Fragmentos Eróticos Follow einem Blog

abda AbdA Phantasy Recopilación de "fragmentos" de índole erótica. Autoconclusivas, fanfic de las obras que no contienen sexo... quizá sueños, quizá vivencias... historias escuchadas o vistas. Siempre de la forma más bella que pueda generar mi prosa. Bienvenidos al "Mundo de AbdA"
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La biblioteca de la Casa Rams

Nota del autor: Como estamos corrigiendo la primera parte de «El esclavo de la Bruja», me he topado con la escena que más, MÁS me saca los colores. Vamos, que no puedo creer cómo llegué a escribir algo así... Porque aunque no lo crean, literatura erótica poco he leído.

Para mí es el mejor y más ardiente relato erótico que he hecho. Más, no sé si podré! XD A parte, por supuesto los dos personajes en sí, Breta Lemuria y Rei Black Paradox, dos brujos con una relación fuera de lo normal. XD

Para los nuevos: disfruten de la lectura. Si les agradan las historias de fantasía oscura, con un toque de gore, romance y erotismo pásense por EyB. :3


Había permanecido en la biblioteca de aquel edificio durante horas, leyendo y tomando notas hasta quedarse sola en la estancia. El sol comenzaba a caer y sus rayos tintaban todo el lugar con unos tonos acogedores, románticos quizá. El olor a imprenta impregnaba cada rincón, se mezclaba con el polvo y con la humedad ambiental pegándose a cada centímetro de su piel.

Estaba cansada y su cuerpo dolorido de la postura del estudio. Se estiró en la silla donde continuaba sentada, a la cabeza de una de aquellas mesas largas, haciendo crujir sus músculos y emitiendo un gemido de placer al sentir la relajación. Levantó las piernas para ponerlas en alto sobre la mesa y hacer así circular la sangre por ellas. Los rayos que penetraban por las ventanas de la biblioteca iluminaban el polvo suspendido en el ambiente dibujando conos lumínicos.

Breta respiró profundo entrecerrando los ojos y relajándose por completo. Gotas de sudor se acumulaban en su frente sin remedio. Aquel verano se presentaba en extremo caluroso. Cogió una hoja de las tantas que tenía esparcidas sobre la mesa para darse aire e intentar refrescarse. Quería quedarse un rato más allí en calma. Disfrutando de la soledad y la quietud de aquel lugar. El aire que se daba así misma refrescaba las zonas humedecidas de su cuerpo. Se había despojado de la mayor parte del uniforme quedando descalza, y llevando solo la falda corta de estudiante y la camisa blanca, desabrochados los botones que la ahogaban y dejando asomar un poco su lencería negra. El aire se coló por su escote endureciendo sus pezones. Miró a ambos lados para cerciorarse de que no había nadie allí que pudiera mirarla, así que alzó un poco su falda para darse aire bajo ella…

Se dejó llevar por la somnolencia que provocaba el clima que se había creado en la biblioteca introduciendo sus dedos bajo su ropa interior. Se sentía tan relajada que no pudo controlarlos y comenzó a darse placer a sí misma, primero con disimulo, luego de forma más desvergonzada, sabiéndose sola, sacando uno de sus pechos para apretarlo y masajearlo. El flujo de su vientre había empezado a chorrear por los muslos, sus dedos chapoteaban incesantes salpicando y dejando caer esos ríos salados. Su voz emergía entrecortada y jadeante creando una mezcolanza de sonidos afrodisíacos.

El calor, la humedad, el olor; el ambiente que la rodeaba en esa tarde la estimuló sobremanera. Se había quitado las bragas empapadas de su excesiva excitación, y permanecía así, con las piernas en alto, muy abiertas ofreciendo su sexo a entes invisibles.

Perdida en sí misma no pudo notar la presencia de Rei aproximándose por detrás desde la entrada hacia ella. La realidad era que el joven y delgado muchacho parecía deslizarse sobre el enmoquetado suelo de la biblioteca. El atardecer era ya profundo y las sombras deformadas decoraban el mobiliario, las estanterías plagadas de antiquísimos libros y también los rostros excitados de ambos jóvenes. El muchacho avanzó hasta llegar cerca de Breta, agachándose para poder susurrar levemente en su oído, como otras tantas veces.

