sheylagarcia Sheyla García

María López, Abogada Dominicana de Veintisiete años, decide que no esta lista para casarse, su pareja Reed se llena de venganza y odio hacia ella y comienza a crear rumores sobre supuestos sobornos aceptados por María, sobornos de los cuales siquiera eran por parte del defendido por ella. Después de una discusión con los directivos del Buffet, María decide tomarse unas vacaciones a su tierra natal en víspera de Noche Buena. En el avión conoce a Julio Medina, un hombre de piel canela, ojos color Miel y mirada cautivadora, que recientemente había encontrado a su mujer siéndole infiel. Julio se interesa por María y le propone a una noche de sexo sin compromisos. Ella después de todo, ya no esta prometida con nadie y decide aceptar la propuesta indecente. Julio es el cambio que ella necesita en su vida, un hombre tierno, atento, romántico y lo mas importante...AMA EL CAFÉ!¿Será que es muy tarde cuando María se da cuenta que el amor a primer café si existe?¿Aguantará Julio a que María se de cuenta que lo ama?Julio no esta en busca de algo pasajero, lo supo en el instante en que vio a esa mujer por primera vez. Debía hacerla suya, era perfecta para el.¿Dos almas se reconocen cuando se pertenecen? ¿Se habrá equivocado?Julio es un hombre seguro de lo que quiere, y a quien el quiere en su vida es a esa mujer tan incomprensible y con miedo a enamorarse. Café contigo al despertar es una novela que cautiva los sentidos de lector. Si eres amante al café y las pasiones....esta novela esta hecha para ti!!


Erotik Nur für über 18-Jährige.

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Capítulo Uno

Capítulo 1

  • ¿Puedo sentarme? Mi asiento lo tiene una señora con su nieto, no he querido levantarla. – Me pregunta una voz masculina.
  • Si. Claro. – El hombre de camisa Azul de lino se sentó silenciosamente a mi lado.
  • Gracias – Dijo él soltando el aire.

Llevaba más de dos horas esperando en el aeropuerto JFK de Queens al sureste de la Ciudad de Nueva York. Un retraso en los vuelos me estaba terminando de dañar mí ya arruinada víspera de noche buena.

Hoy Veintidós de diciembre estaba oficialmente soltera. Botada y desechada como ropa diluida. Cuando pienso las cosas y cómo pudieron haber sido con Reed los ojos me traicionan y se dejan convencer por las putas lágrimas. Hace unas semanas era lo que se podría llamar absolutamente feliz, amada – al menos físicamente– exitosa y codiciada. Era una mujer realizada y envidiada.

Yo, María López, con mis veintisiete años tenía al hombre perfecto a mi lado, un trabajo en el buffet de abogados más próspero y solicitado de la ciudad, sin hijos que me esperen en casa y me pidan comida o tiempo, tiempo que he empleado en sacar beneficio a todas mis contrataciones y negociaciones. Para muchas soy considerada como una mujer fuerte y fría la mayor parte del tiempo.

Me vale madres lo que opine la gente. Seré frívola pero pocas han alcanzado los logros que tengo.

Mi apartamento – aunque es alquilado, hice muchas modificaciones– es como un play. Todo en granito y madera preciosa. Me he dado los gustos que siempre quise en estos últimos cinco años. Desde que fui ascendida como Abogado Jefe. Soy la segunda en el buffet. Todo lo he ganado a base de sacrificios y trasnochos. Sin tener que dar mi cuerpo para conseguir nada.

Mi inteligencia es más que suficiente. Claro que eso no significa que en realidad sea frívola. Me gusta el sexo. Se lo que me gusta y lo que no. Conozco mi cuerpo, cada centímetro. Cada lugar donde mis sensaciones son más intensas. Sé cómo excitarme y como enloquecer a un hombre.

Ahora estaba aquí, divagando en un asiento de avión de camino a Santo Domingo, de camino a un desconocido futuro.

Reed me acusó de injusta y descarada, de fría e intensamente reservada.

Me dejó.

Mi novio de hace tres años cortó conmigo hace unas dos semanas. Me había propuesto matrimonio y yo entendía que no era el momento. Sigo entendiéndolo. Lo sigo creyendo. A pesar de eso, en contra de mis principios, acepté.

  • Soy Julio – dijo el hombre a mi lado.
  • María – le dije sin mirarlo.

Rogaba al cielo que este viaje acabará rápido. Necesitaba ya pisar tierra caribeña. Se escuchó la voz del capitán informando que despegaríamos en 5 minutos.

