, traficantes de drogas, separados de todos estos, tienen su lugar en la Prisión Mayor.

Sitio de convivencia de locos, explotadores de menores;.

Latifundistas y aeropiratas.


Por extraño que parezca, en este lugar trabajan autoridades militares en conjunción con guardias, reos de buena conducta con liberaciones inciertas y trabajadores de diversos oficios: desde carpinteros, impresores, electricistas, alfareros y pintores de brocha gorda, así como quienes elaboran enseres de aseo e higiene casera, industrial y de oficinas.

En resumidas cuentas, una maquinaria humana de explotación extraeconómica que no importa a nadie, excepto a los inmediatos explotadores: autoridades de distintas secciones de este apartado sitio de reclusión...


10. NARRADOR EXTERNO. TIEMPO PASADO. VOZ EN OFF: SE MUESTRA UNA SECCIÓN DE RECLUSOS:

Novedad reciente, por ejemplo, lo representa una pequeña sección que recluta gente nueva para desempeñar habilidades culinarias en preparación de alimentos y bebidas.

Se trata de un trabajo colectivo a como ocurre con el encargo de tareas de reforestación; cuidado de plantas y áreas verdes.

Un poco distantes entre sí se encuentran los encargados del mantenimiento de máquinas y herramientas e incluso de mantenimiento del parque vehicular de la enorme penitenciaría...


11. NARRADOR EXTERNO. TIEMPO PASADO. VOZ EN OFF: IMÁGENES VARIAS. RELACIONADAS AL CONTEXTO:


Como se puede apreciar, las maneras de disminuir condenas no están desapartadas de la suerte de otros reos que deben pagar cuotas de condena por decreto común.

Una letra no escrita que impone el gobierno y la administración en turno, sin importar banderías políticas ni momentos coyunturales por los que atraviese el país.

Y, entre todos estos sujetos, sobresalen los que cumplen de treinta a cien años de prisión: una escoria integrada a la sobrevivencia de condiciones inhumanas prevalecientes en este lugar...


12. NARRADOR EXTERNO. TIEMPO PASADO. VOZ EN OFF:


En fin, nada de otro mundo que no se padezca; se enfrente, se afrente y termine por amoldarse a un hacer justicia dentro de cánones torcidamente establecidos que recuerdan ese aserto novohispano:

Obedézcase, pero no se cumpla...!'


13. EXT. TOMA ABIERTA DE LA CIUDAD DE MÉXICO: SANTIAGO NONOALCO TLATELOLCO. TIEMPO PASADO.


14. INT. DE CASA. FAMILIA DEL HOMBRE CON SUS DOS HIJOS HOMBRES: PADRE (50), HIJO MADURO (25) E HIJO MENOR (20)


HIJO MADURO:


—Padre, considero necesario que escuches ahora, aquí, junto a mi hermano, quien ya demuestra sus inquietudes personales, bastante semejantes a las mías, que ya es tiempo de ver y creer que vamos a cambiar a todos los jóvenes de la ciudad y del país. —.

Dice así, no sin cierta ingenuidad.

Mientras, espera con algo de incertidumbre a que afloren las reacciones y gesticulaciones del progenitor.


Éste, después de escuchar las palabras de su primogénito se dispone a rebatir, a las primeras de cambio, sus aseveraciones, y ya muestra una paciencia agotada, ante la ingenuidad de quien, por ser mayor, no parece mostrar suficiente cordura en ese terreno de ideas.

El viejo luchador social juzga en silencio la intervención acalorada de su vástago y, como costumbre de hombre mayor, se pregunta si esa carne de su carne se encuentra a la altura de los acontecimientos que ocurren en la sociedad, pues como dador de la vida y único soporte uniparental de esa familia de varones, le resulta arriesgado y pueril.

El adulto mayor sale a contestar no sin externar su sentir, de manera inmediata:


— ¡Veamos, muchacho: habla de manera objetiva!

¡Lo que dices es un absurdo!

¡Una desproporción!


¡Vamos a ver!

¡Espero que tu plan sea razonable, tenga importancia y utilidad, mucha utilidad, porque de lo contrario, te van a tachar de loco!...