Rei también estaba descalzo, lucía su torso desnudo marcado por la musculatura adolescente. Solía llevar el pelo hacía atrás, despejando su cara, pero esa tarde lo tenía revuelto. Caía por su cuello y por su frente; y aunque la oscuridad se iba apoderando de la estancia, su cabello plateado y sus ojos esmeralda parecían emanar luz propia dándole un aspecto de depredador nocturno. Los pantalones del uniforme le quedaban grandes y se sostenían apenas sobre sus marcadas caderas, dejando ver la ropa interior del chico. Al mismo tiempo, del cabello de Breta también emanaban tímidos reflejos cobrizos.

Cuando Rei entró en contacto con ella, no lo hizo con las manos. Sus energías comenzaron a mezclarse despacio, acompañando los movimientos del torso del muchacho al aproximarse al cuello de la bruja.

—Mi deseo hacia ti se ha proyectado en tu cuerpo esta tarde. He sentido tus palpitaciones llamándome —susurraba de forma pausada—. Aquí me tienes para saciarte, para mezclarme con tu esencia deliciosa.

Mientras las palabras de Rei bailaban con los entrecortados jadeos de Breta, el chico iba posicionando sus manos bajo las de ella. La izquierda en el pecho sintiendo el pezón duro, la derecha entre su sexo y los dedos de ella, húmedos y resbaladizos.

—Mi reina…, déjame entrar… —gemía él moviendo sus dedos en círculos.

A esas alturas Breta ya era muy consciente de que aquel arrebato húmedo había sido provocado por el aura tentadora de Rei. Agotada como estaba, se había dejado llevar sin pensar que esa actitud repentina y libidinosa era sugestionada desde un inicio por el aura del brujo. El calor bochornoso que los atrapaba, los jadeos que articulaba, el sudor que empapaba su cuerpo, provocaban una sed que no podría calmarse con simple agua. Deseaba beber de su boca, saciar ese hambre constante de su ser.

Cuando los labios del muchacho exhalaron en forma de susurros sobre su yugular, no se sorprendió ni quiso apartarle. Deseaba terminar con esa zozobra que la sacudía desde hacía tiempo, en cada momento que ese chico se acercaba a ella. El corazón se aceleraba y bombeaba con fuerza su ardiente torrente sanguíneo haciendo palpitar sus sienes y sus labios. Hinchaba sus pechos poniéndolos tensos, conducía corrientes eléctricas a través de su vientre volviéndolo aún más suave y jugoso. Y aunque una vez se prometió no sucumbir ante el apellido Black Paradox, las suaves manos de Rei acariciando sus intimidades solo avivaban el puro deseo de consumir el crepitante fuego bajo el roce constante y rítmico de sus cuerpos entrelazados.

—Hazlo…, hazlo de una vez… —fue la respuesta que al fin pudo escuchar Rei de los labios encendidos y entreabiertos de Breta.

Escuchar aquellas palabras calentó las entrañas del muchacho endureciendo aún más su sexo palpitante. Retiró por un momento sus manos para situarse al lado de la bruja, tomarla en sus brazos y tumbarla sobre la mesa de la biblioteca arrugando y haciendo volar los papeles que había sobre ella. Allí la tenía servida, al fin, abierta y chorreante. Contorsionándose mientras ella misma terminaba de desabrochar su camisa de estudiante y acariciaba sus pechos fuera del sostén. Los ojos de ambos chicos fijos el uno en el otro, llamando a la tentación de la masturbación. Agarró de sus caderas con fuerza para acercarla al borde de la mesa y así poder saborear, lamer y sorber de aquella fuente el elixir trasparente y viscoso que chorreaba por los muslos de Breta. Limpió cada gota para luego jugar con su lengua dentro de ella, produciendo más viscoso y salado manjar que absorbía de forma ruidosa. Los gemidos de Breta se descontrolaban, acariciando cada tomo de cada estantería de la amplia estancia que era la biblioteca del edificio principal de la Casa Rams.

Mientras Breta sentía cómo la lengua salvaje de Rei estimulaba sus puntos más sensibles, sus deseos de alimentarse se multiplicaban. Y su boca pronunciaba esos deseos en voz alta.

