zegabii Zegabii

El despierta bajo la fuerte lluvia. El agua se ha llevado su pasado, para buscarlo se adentra en una ciudad tan inhóspita que bien podría ser otro planeta. ¿Debe recuperar su identidad o es mejor dejarla escurrir por el drenaje?


Thriller Nicht für Kinder unter 13 Jahren.

#tech-noir #lluvia #acción
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Primer Acto


El frío invade su cuerpo, la lluvia lo envuelve en un manto líquido como un feto en el seno de una madre muerta. Mientras la conciencia regresa a su cuerpo, la lluvia golpea su piel y los gránulos de tierra crujen entre sus dientes.

Despierta tirado en el lodo y está lloviendo, lloviendo fuerte. Se incorpora hasta quedar sentado, tan rápido como el intenso dolor de cabeza y el mareo se lo permiten. Gira a su alrededor, todo esta en una cuasi penumbra; ¿dónde está? Edificios en construcción por todos lados, gigantes monocromos de concreto, bombardeados por litros y litros de agua le observan en su confusión.

Trata de levantarse, un dolor estalla en las costillas cuando los músculos se contraen con el esfuerzo: se inclina sobre sí mismo y ve un enorme moretón en sus costillas. Sus piernas patinan dentro de el barro pegajoso, siente el agua moviéndose entre la tela y la piel. Esta empapado de pies a cabeza y lleva bajo la lluvia varias horas: obtiene la primera información de la noche.

¿Quién es? ¿Qué hace ahí? vagos recuerdos de un club, luces estroboscópicas por todos lados y la cara de un hombre desapareciendo en una nube de sangre; música electrónica genérica todavía le martillea en los oídos.

Se levanta del todo, barre con la mirada a su alrededor en busca de un refugio; la lluvia cae en lineas verticales, al igual que los edificios a medio hacer, sin techos, paredes monolíticas apuntando al cielo. El lugar en el que está parado es tan bueno como cualquier otro.

Hace un inventario de su situación. Pies desnudos, no tiene camisa, en los bolsillos del pantalón solo tiene algunas monedas sueltas y lo más inquietante: el único objeto en su billetera es la tarjeta de un club, con un numero en ella.

Revisa la tarjeta. Con una mano se lleva el pelo hacia atrás y lo pega lo más posible a su cráneo para darle a sus ojos un poco de tiempo sin el acoso del agua.



Piccola Morte.

A un lado de la calavera estilizada y esas dos palabras en italiano está un número telefónico:

“+420 662-742-443 Lenka”.



¿Lenka? ¿Que clase de nombre es este? ¿Un nombre de mujer? Tal vez. El número está garabateado en tinta rosa y la letra tiene demasiadas florituras como para ser de un hombre. Además, al final del nombre hay un pequeño corazón. Se guardó otra vez la tarjeta en la billetera, antes de que la lluvia corriera más la tinta; ya descubriría quien es la tal “Lenka” mas tarde, ahora tenía problemas más urgentes.


Un objeto duro lastima su coxis. Es una pistola, una Sig Sauer P226. Toda esa información fluye como un pulso de electricidad en su cerebro; manipula el arma como todo un experto. La siente, cierra su mano en ella con confianza; el peso le es agradable en la palma, la textura de la empuñadura le es familiar. Hala el cerrojo: 14 cartuchos en el cargador mas uno en la recamara; cierra el cerrojo y baja el martillo del percutor de forma instintiva. Tiene la certeza de que esa no es solo una pistola, sino SU pistola. ¿Cómo sabe todo esto? ¿Cómo puede recordar un arma de fuego, pero no su propio nombre?

No puede esperar respuestas. Vuelve a colocar la pistola en la cintura del pantalón; gira la vista a su alrededor: los edificios a medio hacer es lo único que lo ve, ellos nunca contestarán sus preguntas.

Y mientras tanto está la lluvia, que sigue cayendo sin piedad, el agua sigue rebasando la barrera de sus cejas y termina en sus ojos; el lodo se mete los dedos de sus pies: haciendo que las luces de la ciudad se vean difusas y titilantes como las estrellas que no están el cielo. Necesita buscar un refugio, algún lugar seco y oscuro donde nadie note un hombre confundido, semidesnudo y armado.