¡Pero, en fin!


¡Que sea, no, de manera violenta...! —.

Expresa con cierta inquietud.

Se mesa el cabello.


Y, ahora, a medida que expone sus argumentos, crece su incertidumbre y busca un momento para interrumpir, lo que no resulta de su parecer.

Emite luego una sonrisa nerviosa y agrega su comentario:

—Ahora bien, ten en cuenta no sólo mi interés propio, sino el de tu hermano que, aunque menor, desea ayudar dentro de sus capacidades e intereses posibles…


¡Te escuchamos! —.

Dice esto de manera casi audible, como si se resignara a comprender por dónde va su interés social.

Observa al hijo menor y casi adivina en su mirada la inquietud propia de un hermano menor.


Éste último observa en silencio el rostro desencajado de su viejo y ofrece una mirada inquisitiva al hermano mayor, como expresando duda, sorpresa y compenetración de ideas un tanto sesgadas de la realidad que por entonces se experimenta.


HIJO MADURO:


— ¿No es verdad que, cuando pequeños, tu aflicción más grande en la vida fue la muerte de mamá, por mediación del gobierno de entonces? —.

Expone como primer punto.

Trata de concitar recuerdos dolorosos ante esa pérdida, constitutiva de una verdadera madre coraje.


Deja ver un semblante altivo y resuelto hacia su padre, quien vuelve a interrumpir las palabras de ese hijo, al comentar lo siguiente:

—Sí, en efecto… fue algo muy duro… —.

Responde y se lleva la mano izquierda hasta el corazón, como sintiendo una punzada.


Guarda silencio por breves minutos.

Acto seguido, la conversación continúa en voz diferente de ese benjamín de la familia:


HIJO MAYOR:


—Pues bien, guardas esa pena.

Ya han transcurrido diecinueve años, y sólo hasta hoy, hasta esta tarde, debemos afrontar la verdad encubierta por la pátina de los años, respecto del silencio resentido y de la necesidad de responder a mis preguntas… —.

Establece así el muchacho.


Deja sin respuesta inmediata al padre.

Luego, lanza una interrogante de luz ajena en conciencia propia sobre la adultez mayor que el anciano progenitor representa en presencia de ambos hermanos, quienes se plantan enfrente de aquel.

Y el muchacho retoma la palabra:


— ¿Qué experimentaste en aquellos años...?

Siento curiosidad por preguntar y empezar a visualizar mis inquietudes del pasado infantil, adolescente y juvenil.

Deseo canalizar en este presente tu respuesta.


Creo que es un fin útil y bueno.

Justo y preciso. —.

Sostiene así su cuestionamiento.


Deja suspendidas ambas manos con los dedos separados, en señal de esperar una respuesta de igual intensidad.

No impide tomar del brazo derecho a su padre y sostiene una mirada ansiosa de joven fuerte y vigoroso.

Tras reflejarse la entera incertidumbre que lo llena, observa con cariño la mirada del anciano combatiente, y agrega:


—Como te has dado cuenta, hoy día, el ser humano de nuestro tiempo parece que olvida dónde se encuentra.

Parece ignorar cuál es su pasado y lo qué está ocurriendo con su presente...

Así, la sencillez del pasado en la que tú alcanzaste a hacer experiencias sobre cambios radicales en la sociedad de esta ciudad, hoy representan mayor complicación, mientras que el grado de enajenación entre las personas es cada vez más evidente…


Principalmente hay que observarlo entre las generaciones anteriores a la mía, por decir algo... —.

Expresa con cierta emoción de inequívoca convicción de lucha social incipiente.

Da pie a la intervención del ombre de edad casi mayor:


EL PADRE:


— ¡Bien dices que el hombre vive enajenado!

¿Sabes?

Celebro que te preocupes por ello.


Tus intenciones deben estar soportados en algún plan:

¿No es así?

¿Cómo pretendes que te apoye?


Me gusta escucharte ahora y hacerme reflexionar para saber dónde poder fortalecer y proyectar ideas.

Y ver si compartimos desde tu perspectiva, posibilidades de ese beneficio generacional, tan ansiado. —.

Remata con esas palabras.