—¿Qué dices que quieres? —la preguntaba riendo. Aplicaba sobre su clítoris una lamida viciosa y larga. —¿Deseas comerme como yo te saboreo a tí?

Succionaba y tiraba de su piel provocando gemidos aún más potentes en ella. Rei se incorporó y tomándola de la cintura atrajo su cuerpo contra el suyo, posando su pene erecto contra su sexo húmedo, haciéndola saber qué tan excitado se encontraba.

—Pídemelo, mi reina… Quiero escuchar su petición… —susurraba las palabras dentro de la boca de la bruja.

Besándola con intensidad. Entrelazando sus lenguas ardientes. Breta había introducido sus manos bajo la ropa interior del muchacho y lo estimulaba a la vez que sus bocas continuaban acariciándose en suave intensidad.

—Quiero comerla… —la voz temblaba al igual que su cuerpo—. Me pones muy caliente, Rei

—¡Qué apetitosa diosa! —añadió a viva voz mientras se retiraba y se sentaba en la silla donde ella había comenzando a tocarse escasos minutos atrás.

La sonreía con picardía mientras agitaba su miembro hacia ella, excitándola aún más. Breta descendió de la mesa de roble oscuro para arrodillarse ante el brujo y comenzar a aplicarle una mamada lasciva, sin dejar de taladrarse el uno al otro las miradas. Rei acariciaba su cabeza confirmando el ritmo de sus chupadas, echando la suya hacia atrás, disfrutando de la cálida boca de Breta y sintiendo cómo su saliva chorreaba por sus testículos y sus muslos. Él resoplaba el nombre de su reina, borracho de placer. El calor de su boca se trasformó en suavidad extrema cuando ella colocó su pene entre sus pechos y continuó proporcionándole un placer que le llevaba muy cerca del clímax. Temeroso de no poder aguantar más la presión la agarró y la montó sobre sí, introduciéndose en aquel volcán en erupción y manejando su cuerpo como el de una muñeca. Ella cabalgó al ritmo que Paradox le marcaba hasta que juntos sintieron la explosión de sus sexos; Breta mordiendo la yugular del brujo, Rei clavando sus afiladas uñas en el turgente trasero de la bruja.

Ellos no eran conscientes de la escena que estaban protagonizando, mezclando sus energías en aquel lugar: brillante y blanco el de Rei; rojizo el de Breta, creando un rosado similar al de sus sexos dilatados.

24. Februar 2022 03:07 2 Bericht Einbetten 4
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Rebelación

«No vas a dominarme, no vas a devorarme. Yo te devoraré a ti». Gin reaccionó también de manera brusca al tirar de los cabellos de la bruja alejándola de su dolorido cuello. Ella sintió el tirón y quedó sentada sobre sus caderas excitadas. El sabor de la sangre emborrachó por completo los sentidos de Breta. Se relamía la comisura de los labios mientras acariciaba su garganta y su pecho como siguiendo el camino de la sangre ingerida hasta su estómago. Respirando con dificultad y con los ojos entreabiertos; ebria de él. Esto incitó aún más a Gin en su decisión de poseerla. Se incorporó cargando con el peso de la mujer, haciéndola sentir en su sexo la agitación que robustecía su entrepierna. La bruja seguía como ida debido a su sangre, y él lo sabía. Pero lo que Gin deseaba es que estuviera despejada, así que la tiró sobre la cama con brusquedad. Con la misma decisión con la que la arrojó sobre el lecho, el esclavo desabrochaba su arrugada camisa y sus sucios pantalones. Breta se incorporó para intentar volver a embestirle y tomar el control, pero Gin la agarró por una de sus muñecas, giró su brazo y lo retorció tras la espalda inclinándola al borde de la cama. Sin soltarla alzó las telas de su vestido y la tomó de aquella guisa, apartando con velocidad la escasa pieza que eran sus braguitas de encaje.

