Kurzgeschichte
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El Rey de la época

En un periodo sombrío de nuestra historia remota, sin avistarse aun la electricidad ni mucho menos las neveras modernas, y con la humanidad refugiada entre bosques a orillas de prístinos ríos.

Érase una vez...

Una mañana de clemente invierno, en la profundidad de un valle extenso, existía un hermoso Reino, por aquel entonces cubierto de una gélida colcha blanca; y a los pies de un imponente balcón hecho de plata, un pueblo entero, entre vítores y flautas, coronó a su nuevo Rey, un enorme cubo de hielo.

El nuevo Rey adoptó el nombre de Iceberg, y se endilgó los alias de “Hijo preferido del Invierno”, “Gran Tormenta Blanca”. La corona de altos filos y una larga capa de lana roja conmemorativa, le otorgaban al nuevo Rey una mayor envergadura y exquisitez, arrancando cientos de suspiros a las damiselas de más alta alcurnia que anhelaban su mano. Durante la ceremonia de coronación, y sorprendiendo gratamente a sus súbditos, el Rey Iceberg pidió en matrimonio a una preciosa mota de nieve, originaria de la montaña más empinada del Reino. La fastuosa celebración, que incluyó Boda Real, se extendió durante tres días en todos los palacios, sus parcelas y feudos, y hasta en las chozas más humildes.

El reinado iniciaría en la estación de invierno más cruda que se haya podido recordar. Las reservas del Palacio, en vino, leña seca y una gruesa lana, se distribuyeron a todos los súbditos por orden del Rey Iceberg, protegiéndolos del paso incansable y letal de la feroz tormenta blanca.

En la larga noche, la Comarca apenas asomaba las siluetas de sus casas muertas. Los techos de las chozas asemejaban a descuidados catres en el que descansaba silente el pesado cuerpo de la perezosa nieve. En su interior dormitaban los frágiles fieles, abrigados más arriba de sus sienes, tiritando desde sus cabezas hasta sus piernas y apenas suspirando para no apagar su fogata interna.

Las mañanas eran heladas y grises pero el Rey Iceberg no permitía que fueran tristes. Todos los días había mercado en la Plaza Mayor, en donde se ofrecían las pequeñas cosechas que daba la temporada. La Corte en pleno se apersonaba a acompañar a su pueblo, ofreciendo recitales, torneos de Caballeros, obras de teatro, musicales y decenas de bufones regalando risas a extraños y leales.

A pesar de ser un regente muy popular y querido, el Rey Iceberg enfermó una mañana de inicios de primavera, le brotó una fiebre altísima que no lo abandonó hasta consumirlo tres días después. En vano fueron los conjuros y pócimas, ningún hechicero ni alquimista pudo sanarlo. Sus restos líquidos fueron regados sobre los fértiles huertos de Palacio, cumpliéndose así el último mandato oficial del disuelto Rey Iceberg, otrora “Hijo preferido del Invierno”, “Gran Tormenta Blanca”.

En un periodo sombrío de nuestra historia remota, sin avistarse aun la electricidad ni mucho menos los paneles solares, y con la humanidad refugiada entre bosques a orillas de prístinos ríos.

Érase una vez

Una mañana de lacerante y cegador verano, en la profundidad de un valle extenso, existía un hermoso Reino, por aquel entonces cubierto de un dorado trigo inmenso, y a los pies de un imponente balcón hecho de plata, adornado con frondosos rosales y cánticos de sutiles versos; un pueblo entero, entre vítores y flautas, coronó a su nuevo Rey, un esbelto y rubio rayo del cielo.

Fin.

13. August 2020 00:41 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Das Ende

Über den Autor

Danny Mendez Tengo 43 años, me gano la vida como abogado, y en mis ratos libres, me ejercito, leo y escribo. Buen hijo, esposo y padre; ah! por supuesto, levantarte cada día pensando en ser mejor que ayer.

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