Esboza una sonrisa de aceptación, pese al riesgos que implica todo juicio respecto de lo social, y, sin embargo, no queda del todo satisfecho por la manera de intercambiar puntos de vista entre dos generaciones y una misma causa acerca del problema de no atender las causas de las injusticias sociales.


HIJO MADURO:


Asume un papel de protagonista ante su hermano menor, y espera convencer al viejo y antiguo esposo de una madre que sólo se lleva en la mente y el corazón, cada vez que la nombra.

Prosigue con su dicho:

—Bueno, de todos es conocida la predominancia de la injusticia social que asola a todo el país.


El lugar que muchos jóvenes empiezan a tomar en el desarrollo de la nación no resulta tan satisfactorio como parece en muchos aspectos...

La mayoría de la gente parece aceptar de manera consciente e inconsciente, ciertas actitudes que no son propicias para nosotros, principalmente por parte de quienes nos gobiernan... —.

Agrega con un dejo de realidad, no exento de idealismo.


El muchacho sonríe, no obstante, con plena satisfacción parece animado a demostrar al padre, que su lucha puede ser continuada por una imaginaria multitud.

Ante esto, coloca una mano sobre el hombro izquierdo del anciano, y continúa con su exposición:

—Se concede importancia relativa a cosas tan simples que nos cuesta trabajo desechar, por no ser trascendentes, por ejemplo, la música de géneros triviales donde se sexualiza a las mujeres como putas y a los hombres como drogadictos o narcos.


O bien, las diferentes formas de vestir y sobre todo las maneras de expresarse o comportarse de modos distintos a nuestras raíces… —.

Agrega, pese a reconocer que, entre esos ejemplos, existen jóvenes de ambos sexos que comparten dichas ideas.

Al respecto el viejo opositor sostiene, en cambio, de manera afirmativa, que eso nunca ha dejado de existir, pues él, en su experiencia pasada, lo ha constatado de manera amplia.


Agrega lo siguiente:

— ¿Y qué propones...?

¿Acaso, no vivimos en un país expuesto a la influencia exterior, principalmente de Norteamérica?


¿Acaso, no, también del modelo occidental europeo?

¿Te gusta Inglaterra, Francia, Alemania, España e Italia, por señalar algunos países...? —.

Sostiene así, mientras un ligero movimiento de cabeza afirmativo, hecho de manera suave y ponderada, se ajusta a lo recién comentado por el hijo mayor de la familia.


Esto lo aprovecha el joven impetuoso, quien expone la parte final de su charla e ideas de reivindicación social.

— ¡Padre, una mayoría de nosotros debe tomar partido en diversas esferas de la vida pública y social!

¡También, procurar asimilar lo mejor de cada acción emprendida por anteriores generaciones!


¡Debemos revisar el nivel de personas significativas que han aportado rumbo al país...!

¡Considero que ya es tiempo de llevar a la práctica las transformaciones necesarias!

¡Ahí, donde se retrasan o desechan proyectos para el pueblo, el más fregado siempre!


¡En nuestro caso, la participación juvenil debe ser mejor aprovechada dentro de este presente de apariencia ruinosa, pues es el único piso donde nos movemos y nos encontramos...! —.



CONTINUACIÓN

DIÁLOGO Y CAMINO


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GLOSARIO CAPÍTULO 1

LIGAR, en sentido de atar o sujetar algo; ante algo o alguien en tanto persona y/o situación mediante vínculos legales, morales; por extensión, sentimentales


A LA DESENFADADA, o a la casual; de manera desenvuelta o desinhibida en su estilo de vida, de vestido o de conducirse en la vida, ante otros


A LA AMERICANA, en sentido multicultural liberal, donde cada quien es muy su persona; es muy suyo; pero influye en formas de cultura popular, por ejemplo, comportarse con valores no propios, pero aceptando dichos valores


GÜEYES, asociando un sentido animal, donde un buey, reúne las condiciones de ejemplar manso y castrado; empleado el adjetivo en México, sirve para denostar por lo bajo a una persona que suele conducirse de manera torpe, errática y sin muestras de agudeza inteligente; este mexicanismo suele usarse también para suplantar el nombre de una persona y llamarla así: Mi amigo…, por: Mi güey (amigo), empleada en singular y plural y en cada una de las personas que, no necesariamente siendo jóvenes, se les designa así; alcanza cualquier edad.