En la habitación se escuchaban los choques que producían sus carnes una y otra vez, mezclados con los gemidos de placer que ambos emitían. Gin había tomado el puesto dominante mientras retenía a su mujer en aquella excitante postura. La tomaba como vencedor de la contienda que mantenían, complacido como ningún otro día. Tiró del brazo que tenía atrapado hacia él para enderezarla y poder así olisquear sus cabellos. Con su mano izquierda sujetaba con firmeza sus caderas para no salir de su ardiente interior y con la otra apartó el rojizo pelo y besó su hombro derecho, sintiendo la suavidad de la piel. La lamió y la saboreó…, y sin saber muy bien por qué, la mordió hasta derramar algunas gotas de sangre. Al degustar aquel sabor metálico su sexo se endureció aún más, su pulso se disparó aún más…, y Breta gritó aún más fuerte. Ambos lo disfrutaban, sus voces lo afirmaban, los sonidos lo aprobaban. Concentrados, o más bien, distraídos en el acto lujurioso que consumaban, ninguno fue capaz de percibir la presencia de Rei entrando sigiloso en la habitación. El sexo de Breta le había llamado y él había acudido sin demora para tomarlo.

(...)


*Fragmento de «El esclavo de la Bruja».


Un poco de publi, que no la viene mal... XD

Tengo que decir, que hacer corrección de esta historia me altera un poco... jiji

27. Januar 2022 21:41 0 Bericht Einbetten 1
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Las Brujas de Almodóvar

En realidad es un experimento animado por dos buenas amigas.

Si quieres segunda parte, dale a like. XD

Perdonen, mis inicios en Tiktok.





El sol hacía rato que había descendido del cielo y comenzaba a esconderse tras la arboleda que rodeaba la cabaña de las brujas. El atardecer estaba por concluir, pero antes de hacerlo, teñía los alrededores de rojos, naranjas y morados que dotaban al ambiente de un toque mágico, de sueño.

En el interior de la rústica casa, las tres brujas de Almodóvar danzaban alegres, ligeras, alrededor de un crepitante y verde fuego en el centro de la habitación. En él, un caldero inmenso borboteaba, y las brujas echaban en su interior hierbas, aceites o polvos mientras bailaban y cantaban. El vapor que emanaba ascendía cada vez más espeso y se escabullía por el hueco de la chimenea a gran velocidad. Una vez en el exterior, adquiría el color del cielo, mimetizándose con él. Rodeando la cabaña se acumulaba la hojarasca, mezcla de tonos dorados y marrones aunque tras la verja que delimitaba la propiedad, los árboles se alzaban con un verde oscuro, llenos de vida.

Las angelicales notas salían de la casa y parecían recorrer el aire provocando un eco sobrenatural. Los niños del pueblo eran atraídos hacía él silenciosamente guiados no solo por las voces, también por el olor dulzón que emanaba de la poción de las brujas.

Ellas en el interior continuaban bailando y cantando. Escupían en el caldero, vertían su sangre a partir de pequeños cortes que ellas mismas se hacían en las palmas de las manos o en los brazos. Sus risas y sus jadeos se mezclaban con el ambiente pesado, resultado del incienso, las esencias, especias, aceites… y de aquel humo. El fuego rugió con energía iluminando el interior de la cabaña con un color venenoso. El contenido del caldero mermaba por segundos.

Las brujas en su baile se deshacían de las prendas opresoras que vestían las unas a las otras, descubriendo nívea piel hasta quedar desnudas, mezclando en sus cuerpos el sudor y la sangre que se escurría en ellos con manos juguetonas. Los cánticos se tornaban más agudos, ahogados a ratos por los toques viciosos que se daban entre ellas.

Come, little children”.

Venid, niños”.

Venid a nosotras…”

Los últimos rayos de sol se extinguieron pero el terreno de las brujas parecía brillar delicadamente. La hojarasca vibraba, se movía ansiosa, como con vida, llamando a los niños. La luz provenía de ellas; las hojas se iluminaban en sus extremos dejando escapar un fino polvo con cada vibración, y este flotaba creando un manto dorado y muy liviano que no parecía moverse.