  • ¿Por negocios o placer? – escuché que me preguntó el hombre.
  • Placer. Bueno, más bien no es por placer sino por necesidad. – Le respondí sacando de mi cartera los auriculares y buscando las canciones en mi playlist.
  • ¿Necesidad de placer? Soy bueno complaciendo – la forma en que dijo esas palabras hicieron que lo mirara.

Era un hombre entrado en los treinta, de tez oscura, Pelo castaño claro y ojos color miel. Sus labios eran carnosos y dibujaban una sonrisa lobuna.

  • ¿Pasé la inspección o aún me falta? – me dijo él levantando la ceja izquierda. El color rojo del sonrojo subió a mis mejillas.

Tengo veintisiete años, no debería sentirme bochornosa ni nada semejante. He tratado con hombres más atractivos, no sé porque me siento como novata. Ya no era una niña. Sin embargo, mi reacción ante ese hombre había sido sorprendentemente similar a la que había tenido en mi pubertad ante ciertos chicos atractivos que me habían gustado, pero no atrevido a hablarles. Julio no tenía nada de «niño bonito». Al contrario, tenía treinta y tantos, medía más de un metro noventa, y poseía una figura musculosa y rasgos muy bien definidos. Si, esa camisa marcaba su cuerpo y sus piernas largas casi rozaban el asiento delantero.

  • Faltaría contacto físico para pasar la inspección – si este viaje duraba más de dos horas terminaría con ese hombre cogiendome en el baño. No específicamente porque la atracción fuera atroz, sino porque en el estado en que me encontraba cualquier gesto podía provocar sacar a Reed de mi ser por completo.

Me humedecí los labios mientras saboreaba los de él mentalmente.

Los ojos de Julio sonrieron y él se giró mirando hacía el frente y dando por terminada nuestra conversación.

¿El daba por terminada la conversión?

  • Cobarde – murmuré. La decepción ocupó mis labios.
  • ¿Qué dijiste? – preguntó el sin mirarme.
  • Nada. – estúpido que provoca y no tiene agallas para continuar.

Un completo desconocido tenía la destreza de sonsacarme y desear tener sexo en el baño de un avión.

Este tipo de relación momentánea era perfecta para mí.

Perfecta en este momento.

Hace unas semanas me hubiese cohibido y colocado los auriculares inmediatamente, en cambio aun los sostengo como si estuviesen dañados.

No tengo esposo ni hijos. Nadie que ocupe mi tiempo. Eso me repetía desde que Reed me dejó hace unas semanas. Puedo ser feliz sola.

Miré mi reloj Versace y vi que ya eran las 7: 00 pm, en ese mismo momento despegó el avión. Mi madre me esperaba ansiosa, deseosa de preparar mi boda con Reed. En cambio yo iba a destruir sus sueños. A decirle que no habría boda en largo tiempo. Su única hija no había podido mantener una relación lo suficiente para casarse y tener hijos hermosos. Ya comenzaba a escuchar sus palabrotas desde ahora en mi cabeza. Ella se enloqueció de alegría cuando se enteró que el hombre con el que llevaba tres años de relación se me había propuesto.

Yo, mientras Reed estaba de rodillas me detuve a pensar si quería pasar mi vida con ese hombre. Después de haber evaluado todos los pros y contras de una relación matrimonial, había decidido que no sería tan prudente. Le planteé casarnos en un año, a lo que él respondió con una boda a seis meses para que yo tuviera menos oportunidad de arrepentimiento.

Quedamos en seis meses y una boda sencilla. Los invitados no me molestaban. Ambos teníamos poca familia y amigos. Yo sólo tenía a mi madre y mi abuela Ina.

"No había amigas ni amigos en la vida de María López”, me recordé a mí misma con sorna

Ninguna mujer había congeniado conmigo lo suficiente para que una amistad naciera. Yo no era de discotecas ni spa, a pesar de ganar suficiente dinero como para haberle remodelado la casa a mi madre y tener un Volvo 2014, me encontraba las salidas nocturnas sin sentido. tenía metas claras que no podía cambiar ni me interesaba hacerlo. Todas terminaban "soltándome en banda", como dicen en mi país.

Claro que tanto cuidarme y alejarme de los demás, sólo ha hecho que este momento sea más solitario y doloroso de lo que en realidad necesito.

Lo que necesito es un buen trago de Brandy, me dice una voz en mi interior.