En el uso del femenino, no pocas mujeres emplean la expresión: mi güeya… por mi amiga

Así el socorrido: ¿Qué onda, güey’… por: ¿Qué pasa, amigo…? contextualiza un nivel de chanzas celebradas, aceptadas, conjugadas; departidas, repartidas; alabadas, censuradas, etcétera.


CÁRCEL DE BELÉN, erigida en su tiempo –su vida penal transcurre entre 1882 a 1939.

Como tal, es la Cárcel Nacional de la Ciudad de México. Se construye en el siglo XVII.

Surge como prisión de reos peligrosos.


Ocupa un predio que anteriormente es edificio de albergue del Colegio de San Miguel de Belem o de San Miguel de las Mochas, institución educativa y de asistencia social que concreta la primera experiencia de conservatorio para mujeres de la Nueva España.

Corre el tiempo y tribulaciones históricas que llevan al tránsito del pasado virreinal a los primeros años de la naciente realidad liberal de México.

Las Leyes de Reforma, resultado del triunfo sobre el Segundo Imperio, no obstante, antes de eso, Maximiliano I ordena constituir un comité dedicado a supervisar las cárceles de México, entre las que se cuenta en aquella época, con la de Belén.


La vida carcelaria siempre ha sido una historia de problemas múltiples (en donde se incluye personal habilitado para esas funciones carcelarias; instalaciones adecuadas; resultados de atención a la problemática de reos y autoridades; ocupación del tiempo libre y de finalidades de reclusión de corto, mediano y largo plazos; separación de internos por modalidades de delitos de baja, media y alta peligrosidad; controles generales, particulares y específicos; condiciones de alojamiento; funcionamiento de celdas y juzgados; sobrepoblación; calidad, higiene y alimentación de los reos; condiciones de insalubridad e higiene; carencias de atención hospitalaria, etcétera).

En su largo historial se cuenta la fuga del famoso bandido Chucho el Roto (1876); pero en otro orden, la indebida atención, a las ingentes necesidades de actividades administrativas judiciales y procesales, hicieron necesario llevar a los presos fuera de esa prisión, para ser atendidos en juzgados instalados en el Templo y Antiguo Convento de la Enseñanza, hasta que se construyen e inauguran edificios adyacentes a esa cárcel, concretamente el Palacio de Justicia del Ramo Penal y un Salón de Juzgados (1900).

Durante el Porfiriato, se inaugura el Palacio de Lecumberri, proyecto penitenciario de su gobierno; la Cárcel de Belén queda relegada a segundo plano y el traslado de sus reos pasa a ocupar ese recinto. Se demuele el edificio carcelario de Belén, así como también los edificios judiciales.


Con el gobierno de Abelardo L. Rodríguez, se tiene nuevo proyecto de nueva escuela: se conmuta el legado negro de aquella cárcel y se ocupa su terreno para el surgimiento de la escuela Centro Escolar Revolución, acorde a la proyección de la educación pública de la época (1934).


SANTIAGO NONOALCO TLATELOLCO, antiguo barrio de la Ciudad de México.

Hacia 1337 marca una escisión de residentes inconformes de México Tenochtitlán.

Trasladados a un anterior islote, al norte de aquella otra, se denomina Xaltelolco o lugar del montículo redondo de arena, asiento de la fundación de esa ciudad gemela; es erigida por los tlatelolcas, tribu mexica separada de los tenochcas.


Centro comercial de mayor importancia en el México anterior a la presencia española, lleva a fray Bernardino de Sahagún a elaborar un documento sobre su impacto como afamado tiángüis, lugar de trueque e intercambios donde confluyen mercaderes de lejanos lugares de la geografía mesoamericana.

Esta actividad era la principal y además un centro de reunión del pueblo.

En ese desarrollo se vinculaban noticias sobresalientes de su zona de adyacencia; a frecuentar el trato familiar y de lazos de amistad como sitio de referencia de padres de jóvenes y casamenteros para buscar jóvenes solteras.