La extraña pintura que formaba el conjunto irreal de la casa pareció cobrar vida cuando los niños, a pasos lentos y medidos, fueron adentrándose en el jardín de hojas secas de las brujas. El polvo comenzó a moverse, ascendiendo y envolviendo a los pequeños, que tras dar unos pasos más, se deshicieron y cayeron al suelo convertidos en hojas secas. Una parte de ellos quedaría allí, la física. El alma de los niños dibujaba sus siluetas, blanquecinas y ligeramente translúcidos, se acumulaban frente a la casa flotando como fantasmas. Los gemidos de las brujas llamaban a estas almas. Acudían a ellas a través de la chimenea, llegando al caldero y concentrándose allí. De a poco, este se fue llenando y de él, las brujas se sirvieron y comenzaron a beber.

A cada trago, sus cabellos parecían brillar, su piel relucía sin mancha alguna, sus pechos se erguían imponentes y el flujo de sus sexos se volvía transparente. La juventud se acumulaba en ellas, la belleza envolvía sus cuerpos, la sensualidad brotaba de cada poro…

Cuando el caldero estuvo lleno y las brujas satisfechas, cesaron los cánticos y el fuego. La luminosidad que rodeaba la cabaña se extinguió también. Los niños que no llegaron a pisar la propiedad, cayeron dormidos.

El rastro hasta la casa era más que evidente. Antes de que amaneciera, muchos niños se echaban en falta en el pueblo y alarmados, padres y vecinos salieron en busca de su progenie perdida. Fueron encontrando a algunos niños marcando la extraña ruta, desfallecidos y sin recuerdos de lo ocurrido. Trece infantes fueron encontrados de esta misma manera. Al dar con el decimotercer niño, los adultos quedaron perplejos. Conocían el terreno muy bien, aquel enorme y yermo claro no había estado allí antes. Además, de la tierra no crecía ni una brizna de hierba, sin embargo un vapor verduzco parecía salir de ella. Muchos hombres se santiguaron varias veces ante aquella desoladora y fétida visión. No les cabía duda que aquello había sido obra del diablo.

Mal encaminados no iban, pues aunque no fue él quien robó todas esas almas, sí que fueron sus concubinas, que regresaron a casa con lozanía y los bolsillos llenos de frascos de un excelente elixir revitalizante. Sus bodegas comenzaban a tocar fondo así que era tiempo de recolección. Los mejores ingredientes para las mejores pociones.

Y para el siguiente brebaje, primero tenían que probar la cosecha.

Y qué mejor lugar que la gran ciudad. Cosmopolita y multicultural. Con millones de sabores diferentes por degustar y seleccionar.

Dale la bienvenida a las Brujas de Almodóvar, Madriz.*

Desde lo alto del mirador de Moncloa, las brujas volvían a desplegar sus escobas para continuar su búsqueda desde el luminoso cielo nocturno de la capital.



*Madriz → Madrid, capital de España.

XD (para quienes no lo sepan, podríamos explicar algo así como una deformación del idioma, un "acento", ya que el madrileño tiende, o más bien tendía, a sustituir la "d" por la "z". Na, ahí to chulo él. XD

9. Mai 2021 23:51 2 Bericht Einbetten 4
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Frikadas AbdA

La oscuridad ya hace rato que me rodea, me siento a gusto. Y Friki. Estamos aquí, Kage-sama (mi oscuro editor) y yo corrigiendo y pensando sobre "El esclavo de la Bruja". Sobre su orígenes. Un juego.


Uno de esos juegos generó un añadido a una historia aún no publicada cuyo género poco tiene que ver con la erótica de "EyB", en la que también estamos trabajando.


Rememorando esas madrugadas... aquí les dejo un "Fragmento erótico" que no se publicará junto a la historia original... (¡qué friki eres, tía!) de... llamémosle A.S.


*****************************************************


1


La noche era calmada. El cielo un manto de miles de estrellas. La luna creciente brillaba sobre la ciudad, proyectando chinescas sombras en las que se camuflaban mientras huían para zafarse del perseguidor. Sin más sonido que sus pasos acelerados y sus respiraciones agitadas, avanzaron hasta agotar todos sus alientos y acabar a la orilla del río Sea. Sus orillas estaban plagadas de maleza muy alta, que había crecido en mesura tras aquellos días de revueltas. A cien metros se divisaba el largo puente Orea, que conectaba los sectores centro y sur.

