Intercambio de mensajes que no son leídos a tiempo y, tal vez, no respondidos. Puerta cerrada en momento inoportuno. Grito de ayuda no recepcionado, sin oído. Caminamos la misma calle, fuimos a los mismos lugares en diferentes tiempos. El cristal esperaba tu reflejo y solo estaba yo. No llegué a tu encuentro porque no era el tiempo de mi reloj sino el tuyo, el que no me pertenecía ni contemplaba mis compases. La oportunidad no es coincidencia. Tu deseo nunca pasa de eso, simple deseo.

La madrugada me encuentra despierto y perdido en un incesante pensar. Nunca se sabe bien cómo actuar ante aquello que descoloca la mente y desacomoda un poco el alma. La aparente calma es en verdad el velo detrás del cual una avasallante marea de dudas se esconde. Los ojos fijos en el techo. ¿Qué me quiere significar realmente todo aquello acontecido? Pregunta con mil caminos que dicen ser respuesta. El sol quiere asomar y aún no distingo el norte. Respirar, el modo de relajar y soltar todo.

Una sombra tras el vidrio de la ventana cerrada agitó su corazón y puso en alerta a todos sus sentidos. No pudo pronunciar palabra. La desesperación la hizo buscar a Tabatha, su amiga, que se encontraba dormida desde hace varias horas. Intentó despertarla arrojando un almohadón a su cama sin éxito alguno. Volvió a dirigir temerosa su vista hacia la ventana, la amenazante figura había desaparecido. El viento soplo desde fuera y la gélida brisa le recorrió la espalda. No era su imaginación.