Sitio de intercambio de la casta pochteca –comerciantes-, reunidos en torno a ese eje del comercio y la economía en el Valle de Anáhuac, debido a su posición estratégica, en los linderos con la ciudad de México Tenochtitlán.

Según los textos que retratan aquel mercado, éste fue de enormes dimensiones, acudiendo miles de personas.

A decir de Francisco Cervantes de Salazar asisten diariamente unas 30,000; según Hernán Cortés unas 60,000 y según Alonso de Zuazo hasta unas 80,000.


Bernal Díaz del Castillo aseguraba que solamente el rumor y zumbido de las voces y palabras que allí había sonaba más que de una legua.

En este mercado las transacciones comerciales se hacen mediante el trueque.

Se puede intercambiar producto por producto, o bien, cuando se trata de productos de gran valor se cambian por cacao, cañones de pluma de ave llenos de oro en polvo, navajas en forma de medialuna que se labraban con finas hojas de cobre martilleado (hachuelas de cobre) y algunas telas que servían de moneda.

Lo que permitió el uso del cacao como moneda fue que se podía fraccionar y transportar fácilmente, así como conservar y almacenar.

No todos podían tener acceso a él, debido a que su plantación y almacenaje estaban a cargo de la nobleza.

Los sitios donde se almacenaban se denominaban Casas del Cacao.


Las Unidades de Medida del Cacao, eran:

  • Zontle 400 Semillas de Cacao
  • Jiquipil 8,000 Semillas de Cacao (20 Zontles)
  • Carga 24,000 Semillas de Cacao (3 Jiquipiles)
  • Algunas equivalencias para adquisición de bienes y servicios:
  • 1 conejo: 10 semillas de cacao
  • 1 esclavo: 100 mazorcas de cacao
  • 2 zapotes (fruta): 1 semilla de cacao

Las negociaciones están mediadas por leyes comerciales verificadas por tribunales establecidos entre los vendedores, con la finalidad de impartir justicia y también velar porque los productos, sobre todo los alimenticios, tengan la higiene necesaria y que los puestos estén perfectamente ordenados conforme a los productos que se intercambian.

Todo bajo la creencia compartida en una deidad denominada Yacatecuhtli, dios del comercio, patrón de los mercaderes y del intercambio, especialmente de los viajes comerciales.


Organización Del Mercado


El mercado está dispuesto según el tipo de producto a ofrecer.

Por un lado, están los vendedores de animales, quienes ofrecen xoloitzcuintles, conejos, mapaches, armadillos, tejones y tortugas; mientras que otros venden pájaros con plumajes de gran colorido; allí también pueden obtenerse aves de rapiña, serpientes y carne de venado, siempre presente en los banquetes de la nobleza.

En otra sección del mercado están los puestos de comida preparada, donde las cocineras preparan las nutritivas tortillas que acompañan con frijoles y chile; ellas ofrecen además tamales y atole, así como ricos tlacoyos rellenos de haba y frijol.


Traídos de las costas, los pescados son ofrecidos sobre hojas de palma que los mantiene frescos; conocido es, a través de las crónicas, el gusto que Moctezuma tenía por este tipo de alimento, el cual llegaba diariamente a su mesa.

Los jitomates, la chía, el maíz en grano o en mazorca, los frijoles, las calabazas y, naturalmente, los chiles, se ofrecen a la clientela en puestos especializados en vegetales y legumbres, lo mismo que la fruta, esta se trae principalmente de las tierras calientes.

Hay en el mercado gente dedicada al transporte de mercancías, los tamemes o cargadores, quienes realizan su pesada labor sosteniendo sobre sus espaldas el cargamento, ayudados de cestas y costales.


En este mercado nativo se hallan también los puestos donde se expende toda clase de hierbas, animales y diversos polvos, e inclusive rocas, que se utilizan con fines medicinales; ésta era la sección donde los curanderos mexicas practican sus artes terapéuticas.

Además, con dichos materiales y sustancias también se realizan actividades de hechicería.

