daavidr David Ramírez

Un día llegará un punto en el que te sentarás y reflexionarás. Mirarás hacia atrás y te encontrarás con tus actos, decisiones y pensamientos. A veces te sientes peor, a veces te sientes mejor. A veces ella se sintió mejor, a veces ella se sintió peor. Una carta hacia alguien que nunca la recibirá: tal vez un verso mal guardado.


Drama Alles öffentlich.

#nostalgia #tristeza #Gymnopedie-N°1 #desamor #amor
Kurzgeschichte
4
3.5k ABRUFE
Abgeschlossen
Lesezeit
AA Teilen

Tarde aprendí (pero aprendí)

Durante años todos me hablaron de “éxito”. Cuando les pregunté, no supieron que responder, pero les gustaba soñar con que algo así existía. Todos perseguían cosas como ser los mejores, o ganar más dinero, o tener más novias; y se escuchaba como un plan interesante.


Toda mi adolescencia lo busqué. Entre fiestas y alcohol, esas alucinaciones para muchos ya eran “éxito”. Esa era la definición que tanto estaba buscando, ¿no? Ya que después de muchos años, muchos de mis colegas de la época siguen siendo exitosos.


Pero no me convenció. Hubo algo que no encontraba ético en todo eso, y a medida que pasaba el tiempo, tiraba más y más críticas a esos actuares, torturándome a mí mismo porque no podía salir a divertirme de esa manera. Para mi yo de ese tiempo, era preferible no dormir pensando en que eso hacía la gente de la high society, que ir a divertirme y volverme una persona normal.


Tarde aprendí (pero aprendí) que no hay que hablar de nada. Nada es bueno ni nada es malo. Hay cosas buenas en pescar todo el día, así como también hay cosas buenas de trabajar como un poseso: todo depende de la caña que le des al tema.


Y emprendí así una conquista por mi felicidad, intentando salir de ese amasijo de lianas que yo mismo me fabriqué. Dejando amistades por todos lados, despidiéndome de gente que consideraba que nunca me iba a traicionar, pero abandonando con ellos la ansiedad de aquellos entonces. La vida dejó de ser una pesadilla para convertirse en un mal recuerdo.


Caminaba por encima de mis trenes de pensamiento buscando respuestas. Me acostaba en ese metal mientras veía las estrellas; de vez en cuando, asustándome con los túneles: ahí aprendí a quedarme quieto cuando las cosas me asustan, y me han ayudado a sobrevivir más de una vez. Y cómo será la vida de rara que le di la vuelta al mundo, cuando las auroras boreales me evocan tu rostro:


— El de una extraña cualquiera —pensé yo.


Hasta que me sumergí en tus humos y me di cuenta que no. No era tu cara: evidentemente, un paisaje así es digno de admirar, pero no era tu cara. Era más tu rostro. Ese rostro que sabe emocionarse cuando ve algo de su interés. Ese rostro que refleja los atardeceres e ilumina las noches, antes de darle un toque blanco y negro al alba.


Gracias a tu personalidad tan visual me adentré al mundo de las letras, como un cantante intentando evocar la misma emoción en otros géneros. Nunca pasó nada, pero mis emociones me hacían sentir como alguien que ya lo había vivido todo; tal vez nunca llegue a poder explicar con exactitud cómo se sentía reparar un pedacito de tu tez.


Lastimosamente pasaste de ser una aurora boreal a cenizas. No quiero culparte a ti (ni a las otras 2 auroras), pero aquél sentimiento hizo que a mi orgullo se le fuera la lengua un par de veces. Podríamos decir que me sumergí profundamente en mi llanto.


Pero gracias a eso aprendí a bucear. Descubrí aquellos pozos que estaban llenos de fauna, y poco a poco fui exiliando los dañinos, a la vez que atraía los benignos. Ahora cuando lloro todo es turquesa en vez de color café.


Y gracias a eso pude ver el cielo. Lastimosamente ya no estabas tú, pero estaban las nubes que tenían forma de… lo que yo quisiera. Me fabriqué una ciudad de humo en un papel que usaría como plano de mi ciudad, para no tener que estarme refugiando en sitios donde abundaran las lágrimas y el ahogo.


Puedo decir con soltura que lo acabé consiguiendo. Incluso algunas personas se quedaron a vivir en mi mundo. Algunos fueron antiguos colegas de épocas pasadas, y otros los fui descubriendo por el camino. Ellos fueron mi apoyo los años siguientes a mi época de tumbos y tambaleos.


Los años pasaron y con ellos muchas experiencias. Felicidad y tristeza por igual, pero acompañados por todo lo que construí para no volver a caer en la tristeza. Me volví un maestro de los símiles y dominé el ser yo mismo. No sé si feliz, pero aquella época de trabajo duro me deja como una persona plena pase lo que pase, exceptuando un pequeño detalle.


Esa plenitud se pierde cuando lloro. Pero no cuando me pongo triste: es un “llorar” distinto. Es como si aquella emoción llegase a un clímax en el que las lágrimas se me escapan como caen las manzanas de una bolsa de papel que está llena. Desperdigándose por el suelo pero dejando un bello paisaje. Y para bello, bella la razón por la cual se me caen aquellos frutos del tiempo.


No lloré por tener todo lo que soñé. Lloré por recordarte; y por saber que lo disfruté desde el principio hasta el final: si te confieso, más de una vez.

20. September 2020 00:00 0 Bericht Einbetten Follow einer Story
3
Das Ende

Über den Autor

David Ramírez Me fascinan los relatos cortos, las mini novelas y los poemas (más que todo de romance). Si tu eres así de apasionado, cómo estaría de bien que te pasaras por mis textos. Por último, procura reseñar mis textos contándome qué te parecieron: no sabes como me sentaría de bien leerte. Publico relatos algunos domingos para ver si así se pasa mejor la semana.

Kommentiere etwas

Post!
Bisher keine Kommentare. Sei der Erste, der etwas sagt!
~