Quiero quejarme en voz alta por distraerme con la habitual frecuencia a causa de cierto castaño de carismáticas comisuras y radiante sonrisa. —Claro, tenía que suceder —me digo en un murmuro. Ignoro si alguien se da cuenta de mi habladuría en soledad. Al fin y al cabo hay otros alumnos aquí también. Continúo con el libro, hasta que —por razones del azar— alzo la vista hacia el frente y, de súbito, me tenso por lo que mis ojos ven. ¿No es acaso Euijoo el que está sentado en el centro?

Puedo reconocerte, eres tú. Mi garganta se vuelve firme como una cuerda también, a la vez que sudo y el estómago hormiguea. Conozco este sentimiento: es tal cual sentí la primera vez que te vi ingresar hacia el campus de la universidad, las mismas sensaciones desequilibrantes. Pero más intenso al compartir un mismo espacio, aunque sin contacto. Te observo leer; te ves concentrado, sin notar siquiera que estoy aquí. Pasas de página pronto y me pierdo en tu repentino gesto: un mohín [...]

Los cuatro artistas jugaron una partida de poker. El primero, el poeta, apostó la foto de su exesposa; el segundo, el cantante, dejó una carta de amor sobre la mesa. El tercero y el cuarto dudaron por un momento. El actor, el cuarto; imploró dejarlo perder para deshacerse de la carta de su padre, pero el tercero; el director de cine, explicó que él debía perder porque no quería cargar con los juguetes de su fallecido hijo.

Sí, debo ceder un poco ¿verdad? No entiendo porqué tiendo a medirme tanto contigo. Tú eres dulce siempre. Me hablas, te ríes conmigo, me rozas y golpeas de manera traviesa. También haces bromas, me escuchas y me dedicas toda tu atención. No escatimas en hablar de mí, sueles hacerlo con frecuencia. ¿Qué más puedo pedir? No se diga más, he de ir hacia ti. Sólo que, un sentimiento de inquietud me acecha. Ya reacciona, Taesan. Me reprocho. Sin embargo, al fin ... Me acerco...

En el momento en que lo hago, deslizas la mirada hacia mí, de modo que desvío la mía. Más le pido a uno de nuestros compañeros si puede moverse al sitio donde yo he estado. Es Leehan, por lo que ha de acceder. Equivocado no estoy, él lo hace, entre sonrisas amables. Le devuelvo el gesto, pero cuanto más me miras, más nervioso tiendo a estar. No apartas la mirada en ningún momento hasta que tomo asiento. Es ahí cuando pareces dudar. —Aquí veo más de cerca a los fans de ese lado. Miento.