Ambos se miraron jadeando, y asintiendo hicieron un último esfuerzo para llegar bajo su oscura sombra.

“Son...una pareja realmente aterradora...”, conseguía articular Sira mientras se dejaba caer de espaldas sobre la pared interior del puente. “...un poco más…, y casi te arrebatan el farolillo...”.

Se había dejado resbalar hasta quedar sentada en el suelo.

Issei seguía contemplando ambas salidas del agujero del puente, cerciorándose de que habían conseguido despistar a ese par de locos con los que se habían topado mientras cazaban al alma impura que llevaban siguiendo hacía días.

“Esos mal nacidos…, casi arruinan el trabajo de tres días...”, al fin, recobrando aliento, se sentó al lado de Sira.

La cinta de su cuello se había desecho dejando ver la marca maldita de su crimen.

Cada día que pasaba, su aspecto era más terrible. Sira se dio cuenta de aquello, y sin decir nada, volvió a colocarlo hasta ocultar esa horrible mancha. El chico, que seguía aún jadeando, había tornado su mirada a opaca y lacia.

“No te preocupes…, lo voy a conseguir...”, hizo una pausa, “lo vamos a conseguir, Issei...”.

Cada día que pasaba, su cuerpo se descomponía un poco más. Había empezado a utilizar maquillaje para ocultar tu tez muerta, cremas para hidratar su piel reseca…, pero…, cada vez era mucho más complicado de ocultar. Debía llenar aquel maldito cacharro con las almas impuras cuanto antes…, o tendría que plantearse unirse a un circo de Frikis. No pudo evitar esbozar una sonrisa al imaginarse la escena. ¿Cómo la llamarían a ella? ¿La mujer cadáver? ¿El esqueleto viviente?…

Sonreía para sus adentros, o eso pensaba hasta que sintió el contacto del dorso de la mano de Issei en su mejilla.

“Me encanta cuando sonríes…, dijo muy pausadamente él, nunca me he cansado de mirarte...”

Advirtió Sira, que Issei emitía tímidos jadeos entrecortados llegando a sus oídos en una melodía erótica. Sonrojadas estaban las blancas mejillas y entreabiertos sus carnosos labios que se aproximaban como brisa liviana para rozar la mejilla que él andaba acariciando.

Y aunque su corazón ya no latía desde hacía meses, su cuerpo se sacudió con un torrente de adrenalina que no podía ser posible en un cuerpo como el suyo. Y aquello la fascinó aún más, la devolvió ese sentido de la vida que había perdido, la acarició cálidamente, como en tiempos pasados… Tal era su estupor ante la vuelta de aquellas sensaciones…, que cerró los ojos para aspirar profundamente e intentar sentir la humedad que había suspendida en el aire, a la orilla del río negro de aquella noche. Pero el olor que recibía no era el frescor de la maleza húmeda que les rodeaba…, sino el dulce y caliente aliento de Issei que acariciaba su rostro con la punta de la nariz.

“Issei…, balbuceó ella”.

“..no…, no digas nada…, musitó,...no digas nada”.

En realidad, no podía articular palabra. Aquel chico de tez blanquecina y pelo dorado, había llegado a su vida de una manera increíblemente extraña. Rodeado siempre de un aire angelical y misterioso. Su atractiva figura embriagaba sus sentidos al mismo tiempo que sus suspicacias alteraban su raciocinio. Aún a esas alturas de la relación, aún no tenía claro qué demonios era aquel muchacho, que siempre se había dirigido a ella como si se conociesen..., como si la conociese de toda la vida. Y en su interior, una chispa incandescente brillaba a pequeños golpes, como un recuerdo que quiere aflorar, pero que no puede. En esos momentos, mientras sentía el recorrer de sus labios por su cuello, la chispa volvía a prender y quemaba sus entrañas.

No quería pensar en ello, solo quería centrarse en cumplir con el contrato y detener aquel castigo de frialdad y descomposición. Aunque deseaba que aquellos pequeños gestos del chico se repitieran a lo largo de los días… se recomponía pensando en una realidad absoluta. Si no quería quedarse vagando en aquellas condiciones, debía cumplir con el contrato y cazar todas las Almas Impuras que pudiese, para así enmendar el terrible error que había cometido por total ignorancia. Pero, cuando aquel rubio la hablaba o tocaba levemente…, deseaba quedarse vagando por toda la eternidad de aquella manera. A su lado.