No acostumbro a tomar. No suelo perder el control de mis emociones, pero me siento en esta ocasión más que devastada. Vi la joven azafata pasar por 5 asientos más adelante del mío y esperé se acercara para solicitarle un trago. Quizás eso tranquilizaría mis ansias locas de llorar o tener sexo, En su defecto tener sexo y luego llorar cuando ya estuviese sola.

¡Qué miserable me sentía!

Sé que no soy la típica mujer que espera casarse y tener hijos, progresar en familia y esperar envejecer juntos. Quizás no por ahora. A lo mejor mi destino es estar sola hasta los treinta y cinco y adoptar un bebé gordo y hermoso que me haga compañía.

La tristeza se ha apoderado de mí en ocasiones al ver a compañeras de oficina con sus hijos y esposos. Es el sueño del 80% de la población femenina. En cambio, yo no creo que eso sea lo que me haga feliz. La felicidad mía la encontré en los juzgados, en las presiones del trabajo día a día. En escalar puestos y lograr hacerme con una posición que me satisfaga y nutra. En trazarme retos y demostrarle al mundo que una Latina puede ser capaz de lo que dé la gana, como los proyectos que recientemente había alcanzado.

Aun reconociendo todo esto de mi misma, aun sabiendo la mierda de la que estaba hecha, no merecía un final como ese. No merecía mentiras ni faltas de consideración. Reed a los días de aceptar que nos casáramos en seis meses, después de darme su palabra y estar de acuerdo con mi opinión. Después de yo ceder y sin querer casarme, acepté su propuesta.

¿En cambio que hizo él ?

Meterme el pie para que cayera.

Dijo que yo estaba aceptando sobornos cuando yo misma sé que él era quien había aceptado en más de una ocasión “incentivos” por debajo de los gastos establecidos por el buffet.

Reed sabe cómo cojea la justicia. Son ocho años en el Buffet, conociendo toda clase de personas y amarrando clientela. Él sabía de donde flaqueaba cada fiscal y cada juez. Conocía a todos los del estado y a los que no los mandaba a investigar. Él tenía contactos. Les caía bien a todos a pesar de ser más fiero que yo. Pero eso quienes estaban a su alrededor no se lo podían ni imaginar. Él sabía cómo hacer sus cosas. Eso fue lo que me atrajo de él. Sus técnicas y tácticas para conseguir lo que quisiera. Podía robarle un dulce a un niño y convencer a la madre de que el niño se lo regaló.

Él Era así.

Los primeros años la pasión era como estar en una tela de araña. Yo era el bicho que no podía escapar. La pasión desenfrenada, el me excitaba hasta el infinito. Me calentaba y encendía mi libido con tan solo una mirada. Cada vez más potente, más fuerte, más de Reed. Era lo más real de nuestra relación. El contacto físico y la atracción que sentíamos el uno por el otro. Eso me hundió.

  • Señorita, ¿podría traerme una copa de Brandy? – miré la mujer mientras esta en un gesto poco disimulado, se comía con los ojos a mi compañero de viaje.

Debía reconocer que él no estaba mal. No era una belleza típica sacada de novelas griegas ni mucho menos. Es más al estilo Damon de la serie vampírica, sabes que está bueno, pero es su presencia y personalidad oscura que lo hace más atractivo. Instintivamente levanté los ojos hacía arriba. Que descarada.

Hacía años que me había dado cuenta que lo mío con Reed era sólo algo físico, no había amor desinteresado por ninguno de los dos. Llevábamos mucho tiempo saliendo y viéndonos, pero no lo amaba como ese amor que mis abuelos me enseñaron.

Era un beneficio tenerlo como pareja. Un abogado exitosamente rico, con una reputación de miedo. Ganaba cada caso asignado. Era un buitre en cuanto a ejercer su profesión. Sencillamente perfecto para mí. Ahora sé que ahí radicaba nuestro problema.

Era muy similar a mí.

Quizás en otro momento de mi vida pudimos haber sido muy felices.

Ahora me tomaba quince días de descanso de tanta voracidad laboral y me escapaba a mi hogar.

Con un hombre odioso y petulante como acompañante en un vuelo de unos casi tres horas. Quizás menos.

¿Cómo explicarle a mi madre Virginia que su hija arruinó sus planes de una futura y esplendorosa boda? ¿Cómo le digo que no tendrá nietos al menos en cinco años más? Quizás entonces decida hacerme el in–vitro y tener a mi único hijo sola.

27. Juli 2020 11:58 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
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