Rompiendo el huevo que cubriese mi indecencia, mi naturaleza veo una tenue luz. Me pregunto si la tierra descanso en todo este tiempo de congelamiento, sí congelamiento que acto cautivo el mundo sacudió al malestar de la tierra, pequeño malestar que anuncia una fatal enfermedad.
Esa pandemia subjetiva que ha venido asolando a la población desde la creación misma. Esa prohibición por conocer el bien y el mal; esa desnudez del espíritu que fue la causante del ocaso de nuestros antepasados.
Día tras día el eco abrazador en mí mente habita la maldición, la marca de Caín en mi frente, la marca en la humanidad de la eterna llaga de Dios convertida en hombre, en un solo puñado de hombres que se sacuden de ese iluso rubor que es la expiación divina.
Vielen Dank für das Lesen!
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