Hay comerciantes especializados en la cerámica, tanto de uso cotidiano, como de uso suntuario, exclusiva para las mesas de los nobles, destacan los recipientes que proceden de Texcoco, decoradas con llamativos dibujos sobre pintura roja muy pulida, y las vasijas policromas de Cholula, de la región tlaxcalteca y de la mixteca.


Los pigmentos y minerales, así como los pinceles con que trabajan los artistas mexicas, también pueden ser adquiridos en el mercado, en los puestos donde se expende toda clase de colorantes de los más variados tonos y texturas.

Con ellos cobran vida los muros de la ciudad, los cuerpos de los hombres, los textiles y los manuscritos pictográficos.

En cuanto a los textiles, éstos se tejen en telares de cintura, y en el mercado se ofrecen, principalmente, aquellos trabajados con hilo de algodón, a los que se agregan, entretejidos, cuentas de jade, caracolillos, plumas y piel de conejo.


Con estos textiles se confecciona la vestimenta de los habitantes de Tenochtitlan y Tlatelolco, el quechquémitl (prenda que cubre la parte superior del cuerpo), el huipil (blusa o vestido adornado) y el enredo o falda para las mujeres- y el máxtlatl (taparrabos) y la tilma (prenda usada en el frente como un delantal largo) -para los varones.

El mercado de Tlatelolco tiene una sección, en su parte central, dedicada a la venta de artículos que solo los nobles o pipiltin (señores importantes entre los mexicas, como los sacerdotes, los militares y los funcionarios de gobierno) pueden adquirir; allí se ofrecen los cactli o sandalias, que dan identidad jerárquica, siendo ésta la primera indicación que diferencia a un pipiltin de un macehualtin (clase social que está por encima de los esclavos y debajo de los macehualtin o nobles).

También se expende objetos y materiales de gran valor traídos desde tierras lejanas por las caravanas de pochtecas, como las plumas de quetzal, de guacamaya y de otras aves exóticas; los metales preciosos y las piedras que son muy estimadas, como la turquesa y el jade.


La joyería y los ornamentos ya trabajados se ofrecen también para el uso exclusivo de la nobleza, el jade, el oro y la plata se transforman en pulseras, collares, diademas, pectorales, bezotes y anillos, por obra de los orfebres.

El mercado tiene sus propios gobernantes, quienes fungen a su vez como los jueces supremos que cuidan del buen funcionamiento de la institución.

Bajo su mando están los guardianes del orden. guerreros pochtecas que se identifican por sus peinados, sus vestimentas y su elegante abanico.


Ellos son los únicos que pueden deambular por el mercado con sus armas.

El tianguis de Tlatelolco es además el principal centro de reunión del pueblo; allí acude la gente a enterarse de las noticias más sobresalientes de los alrededores y a verse con los amigos; y es, asimismo, el lugar a dónde van los padres de los jóvenes y los casamenteros a buscar, entre las jóvenes solteras, la futura esposa de sus hijos.

Un área aparte del mercado está destinada de manera exclusiva para la venta de personas esclavizadas; estas se adquieren como un producto de lujo.


Pueden ser utilizadas para la realización de trabajos forzados, servidumbre o sacrificios humanos.

También hay un área para la prestación de diferentes servicios, entre los cuales se encuentra la barbería.

El mercado de Tlatelolco es visitado por Hernán Cortés poco antes de la guerra de conquista.


En el sitio tiene lugar la última y decisiva batalla contra los mexicas el 13 de agosto de 1521, cuando es derrotado Cuauhtémoc y obligado a capitular ante Cortés.

El cronista Bernal Díaz del Castillo describe la matanza de mexicas: …ese día es tan sangriento que es imposible caminar por el lugar debido a la cantidad de cadáveres apilados». Se estima que más de 40.000 indígenas son asesinados ese día.

La caída de Tlatelolco marca el fin del más importante Imperio mesoamericano.


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DIÁLOGO Y CAMINO

2. Oktober 2020 14:04 1 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Francisco Rivera Francisco Rivera
Una disculpa: por ser juez y parte. Pero, a quienes interese, la lectura queda abierta para comentarios ajenos, e lectores beta interesados en ella.
August 21, 2023, 12:15
~

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