Sale del lugar de construcción y encuentra al mundo: edificios altos de estilos pasados de moda cuyos techos se ocultan en la bruma oscura de la tormenta. La luz viene de luces neones a la distancia, algunas luces mortecinas de posición desconocida y algunos autos pasando a intervalos regulares: una curiosa mezcla de lo peor del pasado con lo peor del futuro.

Ningún alma en las calles; nada fuera de lo corriente, teniendo en cuenta que está lloviendo a cantaros. ¿Quién querría andar afuera en estos momentos? exacto: aquel loco que busca encontrarse a sí mismo.

Oye voces, él busca ocultarse de forma automática; no sabe por qué lo hace, pero de alguna forma sabe que no es seguro.

Al internarse en el callejón tropieza con un cubo de basura: hace ruido, mucho ruido. El sonido metálico suena como un trueno, muy por encima del ruido de la lluvia que ya de por sí parece cascada.

Dos sujetos se internan tambaleándose tras de él, sus siluetas se recorta en la boca del callejón: otras dos criaturas que no saben cuál es su lugar en el mundo; la única diferencia es que para ellos el efecto es voluntario, una confusión que desaparece mañana. Les desprecia por ello.

El Intenta de-escalar la situación, pero por alguna razón, una... corazonada, ya sabe que sus esfuerzos serán inútiles. Ve con un poco de tristeza los alardes de bravucón de sus atacantes, sus palabras rudas, sus movimientos irregulares y el balanceo errático de los hombros que precede el puñetazo a traición: tan predecible...

Para el primer golpe con un tajo y al mismo tiempo aplasta con precisión la tráquea; una patada pone de rodillas a su asaltante; lo derriba del todo torciéndole brutalmente el cuello.

La otra sombra duda, luego ataca sin convicción. Una hoja metálica brilla durante el arco que proyecta para alcanzar su carne. No sabe como pero lo esquiva, pero logra atraparle en un estrangulamiento que invalida la amenaza del cuchillo y le deja semi inconsciente segundos después.

El desconocido se desploma al suelo y berrea como bestia herida, pidiendo ayuda a gritos, atención que en otra situación no hubiera deseado. El pisotea metódicamente el cráneo hasta que los ruidos se apagan.

Los dos hombres están a sus pies, muy mal heridos y dentro de poco, tal vez muertos; los había despachado limpiamente y ni siquiera sus cuchillos les habían salvado. Otra vez: ¿Dónde había aprendido esto? ¿Qué clase de persona había sido antes de aquella noche?

Toma las ropas de sus atacantes y de una combinación de ambos, logra vestirse. Debía verse como un idiota y seguía empapado, claro; pero ahora tenía camisa, zapatos, un teléfono celular y 66 dólares americanos. Ahora puede aventurarse a espacios públicos.


Llama a "Lenka" quien le responde desconcertada; no se supone que debiera hablarle hasta dentro de dos días. Por lo pronto omite la parte en la que ha perdido la memoria y solo pide verla con la mayor convicción que fue capaz de fingir.


¿Conoces el Piccola Morte? Nos vemos ahí en dos horas” Eso le dijo antes de colgar.

Piccola Morte... es lo que dice la tarjeta que tiene en sus manos. La dirección esta ahí mismo, y de hecho no está lejos. ¿Los reflejos neón que él vio hace rato? Ese es su origen.



6. September 2020 16:49 5 Bericht Einbetten Follow einer Story
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Giles Le Coste Giles Le Coste
Me está gustando mucho tu historia. Te invito a leer mis historias si gustas :). PD: Te sigo, me sigues de vuelta y nos ponemos al día con las novedades literarias que tengamos ¿trato?
March 29, 2021, 20:30

  • Zegabii  Zegabii
    Muchas gracias por tus palabras y ten por seguro que revisaré tu contenido. Saludos April 01, 2021, 05:37
~

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