Es fácil trancar puertas, identificar rostros y encerrar a tu enemigo.
¿Qué haré ahora que soy una adolescente? Pensaba. Entonces me lancé a la aventura.
"Ya estás grande Kate, encárgate de tus asuntos sola" decía mamá. Yo ahogaba emociones dentro de mí, la menstruación es larga y dolorosa también.
No olvido esa mala experiencia en la bañera cuando la llené de sangre. Un rojo fresco, destilaba en hileras de entre mis piernas. Me levanté, acudí al retrete retorciéndome de dolor, luego a la ducha al terminar. Sangre por doquier, una espantosa escena macabra. Había abortado.
—¿Y papá?
Una pregunta repetitiva en mi día a día. Claramente ausente por andar con sus amantes.
—¡No molestes, llámalo tú!
Incluso esa respuesta ya era familiar. Recuerdo que no había pagado la universidad y ese mes lo perdería completo.
Fui corriendo a la cocina, tomé un cuchillo grande de los cajones, brillaba de nuevo, mi madre jamás lo usaba. Reflejada en él sonreí, la juventud aún consolaba. El teléfono en el bolsillo vibró: novio escondido. Nadie notaba quién entraba y salía, ella metida en sus asuntos, menos cuando guardé ese objeto conmigo.
Subí las escaleras, entré a la habitación y eché llave. Saqué el cuchillo, fuertes ganas de una primera vez me asaltaron.
—Hola —dijo al salir debajo de las sábanas estando yo a su lado de pie— ya es momento.
Y fue como jugando.
Detrás de mí apareció aquel joven, envolviéndome en sus brazos sin sospechar de lo que traía entre manos...
Los profesores tampoco son piadosos si saben más de ti que tú de sus materias. Ni hablar de los amigos que actuaron perjuiciosos, destrozando tu reputación. Ya expuesta no tuve opciones. Al año renté un departamento. Me iba bien en ese peligroso empleo que conseguí.
Todas las tardes, en horas libres, observaba la pantalla del teléfono leyendo aplicaciones. El tema de costumbre: tipos de suicidios. Mis brazos delataban lo que padecía, cada cicatriz expuesta.
Eduardo con once vivía en odio y rencor. En silencio, tímido, se hacía tanto daño hasta que al final lo logró, calmar su pena. Augusto, el chico de secundaria agredido en la escuela por ser homosexual. Aquella mañana se cansó y con un arma planeaba su venganza, para luego... Por fortuna lo disuadí de esa masacre.
Natalia, la chiquilla de hermoso cabello, abusada sexual y constantemente por su padre, quien era policía. El caso más difícil. Por fortuna el maldito tuvo lo merecido, gracias a un intermediario.
Los miembros activos sobrepasaban los miles. Yo me encargaba de ayudar, había quien no.
Lamentablemente fui prohibida de continuar. Caí presa de El chacal, y herida me resistía a sus planes. La oscuridad ha vuelto, esa cosa también, acecha a cualquiera. Ya no le temo, mi hijo ya crecido se interpone en su camino.
Necesito auxilio, respiro con dificultad, hace frío. Estoy atada sin poderme mover.
El padre de todos los vicios, el desamparo. Porque es real mi pesadilla, agonía el monstruo de la tristeza.
Vielen Dank für das Lesen!
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