Mientras todos éstos pensamientos cruzaban la mente de Sira a toda velocidad, Issei la había tomado el rostro y acariciaba las comisuras de sus labios con los suyos, en procesión hacia el otro lado de su cuello, mientras que con la otra mano, había rodeado su cintura arrastrándola con suavidad hacia sí, inclinándose sobre ella hasta quedar tumbados sobre la hierba.

“Mi bella pelirroja...”murmuraba él entre besos y succiones.

"No dejaré que te pierdas, mi amor. Jamás permitiría que eso pasase… daré mi alma si es necesario…, vas a vivir, vas a sentir…, te voy a proteger, te voy a amar…" Muchas imágenes cruzaban embriagadas y mezcladas por la mente de Issei, los sentimientos se escapaban a través de sus poros y se depositaban sobre la piel de Sira, que él lamía y rescataba. Se sentía borracho de deseo. Su energía se escapaba y envolvía a ambos de manera sutil creando una burbuja incandescente, parecido al brillo de una luciérnaga.

Sira comenzó a sentir como si de nuevo estuviese viva. Sus pezones se pusieron duros al contacto de las manos de Issei y su entrepierna se humedeció con todo el esplendor de un adolescente lujurioso. Ambos emitían gemidos de placer que quedaban amortiguados entre la maleza salvaje del puente. Issei había descendido sobre los pechos de Sira y jugueteaba con su lengua cada rincón de sus turgentes atributos. Ambas manos bailaban entre sus caderas continuando con su descenso hasta la pelvis, que abrió como fruta madura.

“...Issei...Issei...qué...”, ella no podía decir mucho más. Él acalló su voz con besos húmedos de pasión, torbellino de lujuriosas lenguas bailando al ritmo de sus movimientos corporales. Los dedos de él se movían con el compás de un vals de salón alrededor de su monte de venus, haciendo recorrer el cuerpo de ella con eléctricos impulsos que la hacían estremecerse… “Issei... esto, esto no es propio de tí...”, pensaba para sí. Sentía calor, un calor añorado, un calor humano...y una explosión que hizo que ella lo agarrase por vez primera de la chaqueta para estrecharlo aún más sobre ella, acallando el grito que la provocaba mordiendo su yugular.

Aún así, el eco la devolvió sus gritos de forma repetida…, hasta quedar en absoluta calma.

Issei, no había procurado ningún sonido o queja hacia aquella mordida que le dejaría marca sin lugar a duda. Había quedado inmóvil sobre ella.

Cuando Sira pudo conseguir recobrarse de su zozobra y advertir que él no se movía, le zarandeó para poder ver su rosto. Estaba balbuceando palabras ininteligibles, ardiendo como roca volcánica y respirando con dificultad mientras el sudor de su frente caía en un hilillo hacia sus mejillas.

“¡Issei!”, le gritó sacudiéndolo por los hombros. “¡¡Issei!!…, ¿qué te pasa?. ¡Responde!”.

Asustada, tiró de él para tumbarlo boca arriba sobre la hierba. Su respiración era rápida y entrecortada. Ella comenzó a examinarle, hasta encontrar la causa que había provocada su actitud de hacía pocos segundos.

Una marca pequeña, de un color rojizo violáceo palpitaba en la base de su hombro derecho, como si un insecto intentara salir de debajo de su piel.

“¿Qué es esto?”, dijo en voz alta para sí misma. “Parece... una picadura...”

Entonces recordó el enfrentamiento por el alma suicida que habían tenido momentos atrás con aquella pareja de demonios extravagantes.

“¡¡Esa puta!!…, ¡esa maldita zorra venenosa!”

Gritó varias veces a las aguas del río que descendían calmadamente tratando de pensar qué debía hacer a continuación, mientras Issei seguía balbuceando en su delirio de deseo y pasión.

Aquel veneno tenía el poder de exteriorizar los verdaderos deseos, los más profundos del alma de cada persona.


20. Februar 2021 01:33 0 Bericht Einbetten 1
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